Los dirigentes imperialistas tienen sus planes, los indignados deben tener los suyos

چاپ
Textos del semanario Lutte Ouvrière - 27 de enero de 2025
27 de enero de 2025

Trump ha propuesto trasladar a los habitantes de Gaza a Jordania y Egipto para, según él, “limpiar la casa”. Este ha sido siempre el sueño sionista de la extrema derecha israelí: ¡deshacerse del problema palestino deshaciéndose de los palestinos!

Una propuesta similar hicieron al día siguiente del 7 de octubre los dos ministros de extrema derecha del gobierno israelí. Querían “fomentar la emigración” de los gazatíes. El estímulo consistió en bombardearlos y hacerlos pasar hambre durante 15 meses, matando a más de 45.000 de ellos y convirtiendo la Franja de Gaza en un campo de ruinas.

Según el diario francés Libération, varios ministros israelíes incluso previeron deportar a los gazatíes al Congo en enero de 2024. Y muy recientemente, se dice que la administración Trump ha estado trabajando en una “reubicación temporal” en Indonesia ¡mientras se reconstruye Gaza!

Como promotor inmobiliario sin escrúpulos, Trump puede pensar que puede convertir la Franja de Gaza en Miami Beach. Esto demuestra un desprecio sin límites por los palestinos, que llevan más de 75 años luchando por conservar el derecho básico a vivir donde nacieron y que soportan un sufrimiento sin fin para permanecer en su tierra.

Esta política de limpieza étnica no es nada nuevo por parte de las grandes potencias. Con los indios americanos, Estados Unidos tiene una larga experiencia en el desplazamiento forzoso y el exterminio de poblaciones. Las potencias europeas siguieron las mismas prácticas con los africanos esclavizados y deportados a América, y con otros innumerables pueblos colonizados.

El sionismo forma parte de esta lógica colonial. La guerra emprendida por Israel no comenzó con la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre. Y no es una guerra contra el terrorismo. Porque si esa palabra tiene algún significado, hay que reconocer que el Estado israelí la utiliza a una escala completamente diferente de la de los terroristas suicidas palestinos.

Esta guerra comenzó hace más de 75 años y es una guerra contra todos los palestinos. Una guerra para alejarlos cada vez más. Obligó a cientos de miles de ellos a exiliarse en 1948 y 1967, convirtiéndolos en refugiados en campos de países vecinos o en su propio país, en Gaza y Cisjordania.

Hoy, los dirigentes israelíes debaten la anexión total o parcial de Cisjordania. El ejército israelí ya trabaja allí y, desde el alto el fuego en Gaza, ha intensificado sus intervenciones. La semana pasada se produjeron combates en los alrededores de Yenín, zona teóricamente bajo control de la Autoridad Palestina. Con el pretexto de luchar contra grupos armados, el ejército israelí mató a 11 palestinos. Arrasa y destruye casas y carreteras. Ha aumentado el número de controles y detenciones.

En cuanto a los colonos israelíes, se comportan como en una tierra conquistada. Han cometido una serie de crímenes, provocando la huida de los habitantes y ampliando el alcance de sus asentamientos. Todo ello con la complicidad del ejército y la bendición de Trump, que acaba de levantar simbólicamente las sanciones impuestas por la administración Biden a los colonos acusados de violencia contra civiles palestinos.

Los sionistas más extremistas tienen, por tanto, carta blanca. Pueden contar con el apoyo de Trump, pero también con el silencio cómplice de Francia y de los países de la Unión Europea, que se conforman con emitir declaraciones de protesta, mientras apoyan de hecho la política de colonización de Israel.

A pesar del alto el fuego en Gaza, los palestinos siguen sufriendo. En cuanto a los israelíes, no es convirtiéndose en opresores y verdugos de los palestinos como encontrarán la seguridad y la paz. La paz de los cementerios que Netanyahu quiere imponer no es una paz. Pretendía aniquilar a Hamás. Con sus políticas, ha sido uno de sus mejores reclutadores.

Mientras haya injusticia, habrá revueltas y levantamientos. Esto es tan cierto en Palestina como en cualquier otro lugar. Pero aunque los palestinos resistan con todas sus fuerzas y luchen con la energía de la desesperación, no acabarán por sí solos con la opresión y la dominación del imperialismo. También nos corresponde a nosotros, que estamos en el corazón de las fortalezas imperialistas, dirigir la lucha para derrocarlo. Y debemos empezar, por supuesto, por negarnos a alinearnos detrás de nuestros dirigentes, cómplices de la barbarie.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 27 de enero de 2025