La represión cae duramente sobre la población iraní, que desde hace una semana se manifiesta contra el drástico aumento del precio de la gasolina decidido por el Gobierno. Este anuncia más de 1.000 detenciones y cinco muertes, cifras muy subestimadas. Asfixiadas por las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense, una parte de las clases populares y especialmente su juventud desafían al régimen. En la región, esta vez en Irak, hay cientos de muertos. Pero una vez más, la población mantiene la presión contra un poder corrupto y se niega a dejarse dividir por cuestiones religiosas. La clase obrera, que cuenta con una larga tradición de lucha, podría ser la fuerza que unifique estos movimientos y abra la única perspectiva de futuro para la sociedad: el derrocamiento de estas dictaduras sanguinarias y del orden social infame.