El rechazo a la reforma de las pensiones en el mundo del trabajo es unánime. Así que demostrémoslo en la huelga y en la calle el 17 de diciembre. Nadie debe permanecer al margen del pulso contra el gobierno iniciado por los ferroviarios, los agentes de la RATP y los maestros en huelga.
Esta protesta ya ha obligado al gobierno a bajar el tono. Con el apoyo de los empleados del sector privado, ¡es posible hacer que retroceda y que retire su proyecto!
El gobierno quiere que trabajemos más tiempo para una pensión menor. Para ello, guarda varios trucos en la manga.
Por supuesto, hay una edad de referencia a los 64 años. ¿ Pero quién de los asalariados del sector privado o del público se ve trabajando hasta los 64 años? ¿Quién a esa edad se ve a sí mismo siguiendo el ritmo de las cadenas de montaje o trabajando en equipo? ¿Quién se ve al volante de un autobús, reponiendo los estantes de un supermercado, levantando a un anciano o a un enfermo, o incluso en un aula? ¿Y por qué suicidarse en el trabajo, cuando los jóvenes están desempleados o sufren la temporalidad?
¡Es tanto más inaceptable cuanto que el gobierno sabe que muchos de nosotros seremos expulsados del trabajo mucho antes de los 64 años! Ya es así en la actualidad: más de la mitad de los mayores de 55 años están desempleados o discapacitados y recibirán una pensión recortada.
Si repite todo el día que «todo se negocia», es que puede igualmente abandonar la edad de 64 años y obligarnos a trabajar más tiempo por otros medios. Así que, sea lo que sea que quiera hacernos tragar, ¡hay que decir que no!
Lo peor es el método de calcular las futuras pensiones. Tener en cuenta toda la vida laboral, y no los 25 mejores años en el sector privado y los seis últimos meses en el público, equivale a reducir nuestras pensiones en al menos 200 o 300 euros mensuales. ¡Como si ya no fueran suficientemente bajas!
El Gobierno pretende hacer una reforma para los más vulnerables y para las mujeres en particular, porque tendría en cuenta todas las horas cotizadas. ¡Qué hipocresía! Nada le impediría hacerlo manteniendo el sistema actual. Todos los ministros y diputados de la mayoría adoptan hoy la postura de defensores de la viuda y del huérfano. ¡Es de un inmenso desprecio! Porque fue el gobierno de los ricos el que eliminó el impuesto a las grandes fortunas, el que se negó a aumentar el salario mínimo, rompió el estatuto de los trabajadores y generalizó la precariedad. Es él quien acaba de bajar los APL y de destruir el derecho a cobrar el desempleo a los más precarios.
En cuanto a escuchar a todos estos ministros, que, al igual que Delevoye, acumulan salarios y pensiones de varios miles de euros, jactarse de garantizar un mínimo de jubilación de 1000 euros para los asalariados que hayan trabajado toda su vida, esto es simplemente infame. ¿Cómo se imaginan que vamos a vivir con 1.000 euros? El Primer Ministro se ha atrevido a bautizar como «solidaridad intergeneracional» una reforma que destruye las pensiones de los nacidos después de 1975. ¿Cómo podrían aceptarlo los trabajadores que se niegan a retroceder para sí mismos, para sus hermanos, hijos o compañeros más jóvenes? Es un intento abyecto de división.
El único que exharcerba el egoísmo es el gobierno. Intenta negociar categoría por categoría. Quizás encuentre confederaciones sindicales que entren en su juego. La única manera de frustrar estas maniobras es luchando juntos, trabajadores del sector privado y del público. La lección de solidaridad y justicia la imparten los trabajadores que luchan hoy, independientemente de su condición y edad, por la retirada de esta reforma.
El gobierno, difunde ampliamente por los medios de comunicación, que está preocupado porque se aproxima la Navidad. Ya están acusando a los huelguistas de la SNCF y la RATP de querer arruinar la fiesta. Pero el mejor regalo de Navidad que podemos hacer a nuestros hijos es luchar para que se retire la reforma. Es decir a nuestros hijos que luchamos no sólo por su jubilación, sino por una vida mejor y por el respeto de nuestro mundo, el mundo de los trabajadores.
¡Sí, una victoria haría de esta Navidad una gran fiesta ! ¡Entonces, asalariados del sector privado y del público, no nos dejemos meter mano a los bolsillos! Luchemos para que el dinero necesario para las pensiones, los salarios, los empleos y los servicios públicos se tome de donde está: ¡del lado de los verdaderos privilegiados, de los grandes accionistas, de los banqueros!
EDITORIAL DE LOS BOLETINES DE EMPRESA DEL 16 DE DICIEMBRE
LUTTE OUVRIÈRE