Terminamos el año con el anuncio por parte del gobierno de un nuevo paquete de medidas al cual va a destinar 10.000 millones de euros; en tal paquete se proseguirán con ciertas medidas ya tomadas, como rebaja de los impuestos energéticos y otras nuevas; de las más comentadas, la rebaja del IVA de algunos alimentos básicos, para intentar paliar la inflación.
La rebaja del IVA durará seis meses para los alimentos de primera necesidad, que pasarán de tributar al 4% a hacerlo al 0%. Este grupo incluye al pan, harinas panificables, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, patatas y cereales. Estas bajadas, insignificantes si la comparamos con el alza de precios, además no se van a aplicar ni a la carne ni al pescado. También se rebajará el tipo del IVA al aceite y la pasta, que pasarán del 10% al 5% durante medio año. Según Pedro Sánchez estas bajadas «se mantendrá hasta el 30 de junio o hasta que la inflación subyacente baje del 5,5%. Si cae por debajo de esa tasa, se recuperará el tipo impositivo habitual de IVA en los alimentos antes referidos».
Sin un control real de los precios, la bajada de los productos básicos de la cesta está por ver, o puede ser insignificante teniendo en cuenta además lo que anteriormente han subido.
El IVA es un impuesto indirecto que pagamos en cada artículo que compramos; se aplica al consumidor aunque quien lo recauda es el empresario que debe declararlo e ingresar su totalidad en Hacienda. Es un impuesto de los más injustos pues lo pagan por igual el rico que el pobre, el empresario que el trabajador, el pensionista o el desempleado. Pero las declaraciones de IVA corresponden al empresariado, pues como decimos es un impuesto que recae sobre las ventas, sobre el consumo. Esta bajada del IVA la venía exigiendo AECOC, la patronal de fabricantes y empresas de gran consumo, (Mercadona, Carrefour, Corte Inglés, Coca cola…) desde hacía meses. Incentivar el consumo, pero con dinero público, les parece una fórmula ideal para seguir vendiendo.
Como su propio nombre indica, IVA, es un impuesto que grava el incremento de valor que adquieren mercancías o servicios al ser transformados desde su inicio hasta el consumidor final. O dicho de otro modo, el “valor añadido” es la riqueza producida por el trabajo humano. Pero los que la producen, los que aumentan el valor de cualquier mercancía, los que crean riqueza, en definitiva, son los trabajadores y para ellos solo se destina una parte de esa riqueza en forma de salarios; el resto es plusvalía que va al bolsillo del empresario en forma de ganancias.
Y para que los servicios públicos sigan funcionando correctamente y la cesta de la compra no se haga tan pesada, el dinero debe cogerse de la plusvalía, de los beneficios empresariales, cuya actividad no añade ningún valor a nada.