¿Hasta dónde irá el gobierno israelí en la masacre de Gaza? ¿Cuántas destrucciones y cadáveres le hacen falta aún?
En 120 días, el ejército israelí ha tirado más bombas sobre Gaza que Estados Unidos sobre Irak en 2003. Con unos 28.000 muertos y 100.000 heridos en los recuentos oficiales, esa minúscula franja de tierra se ha convertido en un cementerio. ¡Y ahora Netanyahu lanza una ofensiva sobre Rafah, que queda bombardeada desde el pasado viernes!
La ciudad de Rafah, al sur de la franja de Gaza, concentra a 1,3 millón de personas desplazadas y es el único punto de entrada al territorio para la ayuda humanitaria. Sin embargo, para Netanyahu, no es un problema: hace falta, dice, “evacuar a los civiles”.
El mero plan de evacuación es estremecedor. La población refugiada en Rafah sobrevive en unas tiendas de campaña improvisadas, con sus heridos y sus enfermos, con los niños y los ancianos rendidos por el cansancio. Su vida sólo se mantiene por un hilo, el que lleva a los puntos de suministro de agua y comida que aseguran las ONGs. ¿Irse? Pero y ¿cómo? Y ¿adónde? Puesto que Egipto no quiere abrir su frontera…
Netanyahu justifica su nueva escalada hablando de la necesidad de destruir los últimos focos de combatientes de Hamás. En realidad, lleva a cabo una política de terror contra toda la población. Los palestinos de Gaza, además de recibir bombas, están sufriendo hambre, puesto que el gobierno israelí – así como Estados Unidos y Francia – han dejado de financiar a UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas, su último socorro.
“Mientras esa gente goce de buena salud, seguirá luchando; pero si les quitamos todo, lograremos parar la guerra”, dijo un colono israelí, dispuesto pues a asumir una limpieza étnica.
Si bien la política del terror busca aplastar a los palestinos de Gaza para largos años, no dejará de hacer brotar las próximas generaciones de sublevados y combatientes. Cuando callen las armas, nadie estará en paz. Ni los palestinos, que llorarán sus muertos y forjarán fuerzas nuevas para el combate, ni tampoco los israelíes que viven permanentemente con el dedo en el gatillo, detrás de sus alambradas, cada día más altas.
Desde la creación del Estado de Israel, sus dirigentes, con el respaldo del mundo imperialista, han venido repitiendo que garantizan a los judíos la paz y la seguridad, lejos del antisemitismo y del genocidio del cual fueron víctimas. Los árabes no tuvieron nada que ver con las persecuciones que culminaron en la Alemania nazi, con la complicidad más o menos abierta de los demás grandes países imperialistas, pero sobre sus espaldas se hizo la promesa de construir un refugio para los judíos.
Fue una promesa engañosa, puesto que, tal y como dijo Karl Marx, “un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”. A lo largo de 75 años de existencia, Israel ha estado en guerra casi sin parar. Mientras sigan las masacres, la colonización y las vejaciones contra los palestinos de Gaza, los de Cisjordania y los de Israel, la población judía israelí no tendrá ni paz, ni seguridad.
La tragedia que se desarrolla en Gaza determinará el futuro de Oriente Medio en las próximas décadas. ¿Quién sabe si no le prenderá fuego al planeta entero?
Hasta Estados Unidos, los amos del mundo, lo temen. ¡No sin motivo! Su propia política de saqueo y todas sus guerras en Oriente Medio han provocado una inestabilidad general. Asimismo, poca cosa hacen para que Netanyahu y sus colegas de extrema derecha no le prendan fuego a la región.
La guerra en Gaza ya tiene sus réplicas en el sur de Líbano, donde los campos de refugiados palestinos son muchos y Hezbolá, con el apoyo de Irán, es un Estado dentro del Estado. La guerra se extiende hasta el mar Rojo, donde los hutíes de Yemen atacan a naves comerciales; volvió a surgir en Irak y en Siria, donde numerosas milicias prosperan en base a los estragos y el odio sembrados por las sucesivas intervenciones occidentales.
El engranaje bélico ya está en marcha. Las potencias imperialistas han fabricado el conflicto entre judíos y árabes de Palestina y ahora son incapaces de detenerlo. La única alternativa frente a la marcha a la guerra es la que los explotados del mundo podrían ofrecer, luchando contra sus propios dirigentes y contra el orden capitalista que representan.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 12 de febrero de 2024