Detrás del provocativo sueldo de Tavares, un sistema entero por derribar

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 22 de abril de 2024
22 de abril de 2024

El escandaloso sueldo anual de Carlos Tavares, director general del grupo Stellantis, ha resultado chocante. 36,5 millones de euros significan 100.000 euros por cada uno de los 365 días del año. Un trabajador con salario mínimo tardaría más de 1.500 años en ganar ese dinero. La discrepancia es asombrosa, pero refleja el funcionamiento de la sociedad.

Si este salario es astronómico, ¿qué decir de la suma de 6.600 millones de euros pagada a los accionistas de Stellantis? Por eso votaron con entusiasmo a favor de pagar a Tavares. Éste ha aumentado considerablemente la rentabilidad de su grupo, suprimiendo decenas de miles de empleos y cerrando numerosas fábricas en Francia, Europa y América.

Tanto es así que, con un beneficio de más de 18.000 millones de euros, el grupo obtiene el segundo mejor resultado del CAC 40, justo por detrás de la petrolera TotalEnergies, pero por delante del grupo de artículos de lujo LVMH, propiedad de Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo. Cuando los capitalistas tienen un servidor tan bueno, ¡le recompensan!

Es este sistema el que apoyan los líderes como Macron, Le Pen, hasta los de la izquierda de gobierno. Están convencidos de que el capitalismo es el mejor sistema posible y están comprometidos con la burguesía. El primer ministro, Gabriel Attal, fingió indignarse pero, aparte de decir que esta remuneración era «desproporcionada, estratosférica, chocante a los ojos de algunos», ¿qué propuso? En cuanto a Le Pen y Bardella, no tenían nada que declarar.

El hecho es que la clase capitalista está acaparando riqueza. ¿Y por qué razón? El «mérito» y el «trabajo», por utilizar las expresiones del gobierno, que no tiene más que estas palabras en los labios, no tienen nada que ver con ello. Esta clase ya no se hace cargo de sus propios negocios. Pagan a unos Tavares para que se los gestionen.

La única clase creadora en la sociedad es la clase obrera. Toda la riqueza producida procede de la actividad colectiva de los obreros, empleados e ingenieros de la industria, la agricultura, la restauración y el hogar. La sociedad también depende de aquellos cuyo trabajo puede no crear riqueza directamente, pero cuya labor es vital, como el personal sanitario, los profesores o los trabajadores del ferrocarril.

Pero, en nombre de la propiedad privada de los medios de producción, los capitalistas son los amos del beneficio y detentan un poder de decisión absoluto en sus empresas, que representan una parte enorme de la economía. Esta posición les confiere autoridad sobre todas las pequeñas empresas de su entorno y tal poder económico que el propio Estado está sometido a ellos.

Muchos altos funcionarios han trabajado en sus empresas. En cuanto a los políticos, aunque son elegidos por la población, la clase capitalista los considera su personal político. Chirac acabó su vida en una lujosa mansión parisina propiedad del multimillonario François Pinault. Es anecdótico, pero revela la relación entre la burguesía y los representantes del Estado.

La burguesía puede contar también con la policía, los jueces... todo un aparato de represión. Este papel fundamental del Estado, disimulado en tiempos de calma social, pasa a primer plano cada vez que hay revueltas. Cuando los trabajadores luchan por conservar su empleo o su salario, como hicieron los trabajadores de Vertbaudet en 2023, se enfrentan a la ley y a los antidisturbios.

Mañana, nuestros dirigentes políticos quizá nos transformen en soldados de las guerras que están preparando. Los más jóvenes de entre nosotros se pondrán a las órdenes de oficiales y generales. Nos dirán que es para defender la patria o la libertad, pero seguirá siendo por cuenta de la burguesía.

El lenguaje de los políticos que gobiernan o se preparan para gobernar está diseñado para enturbiar las aguas y enmascarar esta lucha de clases. Estos partidos políticos, que parecen opuestos entre sí, sirven en realidad al mismo campo social, el de la burguesía.

Confiemos sólo en nuestra propia clase, los trabajadores. Nuestra supervivencia colectiva, por un empleo y un salario que nos permitan vivir dignamente, sólo dependerá de nuestra lucha. Y nuestro objetivo debe ser derrocar el sistema capitalista que hace de nosotros los explotados.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 22 de abril de 2024