El próximo 9 de junio, ¡vota Lutte ouvriere!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 3 de junio de 2024
3 de junio de 2024

Se aproximan las elecciones europeas y algunos quieren presentar la Unión Europea como una garantía de prosperidad, mientras otros se llenan la boca con el proteccionismo y las fronteras nacionales. Sin embargo, no hay un parlamento, ya sea europeo o francés, que proteja a los trabajadores contra el empobrecimiento ni tampoco contra el peligro de guerra que viene subiendo.

El horror sigue escalando en Gaza, con los bombardeos del ejército israelí contra los refugiados de Rafah. Tras meses de masacre y unos 36.000 muertos, el presidente estadounidense Biden habla de parar la guerra y propone un plan de paz, pero sigue apoyando y armando a Netanyahu, en nombre del derecho de Israel de defenderse y de la lucha antiterrorista. ¡Como si masacrar a un pueblo expoliado de su tierra pudiera garantizar la paz de quien la ocupa!

En Ucrania la juventud tanto ucraniana como rusa en el frente paga el altísimo coste de la guerra fratricida, que sube un escalón más con la autorización por parte de Estados Unidos de usar armas suyas para bombardear el territorio ruso. Al prolongar un poco más la guerra, les importa un pepino los derechos del pueblo ucraniano, al igual que a Putin le da lo mismo los del pueblo ruso.

Los dirigentes que según dicen obran por el derecho de los pueblos en realidad defienden los intereses de sus capitalistas. Con el fin de asegurarles los mejores mercados y los trozos más rentables de la economía, provocan y alimentan guerras permanentemente. Hoy día, las principales potencias están en una carrera armamentística y quieren llevarnos a una tercera guerra mundial.

En Francia, no estamos pudriéndonos en las trincheras como durante la Primera Guerra Mundial, ni nuestras familias corren a refugiarse en el metro cuando oyen las sirenas, y sin embargo ya estamos pagando la escalada bélica con los ahorros que se realizan a nuestras expensas. Nos faltan camas en los hospitales, sanitarios, docentes y conductores de trenes, pero tendremos tanques y misiles, que harán la fortuna de los Dassault y demás vendedores de armas.

Sufrimos la guerra social que nos hace la patronal. El gobierno desenfunda sus medidas contra las pensiones, contra los trabajadores inmigrados y los desempleados. Al alargar el periodo de trabajo necesario para recibir indemnización, el gobierno condena a la miseria a muchos trabajadores. Además, con el robo a los parados, quiere recuperar tres mil millones para complacer a sus verdaderos dueños: los capitalistas, los financieros y sus agencias de calificación. Con el ataque contra una parte del mundo laboral tras otra, el gobierno da a la patronal los recursos para su política: obliga a los trabajadores a aceptar cualquier trabajo por cualquier salario, al mismo tiempo que procura dividirlos en una guerra entre pobres.

¿Faltan viviendas de alquiler social? ¡La culpa es de quienes los ocupan “indebidamente”, dice el gobierno! ¿Faltan recursos en la sanidad? Dice el Estado que hay demasiados “abusos” y hace falta quitarnos las “ganas” de enfermar. Y ahora el Tribunal de Cuentas quiere hacer pasar el periodo de carencia para las bajas por enfermedad de tres a siete días.

Por todo ello, la cuestión no está en si se toman las decisiones en Bruselas o en París, sino en qué intereses y en beneficio de qué clase social las toman.

La lista de Lutte ouvriere, que yo encabezo, defiende una idea fundamental: no habrá futuro para los trabajadores si no arrancamos el poder de las manos de la clase capitalista, que nos lleva de la crisis económica a la catástrofe climática, de las guerras regionales al peligro de una guerra mundial.

El próximo 9 de junio, ¡vota Lutte ouvriere para afirmar que los trabajadores, que hacen funcionar la sociedad, deben dirigirla! ¡Afirma que más allá de las fronteras, sean cuales sean sus condiciones, su color de piel o su nacionalidad, los trabajadores deben formar un bloque contra el sacrificio de sus vidas en beneficio de la burguesía!

Votar a esas ideas es ir a contracorriente, pero sólo ahí está la esperanza. Ningún partido providencial, ningún salvador nos protegerá de la catástrofe a la que nos condena el capitalismo. Las elecciones no cambiarán nuestras vidas, pero la papeleta de Lutte ouvriere servirá para proclamar que una fracción del mundo laboral quiere oponerse a la escalada bélica a la que nos lleva el capitalismo.

Servirá para levantar bien alto la bandera roja del internacionalismo, del comunismo revolucionario, la bandera de los trabajadores conscientes de que la única perspectiva que valga la pena es acabar con el capitalismo.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 5 de junio de 2024