Hace más de un siglo que la militancia de la II ª Internacional, decidió organizar cada año una jornada internacional de lucha por los derechos y demandas de las mujeres. Para ellas, era obvio que la emancipación de la mujer pasaba por la lucha contra el capitalismo.
Al final de todos estos años, la sociedad capitalista sigue siendo lo que es, quedan muchos derechos por conquistar y la lucha también es necesaria para preservar los derechos adquiridos.
La crisis sanitaria ha revelado muchos aspectos de la sobreexplotación de la mujer. Durante el confinamiento, la gran mayoría de las trabajadoras se encontraban en primera línea: enfermeras, auxiliares de enfermería, ayudantes a domicilio, cajeras, amas de casa, cuidadoras de niños, trabajadoras de la industria alimentaria ... Y sin embargo, por el mismo trabajo, de promedio, ganan 25% menos que los hombres. Y, sin embargo, el 80% de los empleos a tiempo parcial son mujeres, sometidas al trabajo temprano en la mañana y al final de la tarde, con los peores horarios laborales.
Las mujeres han pagado caro las restricciones a la libertad impuestas por los gobiernos durante la pandemia. Son ellos, y sobre todo las trabajadoras de familias de clase trabajadora, las que han tenido que hacer malabarismos con la compra, la preparación de comidas, el teletrabajo o el horario flexible, los niños en casa, todo en viviendas demasiado pequeñas y con ingresos demasiado bajos. Y algunas lo han pagado con violencia de género que ha aumentado.
Con motivo de este 8 de marzo de 2021, multitud de organizaciones convocan a las “más atareadas” a unirse y manifestarse para gritar su ira contra las desigualdades, contra toda violencia contra las mujeres y expresar su solidaridad con quienes, en todo el mundo, luchan por defender sus derechos y conseguir sus reclamaciones. (...)