¡El martes 28 y después, seguimos, numerosos y decididos!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 26 de marzo de 2023
26 de marzo de 2023

Utilizando el articulo 49.3 de la Constitución (un mecanismo para esquivar el voto del Parlamento) y su arrogancia, Macron ha dado un segundo aire a la movilización. Desde hace diez días, se han multiplicado las manifestaciones espontáneas, las concentraciones de apoyo a los huelguistas de las refinerías y de la limpieza, las octavillas y los paros en las empresas.

La jornada del jueves 23 confirmó esta cólera renovada. Tras más de dos meses de protestas y nueve días de movilizaciones, los desfiles fueron masivos en todas partes y se vieron reforzados por la presencia de la juventud, alcanzando en ciertos lugares una participación récord. Todos los que se manifestaron estaban orgullosos de responder como es debido al paso a la fuerza de Macron.

El regreso de los “black blocks” alimentó a las cadenas de televisión, ávidas de imágenes espectaculares. Para estos canales, la mayoría de los cuales pertenecen a la gran burguesía y sirven a sus intereses, era la oportunidad perfecta para denigrar la movilización, asimilar a los manifestantes a alborotadores violentos y, sobre todo, asustar a la gente. O sea, para favorecer dócilmente a Macron.

Pero lo principal que hay que recordar de este día no son los cubos de basura quemados y los enfrentamientos con las fuerzas de represión al margen de los desfiles sindicales. Lo más importante es que el sentimiento de injusticia y de rabia crece en el mundo obrero. Es que cada vez más trabajadores se unen a la movilización y se oponen a las políticas ferozmente antiobreras del gobierno y de las grandes empresas.

La huelga de los basureros es un símbolo de ello. Bajos salarios, falta de reconocimiento, pésimas condiciones de trabajo, escasas oportunidades de promoción... los basureros son una de las categorías de trabajadores más explotadas. Pues bien, ¡nos enseñan a levantar la cabeza!

Nos recuerdan la fuerza de los trabajadores que hacen funcionar la sociedad. Una minoría rica puede sentarse en la cima y comprar casi todo lo que quiera con sus miles de millones, pero si no hay nadie que recoja su basura, su mundo puede convertirse rápidamente en un infierno.

Ser radical no consiste en prender fuego a la basura, sino en no recogerla hasta que los trabajadores se salgan con la suya. Para hacerse respetar tanto por Macron como por las grandes empresas, nada más radical y eficaz que ir a la huelga, parar la máquina de beneficios de los capitalistas y ocupar los lugares de trabajo.

Hoy, el gobierno cuenta con la represión, las porras, la violencia policial y la requisa de los huelguistas para acabar con este movimiento. Esto sería imposible con una huelga que se extendiera a todas las empresas. Ninguna compañía de CRS (antidisturbios) sería capaz de desalojar a los millones de huelguistas, y mucho menos de sustituirlos en sus puestos de trabajo.

Es la huelga la que puede darnos la fuerza para hacer retroceder a Macron. Por el momento, se hace el inflexible. Sin embargo, ha tenido que renunciar al esplendor de Versalles y a la cena real prevista con Carlos III. Por lo demás, no se ha movido ni un ápice. Incluso se burló de los dirigentes sindicales al decir que estaba disponible para hablar de todo, ¡menos de la jubilación a los 64 años!

Su actitud no sólo se explica por una megalomanía aguda. Su papel es gobernar para la burguesía, es decir, contra los trabajadores.

Macron lo explicó en su entrevista en el telediario de las 13 horas: "No hay 36 soluciones para equilibrar el sistema de pensiones". Es cierto, hay dos: hacer pagar a la gran burguesía, cuyas arcas rebosan, o sacar una parte de las pensiones de los trabajadores.

Por tanto, el pulso está ahí y hay que llegar hasta el final. La lucha no es fácil porque la burguesía, aunque sea muy rica, está decidida a no ceder. A pesar de los beneficios y dividendos récord, siempre está en pie de guerra para agravar la explotación, bajar los salarios y aplastar los derechos de los trabajadores. Porque tiene que mantener su posición y, por tanto, acumular más y más rápido que sus competidores, en una situación económica que se endurece con la crisis, las quiebras bancarias y la amenaza de guerra.

Así que sí, la burguesía y Macron no quieren ceder. Pues bien, ¡nos toca a nosotros mostrar la misma determinación en la lucha!

Con esta protesta, se ha abierto una brecha. Aprovechemos para reagruparnos y expresar nuestras reivindicaciones en todas las empresas. Discutamos y organicémonos en todas partes. Y el martes, reunámonos en las calles por millones.

Lo que haga el gobierno, ¡lo pueden deshacer los trabajadores en huelga!

Editorial de los boletines de empresas Lucha Obrera del 27 de marzo de 2023

Nathalie Arthaud