En Valencia, la rabia de la población no ha cesado desde las inundaciones de los días 29 y 30 de octubre, que causaron más de 220 muertos y muchos desaparecidos. Unas 130.000 personas se manifestaron el domingo 10 de noviembre.
La ira se dirigió contra los políticos, incapaces de hacer frente a la situación, tanto durante como después de las lluvias torrenciales. En particular, los manifestantes exigieron la dimisión del líder de derecha de la comunidad, Mazón, un sinvergüenza como puede producir la burguesía, que pasó la tarde de la tormenta en un restaurante antes de activar la alarma para que la población se refugiara, pero demasiado tarde. Varias pancartas atacaban también al Gobierno central de Pedro Sánchez. Entre los lemas figuraba: «"Nosotros estamos manchados de barro, ustedes de sangre"».
La destrucción causada por las inundaciones ha sido catastrófica para la población, sobre todo para las clases trabajadoras. 35.000 viviendas se han visto afectadas, muchas de ellas completamente destruidas. Decenas de miles de coches han sido arrastrados por las aguas. Muchas personas lo han perdido todo, todo lo que necesitan para vivir y trabajar, y siguen en refugios sin tener adónde ir. Además de sus posesiones materiales, miles de trabajadores están condenados al desempleo durante semanas y meses, ya que muchas empresas, pequeños comercios y fábricas se han visto afectados, por no hablar de carreteras, ferrocarriles, puentes, etc. En medio de esta situación, muchos vecinos afectados por el desastre afirman que, a menudo, la única imagen reconfortante en las últimas semanas ha sido la llegada de jóvenes armados con palas para ayudar a retirar los escombros acumulados.
Ante esta situación, el gobierno ha intentado recuperar el control prometiendo ayudas por valor de 14.300 millones de euros. Sin embargo, esto no será suficiente para hacer frente a la gravedad del desastre. ¿Cómo vamos a sobrevivir en semejante situación con el régimen de ERTES propuesto, que reduce los salarios en un 30%? ¿Cómo podrán los miles de trabajadores reconstruir una casa con 60.000 euros, la cantidad máxima de ayuda estatal? Además, es muy probable que una gran parte de estas ayudas acabe en las arcas de las grandes empresas y los grandes propietarios, como ocurrió durante la crisis de Covid. De hecho, las víctimas de la catástrofe tendrán que seguir buscándose la vida.
Ninguna de las medidas adoptadas afecta a los beneficios de los capitalistas. Y sin embargo, ¡son los especuladores de todo tipo los que se han enriquecido durante décadas construyendo cientos de miles de viviendas en zonas inundables! Fue para servir a los patrones por lo que miles de trabajadores se subieron a sus coches y se encontraron en medio de las inundaciones, arriesgando sus vidas o incluso perdiéndolas. También fue en su beneficio que la señal de alarma llegara tan tarde, cuando ya no era posible refugiarse y el agua subía. Para hacerles pagar, no podemos contar con los gobiernos, ni de izquierdas ni de derechas. Tampoco podremos contar con ellos para ningún plan de reconstrucción que proteja a las clases trabajadoras de futuras catástrofes.
Para resolver los problemas urgentes de vivienda, abastecimiento de agua y tantos otros que afectan a miles de personas, hay que poner este capital bajo control obrero. En cuanto a la crisis climática, es efectivamente la crisis del capitalismo, a la que sólo una economía planificada al servicio de todos podría poner fin.