La Diada, el independentismo y el derecho a decidir

Stampa
septiembre 2014

Las trampas del nacionalismo catalán y de la burguesía contra los trabajadores

Un año más, cientos de miles de personas convocadas por la Asamblea Nacional Catalana y apoyadas por los partidos catalanistas, sindicatos y partidos de izquierda, han salido a la calle exigiendo el derecho a decidir en un referéndum la independencia o no. Los pasos a seguir comenzarían con el referéndum del 9 de noviembre. El debate está abierto en los términos que los nacionalistas desean. Y tanto el nacionalismo catalán o catalanismo, como el nacionalismo español, también llamado "españolismo", entran en una espiral en la cual se autoalimentan.

El gobierno del PP defendiendo la unidad de España, la Constitución y la "legalidad" tratará de impedir cualquier intento de referéndum, alimentando más aún el independentismo. Por su parte el PSOE pretende una reforma de la Constitución donde pueda caber más autogobierno catalán pero sin el referéndum propuesto.

Hay que decir también que el referéndum ha sido aprobado en el parlamento catalán, la Generalitat, por una inmensa mayoría, con sólo la oposición de la derecha españolista y sus grupos. Un referéndum que tiene, en su formulación, poca cabeza; consiste en 2 preguntas: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? Y en caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente? De las respuestas se podrían sacar tantas conclusiones como los intérpretes quisieran. Habrá personas que quieran un Estado y no la independencia, y viceversa, o que sólo contesten a una de ellas. Evidentemente sería utilizable por los diversos políticos en su ansia por mantenerse en el poder y para sus intereses. En el fondo es dejar a la burguesía y a la pequeña burguesía sus cuotas de poder y su negociación con Madrid. Y en este juego politiquero la clase trabajadora no debe entrar. Sería una trampa para no salir al ruedo con sus propios intereses.

Catalanismo y Españolismo

Entre el argumentario catalanista están los ataques del gobierno central a la "soberanía" de la Generalitat. Estos comienzan con la reforma del Estatut, que en su preámbulo declaraba Cataluña como una nación dentro del Estado español. Un Estatuto que fue aprobado con un 74% los votos, pero sin llegar la participación al 50% del electorado. El PP declaró toque de rebato y el tribunal Constitucional lo declaró ilegal. Después la reacción catalana fue la convocatoria de manifestaciones masivas repudiando la actuación de Madrid y, en una escalada catalanista por el orgullo patrio, se fue creando un clima que fue el caldo de cultivo de lo que hoy tenemos. A partir de aquí diversas organizaciones políticas y culturales catalanistas como la ANC, ERC y la llamada izquierda independentista, la CUP, agitaron el tema hasta desembocar en los referéndum municipales que, a modo de propaganda y sin carácter legal, proclamaban la independencia y difundían la idea de que una Calatunya Llibre propiciaría la libertad y una mejoría social.

El otro tema de controversia es la lengua. El problema cultural, entre hablantes del castellano y del catalán no existía, hasta que la derecha y sectores muy minoritarios de castellanos parlantes empezaron a exigir salir de la inmersión lingüística y comenzar a reivindicar el derecho a recibir las clases de sus hijos en castellano. El problema fue considerado como un ataque de la derecha centralista, Madrid, a la cultura catalana que ha tenido su culminación con la ley Wert que da el derecho a escolarizar a esa minoría de castellanos parlantes

El catalanismo de derecha y ERC impulsaron esta dinámica de ataques y contra ataques, la defensa de la "patria" catalana, trataron de unir a la población bajo las consignas de la soberanía y el "derecho a decidir". El problema de los "recortes", el paro, los despidos y cierres de empresas, el robo social de la banca etc., quedaron en un segundo plano tras los agravios del "españolismo". A todo esto, desde el gobierno catalán y TV3, la propaganda de "Madrid nos roba" y la independencia se oyen a diario, referido a las balanzas fiscales por las cuales -dicen- Cataluña paga en demasía a Madrid para recibir muy poco.

Los socialistas en Cataluña han ido retrocediendo elección tras elección y las peleas internas han hecho de este partido una jaula de grillos que ha perdido su capacidad de unificar electoralmente el voto emigrante en Cataluña con el resto del país. El hecho de que en las votaciones generales se votaba mayoritariamente socialista y en las autonómicas ganaba la derecha catalanista de CiU, por la abstención de ese voto socialista, ya ha cambiado. Toda la deriva nacionalista ha llevado a hundirse al PSC, y previsiblemente CiU, para ganar ERC .

Lo más importante en esta situación ha sido la catástrofe social de la crisis económica que de fondo determina la situación política. La crisis que ha tocado a la pequeña burguesía catalana ha hecho que esta se radicalice hacia el independentismo y el nacionalismo en todas sus fracciones. El presidente Artur Mas, liderando todo el proceso, se ha convertido en campeón de los recortes al mismo nivel o más que Rajoy, la corrupción ha sacudido hasta a Jordi Pujol, el "honorable president", y nadie puede achacar el precio de las autopistas en Cataluña a Madrid, ya que son las propias empresas catalanas las que impulsan el expolio. El juego de Mas, apoyando el proceso soberanista para no perder comba política, le está llevando al hundimiento electoral a favor de ERC.

En esta situación, ¿dónde está la clase obrera? Los trabajadores -como en el resto de España- luchan contra los recortes, contra los despidos, contra el paro pero aisladamente, empresa tras empresa, con unos sindicatos mayoritarios corrompidos y paralizados hasta la médula. Sin embargo, la clase trabajadora en Cataluña o como en todo el resto del país, existe y mantiene sus fuerzas indemnes, y sus luchas para defenderse de los ataques del PP, de CiU y de la burguesía siguen, como el caso de los trabajadores de Panrico.

Pero falta la perspectiva internacionalista obrera que una a los trabajadores bajo reivindicaciones y objetivos contra la burguesía y el capitalismo y no caiga en las trampas de los nacionalismos. Para los trabajadores no existe ninguna nación catalana, española o andaluza, la única nación es la obrera. En cualquier país existe una nación burguesa y una trabajadora y esta última tiene que salir bajo su bandera y sus intereses propios. Su independencia de clase es incompatible con el nacionalismo sea español, catalán o vasco, por ejemplo. Lo único que se consigue con el catalanismo es poner a la clase obrera a la cola de la burguesía y pequeña burguesía, detrás de CiU, ERC...