A finales de octubre, como en varias ocasiones desde hace meses, en las calles de Puerto Príncipe, la capital de Haití, han resurgido de nuevo los gritos de ira de una parte de la población que reclama la dimisión del presidente Jovenel Moïse. Más allá de la corrupción del equipo actual, la raíz de este movimiento es la pobreza, la desnutrición y el caos permanente en este país. Frente a los demagogos de todos los colores que esta situación hace prosperar, la clase obrera es la única fuerza capaz de ofrecer una perspectiva a la sociedad liberándola de los explotadores, del dominio de los capitalistas y de toda la podredumbre que la gangrena.