Al cabo de dos semanas de negociaciones, el primer ministro Barnier ya ha formado su gobierno. La mayoría de los pesos pesados de la derecha, que acostumbran acudir pronto en busca de sillones, han preferido abstenerse y enviar a sus manos derechas a ese Titanic.
No se sabe cuánto tiempo puede durar ese gobierno de interinos, probablemente no más de nueve meses, que es el plazo legal antes de poder volver a convocar elecciones legislativas. Tampoco se sabe en qué nueva pelea desembocará. Pero lo que sí se sabe es cuál va a ser su política.
Para asegurar las ganancias de los capitalistas en periodo de crisis, el gobierno arremeterá contra los trabajadores, y en particular contra su parte inmigrada, que son quienes desempeñan los trabajos más duros y menos pagados y son los primeros en padecer precariedad.
El nombramiento como ministro de Interior de Bruno Retailleau, católico integrista y que aboga por un endurecimiento de la ley de inmigración, es una garantía para la extrema derecha, sin la cual Barnier no podría mantenerse en el puesto.
Al presentar la orientación de su gobierno, Barnier declaró que su prioridad sería restablecer las finanzas públicas y habló en tono catastrofista de los 3.000.000 millones de euros de deuda pública. A ver, ¿quién es responsable de tal deuda? ¿Quién se ha beneficiado de esos miles de millones? ¡Que no los trabajadores! Ellos han visto cómo se desplomaba su nivel de vida. ¡Los millones tampoco han servido para financiar los hospitales, donde falta personal y los enfermos pueden quedarse horas en las camillas, en los pasillos de los servicios de emergencia!
Las residencias de mayores, las guarderías, las escuelas, los transportes, la vivienda, todos los servicios más indispensables para la población se encuentran en un estado catastrófico, víctimas de las políticas de ahorros que todos los gobiernos han llevado a cabo desde hace años con el objeto de traspasar dinero a los grandes grupos capitalistas y garantizar las ganancias de sus accionistas. ¡Éstos últimos son los responsables de la situación!
Los políticos son incapaces de gestionar correctamente la sociedad, puesto que sólo saben arrodillarse ante los parásitos capitalistas. Les dan igual los problemas de los trabajadores y las clases populares. Para esa gentuza, igual que para la patronal, los trabajadores sólo somos una masa que produce ganancia.
Con el objetivo de hacernos creer que los sacrificios no sólo serán para las clases populares, Barnier mencionó un impuesto sobre los más ricos y una subida del impuesto sobre los beneficios de las grandes empresas. ¿Quién puede creerse que este gobierno dirigido por un político de derecha con largo recorrido, rodeado de clones de Macron en Hacienda, de verdad querrá hacer pagar a los ricos?
Sea como sea, los capitalistas tienen mil maneras de sortear medidas de esa clase. Además, saben que recuperarán cien veces en concepto de subvenciones lo poco que tendrán que conceder al Estado.
Barnier y sus ministros van a seguir con la misma política de antes, porque se la impone la burguesía. Los capitalistas dirigen imperios industriales y financieros, son propietarios de grupos mediáticos con periódicos y canales de televisión: ellos son los verdaderos dueños de la sociedad y dictan su política a todos los gobiernos, sea cual sea su color político.
De hecho, la gran patronal no ha esperado el nombramiento del nuevo gobierno para iniciar su ofensiva. No han cesado los ataques contra los trabajadores. Cierres de plantas, despidos, eliminación de puestos de trabajo en Valeo, Casino, Bonduelle y en muchas más empresas que no aparecen en los titulares.
Frente a estos ataques, los trabajadores tendremos que luchar con nuestras armas, con manifestaciones, huelgas y ocupaciones de fábricas. No tendremos otra opción que la lucha de clase para proteger nuestras condiciones de vida.
No habrá un buen gobierno mientras la burguesía tenga en sus manos las empresas y todos los resortes de la vida económica y social. Hay que quitarle el poder a la clase capitalista expropiándola. Para lograr ese objetivo y competir por el liderazgo de la sociedad, los trabajadores necesitarán su propio partido, un partido formado por mujeres y hombres decididos a derrocar este sistema.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 23 de septiembre de 2024