En Mayotte como en todas partes: desprecio clasista y política de división

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 23 de diciembre de 2024
23 de diciembre de 2024

“Estáis contentos de estar en Francia. Porque si esto no fuera Francia, estarías 10.000 veces más jodidos”: ésta ha sido la respuesta llena de desprecio de Macron a los habitantes de Mayotte que reclamaban agua, víveres y socorro después del ciclón Chido que arrasó la isla.

Más de cien mil personas – y no sólo extranjeros sin papeles – vivían en los barrios chabolas destruidos por los vientos. ¿Cuántos no han sobrevivido? Mil? Diez mil? Diez días después del ciclón, las autoridades son incapaces de dar un balance porque aún quedan zonas enteras sin ver a un sólo socorrista. ¡La vida de los pobres, ya sean franceses o extranjeros, no cuenta para nada!

Mayotte es francesa desde que, hace 50 años, Francia intrigó para que se separase de las Comoras que iban accediendo a la independencia, y cortó en dos a un mismo pueblo mediante una frontera artificial. El imperialismo francés quería conservar una base militar en la zona estratégica del Océano Índico, pero nunca quiso aportar los recursos para desarrollar las islas.

Si bien Mayotte es un poco menos pobres que los países vecinos, o sea las Comoras y Madagascar que fueron saqueados durante décadas de colonización francesa sin ningún desarrollo, aun así, la mitad de sus habitantes vive con menos de 300 euros al mes.

Si bien una pequeña capa de notables se sale con la suya gracias a que sea un departamento (provincia) francés, las clases populares no tienen los mismos derechos que en la metrópoli: el salario mínimo vale 300 euros menos, el ingreso mínimo vital (RSA) es dos veces más bajo. Faltan viviendas y escuelas. Ya antes del ciclón, el agua se cortaba varios días a la semana. El único hospital del archipiélago estaba saturado.

Aunque Chido se venía anunciando, el gobierno no preparó un plan de emergencia, con barcos, máquinas y socorristas, albañiles dispuestos a salir desde el fin de la tormenta. Éste es la aportación de un país capaz, tal y como lo dice Macron con orgullo, de organizar los Juegos Olímpicos. ¿Además tendrían los mahoreses que darle las gracias a Francia?

El Estado no tiene mucha prisa por organizar la ayuda y la reconstrucción, pero teme una revuelta y ha sido rápido para mandar refuerzos de policía, militares, y hasta vehículos blindados. Para desviar la rabia hacia chivos expiatorios, el ministro de Interior Retailleau, y luego Macron junto con los políticos locales, denuncian la supuesta “presión migratoria” en Mayotte.

Mientras los supervivientes se esfuerzan por reconstruir sus casas, Macron anuncia una ley especial para destruir los barrios chabolas, cazar y deportar a los extranjeros “más rápido y más fuerte”.

¡Echar a los Comorenses y a los Africanos no reconstruirá Mayotte! Los cortes de agua que fastidian a la población a lo largo del año no son culpa de los inmigrantes, sino de la filial del grupo Vinci, encargada de distribuir el agua, que cobra millones de dinero público sin garantizar la producción ni desarrollar las redes. La carestía de la vida se debe a que dos grupos, Carrefour-Hayot y Sodifram, se reparten el 84% del mercado de alimentación en el archipiélago mientras el gigante del transporte marítimo CMA CGM impone precios monopolísticos.

El desprecio de Macron para con Mayotte no sólo es de tipo colonial, sino que es el típico desprecio clasista de todos aquellos que gobiernan al servicio de los capitalistas, para con todos aquellos que hacen funcionar la sociedad, sin lograr vivir dignamente de su trabajo.

Hasta en las metrópolis imperialistas, enriquecidas a costa del saqueo de los países pobres, los presupuestos públicos no se destinan a garantizar el mejor funcionamiento de los hospitales, las escuelas, las emergencias y demás servicios vitales para la población, sino que sirven para que Vinci, CMA CGM, Carrefour y demás capitalistas acumulen cada vez más ganancias.

Las leyes se redactan con el objetivo de facilitar la explotación de los trabajadores, los despidos, el pillaje de los recursos, da igual que esto provoque crisis, catástrofes humanas, sociales o medioambientales.

Aquí igual que en Mayotte, los políticos buscan sembrar divisiones entre los explotados para hacernos olvidar la responsabilidad de los capitalistas en las catástrofes. Buscan montar a los trabajadores nacionales contra los extranjeros, a quienes tienen un empleo contra quienes no lo tienen, a los trabajadores del sector privado contra los funcionarios, etc. Es una trampa en la no hay que caer.

Para bloquear el desastre social hacia el cual nos lleva ese orden social indignante, hace falta todo lo contrario: la unión y organización de todos los explotados para derrocar la dictadura de los capitalistas.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 23 de diciembre de 2024