Crisis y guerras en tiempos del capitalismo senil

Textos de congreso de Lutte Ouvrière - Diciembre de 2024
Diciembre de 2024

I. RELACIONES INTERNACIONALES

1. Años de crisis, de guerras, años de hundimiento en la barbarie y repetición, o como se dice en el caso de los terremotos, réplicas del año pasado. Pero no es solo eso, es también una agravación, siquiera por su duración.

Un año más, es el reflejo de que la burguesía no ha hecho, y tampoco puede dar un paso más para salir de la crisis de su economía.

Un año de guerra de “alta intensidad” entre Rusia y Ucrania, como en Oriente Medio, son decenas de miles de muertos, destrucciones gigantescas, y muchos más allá de las víctimas presentes, la certeza creciente de que la caída en la barbarie va a durar, y que aquello es el único porvenir que puede ofrecer el dominio de la burguesía imperialista sobre el planeta.

2. La fase actual de la crisis dura desde medio siglo, y se enmarca en eso que los economistas burgueses llaman cada vez más “crisis secular”. Se ha agravado a partir de los años 1970 por la crisis del sistema monetario internacional, la supresión de la convertibilidad del dólar, y las crisis sucesivas del petróleo.

Esta crisis secular ha acabado de manera definitiva con los “Treinta Gloriosos” (en realidad un breve periodo durante el cual se reinició la máquina de la economía capitalista, la reconstrucción de las destrucciones de la Segunda Guerra Mundial siendo el principal motor de esta recuperación). Es cierto que las crisis ritman toda la historia del capitalismo desde sus inicios, y constituyen una de las fases de sus desarrollo. Pero, a diferencia de las crisis del capitalismo ascendiente, seguidas por periodos de auge, la crisis del capitalismo senil en la época imperialista tienden a prolongarse, e incluso a perpetuarse (de allí la expresión de “crisis secular”).

3. En cuanto a la evolución de la fase actual de la crisis, todo indica que aún no hemos visto lo peor. Es lo que dice la burguesía y sus portavoces más o menos oficiales. La prensa burguesa, en particular la económica, está atormentada por el temor a una posible crisis financiera en un mundo capitalista ampliamente financiarizado, que puede desembocar en un colapso económico comparable al del 1929 o peor aun.

4. No es el caso de la crisis presente, hasta ahora. Se puede sacar la conclusión de que hasta ahora la economía mundial se ha librado, pero también, y es mas verosímil, que el peor está por venir.

Uno de los indicios más importantes del estado de la economía capitalista mundial es el de los intercambios. De momento, el comercio internacional no se ha derrumbado, a pesar de las medidas proteccionistas tomadas por las potencias imperialistas, principalmente Estados Unidos, que dominan la producción y el comercio mundiales. Sin embargo, la multiplicación de las medidas proteccionistas empieza a impactar este indicio también. “El comercio mundial pierde su dinamismo” afirma el periódico francés Les Echos del 26 de agosto de 2024. Para precisar que “esta disminución de velocidad es debida principalmente a un deterioro de las exportaciones de los países de la Unión Europea (UE)”.

Cambio en las relaciones de fuerzas entre países imperialistas

5. Las estadísticas globales acerca del conjunto de las potencias imperialistas disimulan un cambio en las relaciones de fuerzas entre aquellas.

Siquiera por su duración, exacerbando las rivalidades, la crisis ya afecta profundamente las relaciones de fuerzas entre Estados Unidos y Europa. El mismo artículo del periódico Les Echos apunta específicamente a “la evolución en Alemania donde disminuyeron las exportaciones de productos químicos y demás bienes manufacturados”.

6. En otro articulo reciente de Les Echos (12 de septiembre de 2024) se comenta un largo informe de Mario Draghi “entregado a Bruselas” que “alerta sobre una economía europea en peligro”. En modo pánico, habla de la insuficiente competitividad de aquella economía, para lanzar un aviso “O actuamos, o será una lenta agonía”.

La elección de las palabras no es casual. Y no es un periodista que hace comentarios. Draghi es una de las personalidades más relevantes del mundo burgués, y habla de Europa agonizante. No se habla de la necesidad de competir mejor con Rusia ni siquiera con China. Habla de Estados Unidos. Nos damos cuenta de que, en su conciencia de hombre responsable de la burguesía europea, su temor es que Europa entre en agonía frente a Estados Unidos y su competencia. Y apunta responsabilidades : la insuficiencia de inversiones productivas.

¡Vaya noticia! ¿Cuántas editoriales hemos dedicado a este tema desde los años 1970? Pues sí, la burguesía tienes cada vez menos tendencia a invertir en la producción y cada vez más en la especulación, amplificando la crisis. Al observar, en el Programa de Transición (1938), hasta qué punto la burguesía estaba perdida, impotente, en pánico ante las sacudidas de su propia economía, Trotsky describía una realidad muy similar a la actual.

7. Esto en cuanto a los hechos. Este desfase creciente entre la economía europea y la americana es al mismo tiempo reconocer el fracaso de la Unión Europea. Los motivos de este fracaso parten de los mismos hechos : a pesar de la larga y difícil “construcción europea”, no se ha unificado Europa y los distintos Estados que la componen siguen en competencia los unos contra los otros. La UE no es para nada la unificación europea, sino una arena más donde se enfrentan los capitalistas de Europa. No solo la Unión es limitada, sino que ademas es reversible.

8. La libre circulación dentro de la UE era una de sus escasas consecuencias favorables al conjunto de la población. La llamada “libre circulación” de las personas – ¿hace falta recordarlo ? – siempre ha sido una broma para todos los que no tienen la nacionalidad de uno de los países de la zona Schengen. Pero la reciente decisión de Alemania de restablecer el control en sus fronteras recuerda con qué facilidad uno de los Estados de la UE puede, de un día para otro, tirar a la basura esta medida emblemática.

Y se trata solamente de uno de los aspectos de la Unión, un aspecto menor para las burguesías nacionales. ¿Pero, en cuántos temas esenciales – ejércitos, fuerzas de represión, administraciones, instituciones políticas, impuestos, legislación social, leyes, etc. – Europa no ha sobrepasado la parcelación de sus Estados? En la rivalidad entre Europa y Estados Unidos, es una discapacidad insalvable.

El colapso financiero sigue siendo por ahora una amenaza

9. Cuando se compara la crisis actual con la del 1929, en su punto álgido, sea por el efecto de la crisis misma o de las medidas proteccionistas consiguientes, el comercio internacional no se ha hundido realmente. El valor de los intercambios internacionales fue dividido entre tres entre 1929 y 1933. Hoy en día, no es el caso en absoluto, ni en los intercambios ni tampoco en la producción.

10. La gran diferencia, de momento, entre la crisis actual y la larga depresión ocurrida después del 29, es el que la gran burguesía siga realizando beneficios considerables. Lo hace a costa de la clase obrera, de los trabajadores, de los pensionistas, y a costa de todo lo que sirve a la clase populares en los servicios públicos: salud, educación, transportes públicos, etc. Realiza sus ganancias principalmente vía la especulación y la finanza.

11. Las operaciones financieras que participen al reparto de la plusvalía entre capitalistas se vuelven factores de amplificación de la crisis. Las publicaciones financieras especializadas reflejan la inquietud profunda de la gran burguesía ante la amenaza de un colapso financiero de amplitud jamás visto. Se pasó muy cerca en 2008. No fue tan lejos como después del 29. En el periódico Les Echos del 17 de septiembre de 2024, afirman sin embargo que “Los Estados europeos se apresuran para saldar las cuentas de la crisis de 2008” y que el solo Estado holandés había gastado 27 mil millones de euros para salvar ABN AMRO (primer banco de los Países Bajos) de la quiebra. Y se trata solo de un pequeño Estado imperialista….

¡El fantasma de una mayor crisis financiera tiene por qué acechar a la gran burguesía!

Inteligencia artificial : de la promesa científica y técnica a las especulaciones reales

12. Se entrelazan tanto las promesas de subida de la productividad y las especulaciones sobre aquellas, que las cabezas de la burguesía pierden completamente el norte. Así va con esta actualidad de moda, la IA (inteligencia artificial), en cuanto a los economistas, los periodistas y a través de ellos el gran publico.

El rigor científico se mezcla con la imaginación mas fantástica y la especulación sin límite, pasando por la psicoanálisis.

13. Bajo el titulo “Nvidia : un auge ante las primeras dudas sobre la IA”, Le Monde del 20 de agosto vuelve sobre el mecanismo especulativo que se descontrola alrededor de esta empresa : “El héroe de esta historia, Jensen Huang, cofundador y patrón de Nvidia […], hace falta decir que con Elon Musk, es la personalidad mas famosa de la Silicon Valey. Una de las mas ricas también. Pues su empresa, de la que posee 3,5% del capital, no vale más de 1 millón de millones de dólares en Bolsa, como indica la placa, pero más de 2,5 millones de millones. El 18 de junio, superó hasta Microsoft y Apple, al nivel extremo de 3,3 millones de millones de dólares, y brevemente volverse la empresa más cara del mundo.

Sin embargo, Nvidia no produce ni smartphones, ni ordenadores, ni software, solo tarjetas grafica. Pero aquellas son mágicas. Son la llave del mundo preocupante y fascinante de la IA. Por su capacidad de cálculo y su flexibilidad de uso sin parangón en el mercado. Entonces, cuando Microsoft, Google y Amazon decidieron invertir decenas de miles de millones de dólares en sus data centers para entrenar los modelos de IA, como el robot de conversación ChatGPT de OpenAI, no han tenido otra que tocar a la puerta de Nvidia. Y sus miles de millones cayeron en los bolsillos de la empresa de San José.

14. Durante el año 2023 (ejercicio fiscal cerrado a fines de enero), sus ventas han saltado de un 126%, a 61 mil millones de dólares y su beneficio neto llegó a casi 30 mil millones. Es algo jamas visto en el mundo austero de los fabricantes de chips, y en general en las tecnológicas tampoco. Intel, en tiempos alegres de su monopolio sobre los PC con Microsoft, no ha alcanzado nunca tal rendimiento, tampoco Apple en plena frenesí de Iphone, hasta tal punto que los analistas quedan perplejos ante tal entusiasmo : ¿llama pasajera, burbuja o cambio de época?” En función de la respuesta, empieza la especulación.

15. “Las matemáticas al socorro del agujero de aire de la IA”, escribe Le Monde del 27 de agosto de 2024 :

A medida que avanza la investigación, aparece la necesidad de reanudar los trabajos en matemáticas fundamentales, donde se pueden identificar invariantes […] y una infinidad de maneras de ponerlos en la práctica”.

Un estudio, publicado a fines de junio por uno de los bancos más potentes del mundo, Goldman Sachs, aporta una respuesta : “IA generativa : ¿demasiado gastos, demasiado poco beneficiarios ?” (Le Monde del 20 de agosto de 2024).

Desde el punto de vista de un patrón de banco, un céntimo es un céntimo, o más bien un millón es un millón.

Pero esto no impide que olas sucesivas de especuladores apuesten como se hace en las apuestas hípicas, sobre el caballo que se espera que va a ganar. Y para aderezar sus apuestas, algunos las hacen con criptomonedas.

De la finanza a las monedas : otra vía de propagación

16. Un colapso financiero implicaría mecánicamente fluctuaciones monetarias más o menos graves, posibles vectores de transmisión de la crisis financiera.

De hecho, el eje del sistema monetario es el dólar por el momento. Por múltiples motivos, entre aquellas la división de Europa en un Estados con intereses distintos, o incluso opuestos, el euro no ha llegado a sustituir el dólar, ni mucho menos. No lo ha logrado tampoco ninguna de las grandes monedas existentes – yen japonés, yuan chino, libra esterlina británica. Más aún, resultan completamente irreales los proyectos de crear una divisa capaz de reemplazar al dólar, en particular los proyectos atribuidos a los BRICS (asociación entre Brasil, Rusia, China, India, Sudáfrica, Arabia Saudi, Irán, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos). Competir con el dólar a un nivel u otro, regional o en tal o cual circunstancia geopolítica, puede ocurrir. Pero sustituirlo, no.

La amenaza de una crisis financiera se completa con la amenaza de crisis monetarias. Un primer indicio de una o varias futuras crisis monetarias es el desbocamiento actual del precio del oro.

Ascenso bélico

17. En vísperas de la Segunda Guerra mundial, nadie podía prever por qué camino los “distintos conflictos y explosiones sangrientas” se confundieran en un “incendio mundial” (Programa de Transición). Tampoco hoy el proceso actual tiene porque ser una copia de la Primera, o de la Segunda Guerra Mundial. Lo único cierto es que es inevitable.

En su pasado, la burguesía puede encontrar una multitud de procesos fruto de muchas situaciones empujando hacia una generalización de la guerra. Ya los puede encontrar en su primera juventud, empezando con los periodos en los que aún no postulaba al poder y le bastaba con contribuir, sobre todo financieramente, a las guerras llevadas a cabo por la clase feudal que la precedió como clase explotadora.

18. El largo periodo que los historiadores acabaron llamando “Guerra de los cien años”, la última que tanto duró, fue en gran medida una sucesión de guerras feudales. Se extendió sobre 116 años 4 meses y 15 días, de 1337 a 1453. Y, a pesar de su carácter dinástico feudal, la burguesía, sus intereses y su dinero empezaban a tener un papel capital en ella.

19. En cuanto a la Guerra de los Treinta años, cuyas fases bélicas eran más frecuentes, entrecortadas con treguas más o menos importantes, empezó en 1618 para acabarse en 1648 con el tratado de Westfalia. En algunas regiones de la futura Alemania, la pérdida de población alcanzó entre 66% y 70%. En muchos aspectos, esta guerra cuyos motivos afirmados eran religiosos, y que oponía príncipes protestantes a un emperador y a otros príncipes católicos, dibujó el mapa de Europa hasta la Revolución francesa y las guerras napoleónicas.

20. La burguesía imperialista senil tiene por qué encontrar precedentes en su pasado… Pero dispone hoy en día de recursos materiales mucho más potentes. Y la comparación no es anecdótica : la guerra en Oriente Medio, si le fijamos el inicio con la declaración de Balfour de noviembre de 1917, sobrepasa alegremente los cien años. En aquella declaración, Gran Bretaña, futura potencia colonial, queriendo suceder al dominio de Turquía, se declaró a favor de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina : una tierra dos veces prometida …

El temor a la crisis financiera

21. Siempre fomentando las inquietudes de sus políticos y sus periodistas, mientras no haya crisis financiera verdadera con efectos que se puedan comparar con los que sufrió el mundo capitalista a partir de 1929, la gran burguesía no necesita preocuparse mientras le llegan sus beneficios. Sea cual sea el valor de la moneda en la que se realizan, le dan tiempo para preparar lo que viene después, y en concreto una agravación del auge bélico.

22. Si es incontestable que el proletariado no está preparado para la guerra en absoluto, en muchos temas es también verdad, de cierta manera, en cuanto a la burguesía, como se puede notar en el retraso acumulado en las capacidades de las grandes potencias para entregar armas, incluso para Ucrania.

Tanto la guerra ruso-ucraniana como la de Oriente Medio son buenas escuelas para sus Estados Mayores. Ya lo son en varios campos : por ejemplo, el uso masivo de drones, su fabricación, etc. También lo es, en otro tema, la guerra subterránea en la que el ejercito israelí esta adquiriendo una competencia sin precedente contra Hamás y mas recientemente contra Hezbolá en Líbano.

Es seguramente así también en muchos otros temas protegidos por el secreto militar, que relativizan el riesgo de una guerra nuclear. Una eventual guerra nuclear no se haría con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, que son de 80 años atrás.

Si vemos las pocas informaciones que salen de los secretos militares de los estados mayores, la inquietud de aquellos es adaptar las armas nucleares para hacerlas más maleables, luego más utilizables en circunstancias diferentes o variadas.

Recordar también que en tiempos de la guerra fría entre el mundo occidental y la URSS, esta confrontación, aunque alimentaba el llamado “equilibrio del terror”, finalmente no provocó la guerra nuclear.

23. Nada indica que la subida de la guerra desemboque, en una fase u otra de su desarrollo, en una copia de la Primera o de la Segunda Guerra Mundial. Igualmente puede proseguir, profundizarse mientras prolonga lo que ocurre ahora. Como paradoja, es también verosímil que este auge bélico bajo la burguesía senil y el capitalismo en crisis reproduzca las guerras llevadas en colaboración con la burguesía naciente, en tiempos del capitalismo cuando salia de la envoltura feudal.

En busca de aliados

24. El permanente esfuerzo por buscar aliados forma parte de la guerra. Todas las del pasado nos recuerdan que la búsqueda de nuevos aliados no solamente sigue sino que además se intensifica en las guerras mismas. Enseñan también que los cambios de bando pueden multiplicarse y que la configuración de las alianzas de hoy no prejuzgan de lo que será a largo plazo.

25. La prensa menciona cada vez más a menudo el caso de África, donde la decadencia de Franciáfrica abre nuevas posibilidades y vuelve a barajar muchas cartas de la época de la conferencia de Berlín, del 15 de noviembre de 1884 al 26 de febrero de 1885. Esta conferencia había dibujado para más de un siglo las fronteras en África sin tener en cuenta las pertenencias étnicas de las poblaciones. Aunque dos guerras mundiales han modificado el mapa de África, principalmente a costa del imperialismo alemán, solo fue un cambio mínimo.

Los usos de las riquezas mineras, considerables, que el capitalismo tenía con este continente ya no son los mismos hoy que en el siglo XIX, cuando se repartieron África. Que se piense siquiera en el uranio de Burkina Faso, o a los múltiples metales en Congo ex-Zaire, indispensables para los vehículos eléctricos. La rivalidad entre grandes potencias para contratarlos amenaza ser más feroz.

26. Un articulo de Le Monde de 22 de agosto de 2024 : “Un año tras la desaparición de Yevgueni Prigozhin, fundador del grupo paramilitar Wagner : África, nueva línea de frente entre Occidente y Rusia”.

¡No es de sorprender que el derrumbe de Franciáfrica haya creado apetitos para el continente africano!

Hace falta recalcar, sin embargo, que si la expresión de Le Mondela vuelta ganadora de Rusia en África” es fuertemente exagerada, sigue siendo verdad que las ventajas para la Rusia de Putin provienen, en gran medida, de la herencia de la URSS con su política de alianzas con regímenes llamados progresistas en su momento, es decir, que en un contexto de hostilidad entre los bloques, rechazaban alinearse de manera sistemática detrás de Washington. En consecuencia, de manera bastante indirecta, estas ventajas vienen de la propia revolución rusa.

27. Una de estas herencias lejanas consiste en que, durante la guerra fría, se invitaba casi siempre a intelectuales de países africanos a hacer sus estudios en Moscú. Aquello creó en su tiempo enlaces, vínculos, incluso personales, entre estos estudiantes africanos y soviéticos para quien permitía abrir una posibilidad de irse de la URSS. De ambos lados, oficiales de los ejércitos africanos y cuadros rusos, es la misma generación que se encontraba al mando.

28. El apoyo casi unánime de las potencias imperialistas a Ucrania en su guerra contra Rusia enfoca, y con razón, la atención sobre las amenazas de confrontación más directa entre Rusia y la OTAN, expresión militar de las potencias imperialistas.

29. Puede representar una fase en una evolución guerrera de un mundo que se está militarizando. La Rusia de Putin está directamente metida en la guerra, aunque de momento las potencias imperialistas multipliquen las líneas rojas para demostrar que aún no están en un engranaje que no se pueda parar.

Sin embargo, el enfoque de los jefes políticos y militares del imperialismo americano está puesto sobre China. China está en una carrera armamentística con Estados Unidos, que se traduce en las estadísticas. Toda Asia oriental, hasta Australia, participa en una febril búsqueda de alianzas.

El estrecho de Taiwán (o estrecho de Formosa) que separa China continental de la isla de Taiwán es uno de los puntos más calientes del planeta, con otro punto : la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur. 70 años después de la guerra de Corea, la paz no se ha firmado aún entre las dos partes de un mismo país, siempre separadas por alambres y campos de minas.

30. Y lo que es obvio en la realidad de los hechos se expresa claramente en un artículo de la revista americana Foreign Affairs, publicada el 1 de octubre de 2024, firmado por Antony Blinken, ministro de asuntos exteriores de Biden.

Empieza el artículo por “hay una competencia feroz para definir una nueva era en los negocios internacionales. Un pequeño numero de países – principalmente Rusia con la colaboración de Irán y de Corea del Norte, y China – están decididos a modificar los principios fundamentales del sistema internacional… Todos buscan erosionar los fundamentos de la fuerza de Estados Unidos : su superioridad militar y tecnológica, su moneda dominante y su red de alianzas y colaboraciones sin parangón…“

Y Blinken de pegarle la etiqueta de “potencias revisionistas” a aquellos Estados, siempre precisando mas lejos que entre estos Estados, “China es el único que tiene la intención y los medios de remodelar el sistema internacional, el más importante competidor estratégico a largo plazo”.

No obstante, aunque ambos mantienen el dedo en el gatillo, no hay lugar en el planeta donde China y Estados Unidos estén en conflicto militar directo. Pero el mundo entero teme que pueda ocurrir después de cualquier provocación o incluso de cualquier accidente, con tantos buques de guerra y bombarderos cruzándose en el mar de China.

¿Por qué China?

31. En un texto de preparación de uno de nuestros congresos, publicado en diciembre de 1971, resumimos nuestras posiciones acerca de la natura de clase del Estado chino. Nuestras posiciones eran diametralmente opuestas a las del conjunto del movimiento trotskista, empezando por la principal corriente que se reivindica de la etiqueta de la IV Internacional y como heredera de Trotsky.

Este texto, “El caso de los países subdesarrollados en ruptura política con el imperialismo” habla de China, al mismo tiempo que Yugoslavia, Cuba, Albania, y Vietnam del Norte, en los términos siguientes :

Disfrutando de circunstancias históricas excepcionales, unos pocos países subdesarrollados […] han sido llevado a romper políticamente y económicamente con el imperialismo y a hacer una serie de reformas económicas y sociales destinadas a permitirles sobrevivir, si no desarrollarse.”

32. Este texto fue redactado en una época en la que, en los medios políticos en un sentido amplio, China era considerada como un país comunista. Queríamos afirmar, especialmente en relación con el resto del movimiento trotskista, no solamente que no era así, sino también que no son Estados obreros en absoluto sino Estados burgueses. Aun así representan originalidades profundas en comparación con los Estados de los demás países subdesarrollados.

En primer lugar, representantes políticos radicales de la burguesía nacional, actuando en nombre de una ideología vagamente comunista como Mao o Tito, llegaron a encabezar sublevaciones de campesinos y apoyándose sobre ellos, conquistar el poder en nombre de la burguesía nacional. Para concluir que “el Partido comunista chino […] ha sido en su origen un partido proletario, luego separado del proletariado (véase el aplastamiento de la revolución proletaria china en 1927) y que ha acabado dando la espalda conscientemente, eligiendo como programa el de la burguesía nacional (denunciando la lucha de clases en nombre del bloque de cuatro clases, resistencia nacional anti-japonesa, etc.) y como tropas el campesinado dirigido por la inteligencia. A pesar de su etiqueta, el papel de estos partidos ha sido, según la fórmula de Trotsky, el papel de puente entre el movimiento campesino y la burguesía nacional de las ciudades, ofreciendo a esta una alternativa política cuando se desvanecía cualquier otra solución.”

33. Esta posición nos oponía obviamente de manera radical a la corriente maoísta que dominaba entonces la extrema izquierda en Francia. Pero nos oponía igualmente al resto del movimiento trotskista para quien la China de Mao era un Estado obrero, aunque esta calificación iba acompañada de adjetivos como “deformado” o “desfigurado”.

El debate que habíamos introducido en este momento en el movimiento trotskista no tocaba solamente una cuestión teórica, sino también esta cuestión fundamental: ¿puede un Estado obrero surgir sin participación activa, consciente, del proletariado? Mejor dicho : puede ser sustituido el proletariado por un ejército campesino dirigido por pequeños burgueses nacionalistas (China) ? Por un ejército de la burocracia soviética (Democracias populares)? O por una junta militar que se pretende revolucionaria, socialista o comunista, como el régimen de varios países de África ?

Nuestra conclusión en este texto de 1972 era la siguiente :

Sea cual sea el ritmo, la toma de conciencia de la clase obrera de estos países tiene que poder concretarse con organizaciones autónomas, y la formación de partidos obreros revolucionarios con la meta de tomar el poder para la democracia proletaria. El proletariado de estos países, por ser parte integrante del proletariado mundial, portador del porvenir socialista, es la única clase que ofrece una perspectiva a estos países. Aun siendo débil en el marco nacional frente a la enorme masa de la pequeña burguesía campesina, es fuerte por la fuerza del proletariado internacional, pero sólo una Internacional revolucionaria puede hacer esta fuerza concreta.”

No tenemos nada que cambiar a este pasaje que sigue resumiendo nuestra posición política acerca de la tarea de los revolucionarios en China hoy en día.

China bajo la presión constante del imperialismo

34. El Estado chino ha sufrido en toda su historia reciente, las presiones del imperialismo desde la sublevación campesina que llevó a Mao Zedong al poder. Presiones abiertamente militares en tiempos de Mao (guerra de Corea de 1950 a 1953, y luego de manera más indirecta, guerra de Vietnam) así como presiones de otras formas incluso después de la muerte de Mao y el tiempo de Deng Xiaoping con la orientación de reanudar con el mundo dominado por el imperialismo.

Dado que China no aceptó la dominación directa de las potencias imperialistas, los enfrentamientos y los periodos de bloqueo le impidieron disfrutar de la división internacional del trabajo. El carácter dictatorial que ha tenido el régimen bajo todos sus presidentes sucesivos, de Mao a Xi Jinping derivaba de la necesidad de realizar una forma de acumulación primitiva.

35. La base social del régimen de Mao era el campesinado. Pero éste no estaba en el poder. Los objetivos esenciales de aquel poder eran sacar del campesinado, y luego de su componente echada del campo y proletarizado, lo que hiciera falta para realizar este tipo de acumulación primitiva, para poner a disposición del Estado algo para recuperar su retraso.

36. El Estado chino, disfrutando al principio de la confianza de los campesinos en revuelta que lo habían llevado al poder, no solamente ha logrado darse una industria consecuente, alcanzar un grado de desarrollo que ningún otro país subdesarrollado, de tamaño, población y recursos comparables (India, Brasil, Indonesia…) ha llegado a crear. Obtuvo todo ello a espaldas de los campesinos y de los obreros, con métodos tan brutales como los de sus compadres más antiguos en la vía del desarrollo capitalista.

Gracias a un alto grado de estatismo, China pudo elevarse al rango de las naciones capitalistas. Pero sigue sufriendo la presión de las naciones que, beneficiando de los siglos de acumulación primitiva y teniendo las plazas privilegiadas en la constitución del mercado mundial y sus división del trabajo, se han entregado a la evolución hacia el imperialismo, que les permitió participar al pillaje de todo el planeta.

Cuando los portavoces del imperialismo dan a los lideres chinos consejos que su propios amos no pueden ni quieren aplicarse a sí mismos.

Esta presión se manifiesta de manera más sutil que en el pasado. Pero en el fondo, con la misma preocupación que en 1839 llevó a Gran Bretaña a provocar la primera guerra del opio.

37. Como explica el periódico inglés London Financial Times: “En visita en Pekín al final del año pasado, el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell se ha quejado de la rápida subida del excedente comercial de China con Europa, en el mismo tiempo que su mercado se volvía más difícil de penetrar para las empresas europeas.

Aquí viene la exigencia: “O la economía china se abre más, o podríais tener una reacción de nuestra parte”, les avisó Borrell.

Y el mismo periódico resume esta idea precisando que “hace años que los economistas reclaman que China haga algo para estimular su consumo y haga volver al equilibrio una economía dependiente de inversiones fomentadas por la deuda”. ¡Qué casualidad!

Dos siglos después, los representantes actuales de la burguesía recuperan el tono bélico para exigir algo que recuerda el motivo por el que el imperio británico había provocado la primera guerra del opio. Claro, el producto ya no es el mismo. China no quería comprar nada a Inglaterra entonces, esta última la había obligado a comprar el opio a la India, joya del imperio colonial británico.

38. El periodista del London Financial Times insiste : “Los economistas afirman que para que se sientan más a gusto los consumidores y que puedan gastar más, en particular después de la crisis inmobiliaria, China tiene que acelerar el desarrollo de sus programas de protección social y sanidad. Aunque China haya realizado avances en el desarrollo de sus sistemas públicos de jubilación y sanidad, aquellos siguen siendo deficientes.” ¡Qué maravilla ver a representantes del imperialismo, que no hacen tanto en su país, apelar a una mejora de las condiciones de vida de los obreros chinos!

39. No son las condiciones de vida de los trabajadores chinos las que preocupan a los dirigentes ingleses, americanos (o franceses, pues Les Echos y Le Figaro están llenos de consejos del mismo estilo hacia los chinos). Pero, puesto que China ha acumulado cierto tipo de mínima acumulación primitiva, haría falta imponer que su Estado no solamente amplíe el mercado chino, sino que, sobre todo, deje realizar sus ganancias allí a las burguesías imperialistas, y primero a la de Estados Unidos.

La presión imperialista se manifiesta de forma extraña: ¡los países imperialistas exigen que China dedique menos inversiones a la industria y más al consumo, y al de las clases populares en particular ! Son economistas de los países imperialistas que hacen presión hoy no solo para un desarrollo del consumo con una subida de los sueldos de diversas maneras, sino también para que le Estado chino construya una manera de seguridad social para que los campesinos que se han vuelto proletarios puedan disfrutar de un mínimo de atención sanitaria adecuada.

40. Por retomar una expresión que se ha difundido, “China se ha vuelto el taller del mundo”, es decir una subcontrata de las potencias imperialistas. Luego, desde un punto de vista económico, conlleva la obediencia requerida de una subcontrata a su mandante, con los desacuerdos y las oposiciones que esto supone, también una identidad de intereses fundamental, aunque conflictiva, en sus relaciones.

El proletariado chino y el futuro de la humanidad

41. Lo que pasa en China es capital para el porvenir del conjunto de la humanidad. Lo es desde el punto de vista de la burguesía imperialista. De la coexistencia, o incluso la colaboración entre el imperialismo occidental y China, depende la evolución futura en un sentido guerrero más o menos grave. Pero también el porvenir proletario.

El estatismo ha facilitado a la burguesía china todo lo que hemos recordado antes. Pero esta evolución, con la industrialización, también ha reforzado al proletariado chino. Representa hoy uno de los más fuertes batallones, cuando no el más numeroso, del proletariado mundial. Y se trata del proletariado de un país con experiencias, incluso revoluciones numerosas y radicales.

No sabemos en qué medida fue transmitido este pasado a las generaciones de ahora. La dictadura sobre los campesinos primero, y luego cada vez más sobre el proletariado que ha salido del campesinado a lo largo de la industrialización, constituye obviamente una poderosa barrera para este transmisión.

42. Pero las ideas revolucionarias siempre encontraron una manera de superar este tipo de barreras en el pasado. La dictadura de una clase privilegiada no ha impedido nunca las revoluciones. No ha impedido nunca que tenga que dejar el sitio una clase privilegiada que ha hecho su tiempo, a favor de una clase ascendente.

La desaparición de cualquier forma de Internacional revolucionaria hace que, a pesar de los medios técnicos de las comunicaciones que podrían facilitarlas, ignoramos todo lo que está ocurriendo en China, especialmente en sus empresas.

Sin embargo, podemos afirmar que, empiece donde empiece la revolución, tendrá que sacudir al proletariado chino para triunfar a escala internacional. Y cuando nos acordamos de las dificultades de la revolución rusa de 1917, no solamente para llevar al proletariado al poder, sino también para que lo conservara, el proletariado chino tiene ventajas, con su demografía, sus recursos, que no tenía el proletariado ruso en aquel momento.

Conclusión

43. No podemos saber cómo las nuevas generaciones chinas traducen todo esto. En un primer momento, seguramente no en el sentido del comunismo, con tanto descrédito de la ideología comunista por el régimen chino, que la sigue reivindicando falsamente. Tiene que haber una reacción similar a la ocurrida en los países de Europa oriental o en la URSS bajo Gorbachov o Yelstin. Pero no significa que no haya grupos, incluso de nuestro tamaño, que estén militando en este terreno. Pues la historia puede enseñar muchas cosas.

No podemos prever en absoluto, tampoco adivinar (ni tendría sentido hacerlo), cómo se realizará esta toma de consciencia necesaria de la clase obrera. Aun así, podemos afirmar que la inteligencia revolucionaria tendrá un papel importante en ello. Falta que nazca y se ponga a trabajar.

44. Bajo el título “el fin de la historia”, el economista americano Francis Fuykuyama escribío tonterías cuando desapareció la URSS. Pero la historia no se ha detenido en 1992, cuando se publicó su texto.

Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases.” afirmaba en 1848 el Manifiesto del Partido Comunista. Seguirá así mientras nuestra sociedad quede dividida entre dos clases fundamentalmente opuestas, la burguesía y el proletariado.

Las leyes del desarrollo histórico, es decir la vida y las acciones de unos ocho mil millones de seres humanos que habitan el planeta, son infinitamente más poderosas que las divagaciones de un individuo o incluso de la agitación de todos los dirigentes del mundo.

La guerra ininterrumpida, a veces abierta, a veces encubierta... siempre acaba o bien en la transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien en la destrucción de las dos clases en pugna.” Es lo que Rosa Luxemburgo resumió sucintamente con “Socialismo o barbarie”. No como comentadora dejando una pregunta, sino como militante: actuar para la transformación revolucionaria de la sociedad es el único medio para evitar la barbarie.

45. Sean cuales sean los altibajos de la vida colectiva de la humanidad, de la actualidad, sean cuales sean los plazos, al final la necesidad histórica acabará imponiendo su ley. Se hará de la única manera posible, por la acción de los propios hombres. Lo que significa para el proletariado que es necesario darse partidos de clase y, en nuestra sociedad global, una Internacional comunista revolucionaria. Esos partidos, esa Internacional serán los portavoces de la necesidad histórica y los artesanos de su cumplimiento.

II. ORIENTE MEDIO SUMIDO EN LA BARBARIE IMPERIALISTA

El ataque de 7 de octubre dirigido por Hamás desde Gaza contra el territorio israelí ha reiniciado la guerra en Oriente Medio. Si bien esta guerra es un episodio más en un conflicto que lleva un siglo encendido, ya nos impresiona por su duración, su ferocidad, su tendencia a desembocar en un conflicto más amplio, a escala regional o más allá.

Los responsables de Hamás que decidieron el ataque quisieron volver a ocupar el escenario con el problema palestino, que los dirigentes israelíes y occidentales habían conseguido ocultar un tanto en los últimos años. En la realidad, la política de los dirigentes israelíes no podía hacer otra cosa que preparar semejante explosión. Los representantes de la extrema derecha integrados al gobierno de Netanyahu acentuaron su radicalización hacia la derecha. Prácticamente, su política viene determinada por los partidarios de una colonización acelerada en Cisjordania, de mantener el bloqueo de Gaza con el fin de no dejar al territorio ninguna posibilidad de desarrollo, así como de afirmar el carácter judío del Estado israelí, implementando un verdadero apartheid contra los pueblos no judíos.

La política de Israel ha desacreditado fuertemente la Autoridad Nacional Palestina puesta en marcha en los acuerdos de Oslo, reduciéndola a una fuerza supletoria del ejército ocupante en Cisjordania. Le ha quitado al pueblo palestino todas las esperanzas de mejorar su suerte; pero al mismo tiempo sólo ha podido reforzar en él las tendencias favorables a una guerra abierta contra las fuerzas israelíes, y en particular la tendencia más radical de Hamás, que preparó y llevó a cabo el ataque de 7 de octubre.

El hecho de cuestionar de manera espectacular la política israelí le ha proporcionado a Hamás un repunte de popularidad entre los palestinos – al menos para un tiempo determinado. Sin embargo, esta manera de poner la cuestión palestina encima de la mesa ha sido la peor desde el punto de vista de los intereses de la población de Gaza y de Cisjordania. Primero porque la decisión de Hamás de realizar el ataque, una masacre de civiles con toma de rehenes, le ha favorecido al gobierno de Netanyahu. Le ha dado la oportunidad de formar la unión nacional detrás de su persona y acallar las oposiciones justo cuando perdía crédito en su política interior. Por otra parte, la población palestina de Gaza y Cisjordania ha sido entregada a una respuesta del ejército israelí, de la cual se podía prever su ferocidad. Tras un año de guerra y la destrucción casi entera de Gaza, se puede medir no sólo la dramática amplitud de la respuesta militar israelí, sino también el hecho de que los dirigentes de Hamás no se preocuparon por preparar al pueblo para ello, ni tampoco, claro está, por saber qué pensaba la población.

Esa política no nos puede sorprender por parte de una organización islamista reaccionaria como Hamás, que desconfía profundamente de su población y no contempla otra manera de dirigirla que imponiéndose a ella. Lo ha demostrado con su gobierno autoritario de Gaza desde 2007. También lo demostró con su actitud cuando se produjeron movimientos de masa que opusieron a las fuerzas de represión israelíes la población árabe de Israel o de Cisjordania. Entonces lanzaron cohetes sobre Israel, procurando desplazar el enfrentamiento al terreno militar, una manera de convencer a los pueblos árabes movilizados de que su representante necesario era Hamás y la única manera de luchar era respaldar su guerra. El resultado fue parar el movimiento de masas, quitándole toda posibilidad de seguir una vía propia.

El ataque de 7 de octubre no ha hecho más que prolongar el mismo método. Para los dirigentes de Hamás, la lucha contra Israel se reduce a un combate entre nacionalistas palestinos y nacionalistas sionistas. Lo han emprendido con medios militares y con el mismo desprecio a los pueblos (palestino e israelí en este caso) que se observa en las guerras entre Estados. La diferencia de medios militares era tal que la población gazatí lo tenía que pagar y muy caro – pero éste no era un problema para los dirigentes de Hamás, que tienen sus objetivos propios. Para ellos, con el pueblo se trata de que sus combatientes parezcan unos valientes mártires dispuestos al sacrificio (y es verdad que lo son) y por tanto los representantes necesarios del pueblo. Con los dirigentes israelíes e imperialistas, se trata de imponerse como interlocutores indiscutibles, a quienes se tendrá que reconocer tarde o temprano el derecho a dirigir un Estado palestino.

De hecho, los dirigentes occidentales y la ONU pronto volvieron a hablar de una solución política del conflicto mediante el reconocimiento de dos Estados, palestino e israelí, sin que esto vaya más allá de declaraciones. No dio ni un paso en esa dirección, y ante todo por la política del gobierno de Netanyahu. Éste, al rechazar cualquier desenlace político que supusiera concesiones a los dirigentes palestinos, hizo fracasar la negociación de cese al fuego y llevó a cabo su guerra como una guerra de exterminio, lo cual refleja las aspiraciones de los sionistas más extremos, quienes piensan desde el principio que el pueblo palestino no existe y la mejor manera de asegurarse de ello es aplastarlo. Se trata de una verdadera política de limpieza étnica, que el Estado de Israel desarrolla desde su creación, pero sin lograr impedir nunca la existencia y crecimiento del pueblo palestino, ni tampoco lo hará desaparecer la guerra actual de Netanyahu. Nada más que ver cómo son incapaces de vencer a Hamás, que es su objetivo proclamado, demuestra que es un callejón sin salida. Pero, aun así, parece que Netanyahu está dispuesto a seguir el mismo camino mientras pueda, en parte porque está en juego su propia supervivencia política.

Sin embargo, que siga y se amplíe la guerra no sólo se debe a la personalidad de Netanyahu y su obstinación. Primero, su gobierno no ha llegado por casualidad: es el resultado de un siglo de política de los dirigentes sionistas, siempre con el respaldo de los imperialistas, que favoreció dentro de Israel a las tendencias más extremistas y reaccionarias, a los colonizadores desenfrenados. Luego, esa guerra no es otra cosa que la afirmación descarada de la política del imperialismo en Oriente Medio.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en Oriente Medio Estados Unidos ha tomado el relevo de Gran Bretaña y Francia, quienes se habían repartido las zonas de influencia, con el fin de dominar y controlar la región estratégica cortándola en trozos. Trataron de atraer a los dirigentes locales, utilizar su división, animar a las fuerzas más reaccionarias y a veces mandaron directamente operaciones militares. Su problema siempre ha sido impedir que uno de los Estados burgueses de esa zona se convirtiera en una potencia regional, capaz de cuestionar su dominación. Golpearon a Egipto primero, luego a Siria, Irak, y desde hace años es Irán quien sufre sus presiones. Los dirigentes israelíes han demostrado su gran utilidad para apoyar esa política imperialista. Como aliados obligados del imperialismo, han desarrollado entre su pueblo la convicción de que no tiene otra opción que la guerra contra sus vecinos, y han convertido su ejército en un verdadero apéndice del ejército estadounidense, que les proporciona mucho material.

La expresión de desacuerdos entre el gobierno estadounidense y el de Netanyahu se parece mucho a un juego de rol: el gobierno israelí está dispuesto a golpear a cualquier vecino y pasar de una guerra a otra en nombre de la seguridad de su pueblo; el estadounidense hace ademán de retener a su aliado, sólo para mantener la posibilidad de llegar como mediador en un momento u otro. Pero los dirigentes estadounidenses saben cuán provechoso les es el Estado israelí para controlar la región, por lo tanto, aceptan todos sus abusos contra los palestinos. Por otra parte, al atacar a Hezbolá y amenazar a Irán, los dirigentes israelíes saben que están alineados con un objetivo estratégico de Estados Unidos, o sea, debilitar este país, y al ser posible derrocar a sus dirigentes y reducirlo a su antigua situación semicolonial. Sus iniciativas de guerra vienen siempre respaldadas o aprobadas por Estados Unidos en nombre del “derecho de Israel a defenderse”.

Así fue cuando en la última ofensiva, el ejército israelí entró al territorio libanés. Por mucho que Biden llamara hipócritamente a “evitar la escalada”, los dirigentes israelíes decidieron reanudar una guerra que ya habían librado contra Líbano en el pasado. Vieron una oportunidad de atrapar a Hezbolá en su propia trampa. Hezbolá no deseaba meterse en un conflicto, pero se sintió obligado a lanzar cohetes contra Israel desde el día después del 7 de octubre, para salvar su imagen de partido combatiente. Al igual de lo que ocurrió con Hamás, el hecho de que su ataque permitiera a Netanyahu fortalecer la unión nacional a su alrededor no entraba en las preocupaciones de los dirigentes de Hezbolá. Para ellos, igual que para los de Hamás, se trataba de meter al pueblo libanés, sin pedirle su opinión, en una guerra contra el Estado vecino, de la cual el pueblo tenía todas las de ser la primera víctima.

En Oriente Medio, los dirigentes imperialistas siempre afirman que sólo les queda un enemigo por derribar, tras lo cual, contando con regímenes responsables y dispuestos a colaborar, podrán remodelar la región e implementar la paz y la prosperidad. Es un cuento chino dirigido a las opiniones públicas de Occidente. Aplastar a pueblos con bombas, utilizar las tecnologías más modernas para lograrlo, esto es el más alto nivel de una política imperialista que básicamente consiste en terrorismo de Estado. A lo largo de las operaciones militares, el balance de los imperialistas queda en haber convertido la región en un campo de ruinas. Este año, la franja de Gaza se suma a la lista de los países destruidos, junto con Irak y Siria. También se puede añadir a Líbano, donde la operación israelí se suma a una crisis económica terrible, y algo más lejos podemos añadir a Yemen, Afganistán, Libia, Somalia, Sudán. En cuanto a Irán: aún no es el blanco de un ataque militar, pero su población ya paga un alto precio por las consecuencias del embargo estadounidense y la consecuente crisis, y no hay que olvidar que la dictadura reaccionaria aprovecha esa situación.

El problema no consiste en saber si nos dirigimos hacia una conflagración en Oriente Medio – un término que permite a los periodistas mantener la incertidumbre. Si hay conflagración, es desde hace mucho tiempo, dado el gran número de países que ya han sido arrasados. En realidad, la cuestión es si la guerra se generalizará y hasta dónde. La respuesta depende totalmente de las decisiones no sólo de Netanyahu sino de su protector estadounidense.

En esta guerra, nosotros por supuesto estamos del lado de los pueblos oprimidos por el imperialismo y sus aliados, por lo tanto, expresamos nuestra total solidaridad al pueblo palestino frente a la masacre de la que es víctima, y apoyamos sus aspiraciones a gozar de todos sus derechos nacionales – incluso el de tener un Estado propio. En la guerra del Estado israelí contra el pueblo palestino, y que se está expandiendo, deseamos la derrota militar de Israel porque sería una derrota del bando imperialista y lo debilitaría. Semejante derrota es poco probable en la actualidad, y no depende de nosotros; pero lo que sí depende de nosotros es luchar contra la política de nuestro gobierno y los gobiernos de los demás Estados imperialistas, estemos donde estemos.

Es denunciar su participacion en la represion de los pueblos y su complicidad en las masacres en curso.

Una verdadera solidaridad con el pueblo palestino y el pueblo libanés también supone luchar contra la política de las organizaciones nacionalistas que se ponen a su cabeza y combatir sus opciones políticas, y, en primer lugar, sus decisiones en el enfrentamiento militar. Las guerras que llevan a cabo las direcciones nacionalistas no resolverían ningún problema de su pueblo, aunque lograran algún éxito. Esas organizaciones lo que buscan en ese Oriente Medio fragmentado por el imperialismo es gestionar su propio aparato de Estado y convertirse en los opresores reconocidos de su propio pueblo. Frente a ellas, salvaguardar los intereses del proletariado supone defender una política internacionalista, comunista y revolucionaria. Sólo la revolución proletaria en toda la región podrá poner fin a la dominación del imperialismo y echar abajo todas las fracciones burguesas o pequeñoburguesas que deseen ponerse a su servicio.

Aunque no tengamos los medios para defender tal política entre las masas de Oriente Medio, debemos afirmar su necesidad. Por lo cual, expresar nuestra solidaridad con el pueblo palestino no debe parecer un apoyo a la política de las organizaciones nacionalistas. Es tanto más necesario cuanto que buena parte de la extrema izquierda no hace otra cosa, cuando en nombre de la solidaridad se alinea con la política nacionalista y hasta enarbola la bandera nacional palestina. Todo lo contrario: si parte de la juventud y la población se rebela contra la masacre actual, deseamos que sea el inicio de una toma de consciencia de lo que es el imperialismo, así como de la necesidad de echarlo abajo. Combatir una guerra en nombre de internacionalismo proletario y llevando alto la bandera roja es, para nosotros, una manera de contribuir a la toma de consciencia, como lo harían comunistas revolucionarios presentes en Oriente Medio.

En el caso del pueblo palestino, sabemos que la política agresiva de los dirigentes israelíes se basa en que su propio pueblo está convencido de que no tiene otra opción que luchar contra todos sus vecinos. Contra esa política, es preciso hacerlo todo por romper la unión nacional en la que se apoyan los dirigentes israelíes, que no participar en fortalecerla. Es una de las vías que puede seguir la lucha del pueblo palestino, y que los revolucionarios internacionalistas deben abrir. La población israelí no dejará de estar en guerra permanente y de servir como carne de cañón por intereses que no son los suyos, si no busca convivir con los pueblos del entorno, si no los respeta. Los revolucionarios tienen que demostrar que, en Israel y Palestina, hay espacio para ambos pueblos, siempre que ninguno busque dominar al otro – lo cual supone romper con toda política pro imperialista.

Para llegar a una coexistencia y cooperación entre los pueblos, es preciso acabar con todas las formas de opresión, subvertir las clases dominantes y los Estados que las respaldan para imponer el poder del proletariado. Ese poder deberá ejercerse en el marco de una federación socialista de los pueblos de Oriente Medio, que reconocerá, para cada uno de los pueblos, el derecho a su existencia nacional propia, bajo la forma que elija.

Los pueblos de Oriente Medio siguen pagando muy caro la sumisión de sus regímenes al dominio imperialista. Pero no hay que olvidar que también pagan por la política de las organizaciones nacionalistas que actúan en su nombre y los llevan a conflictos sin salida. Para combatirlas, para poner fin a la dominación imperialista y todas las formas de opresión, hay que contribuir al surgimiento de partidos comunistas y una Internacional capaces de llevar a cabo una política revolucionaria proletaria, al nivel de todo Oriente Medio.

III. UCRANIA Y RUSIA ANTE LA GUERRA

  1. Dice Zelensky que “en Ucrania no habrá una generación perdida a causa de la guerra”. ¿Desprecio hacia su propio pueblo? ¿Cinismo, mentira descarada? Las tres cosas a la vez. El Instituto demográfico ucraniano señala que el número de personas que han salido del país “ha triplicado y más respecto a los datos de todo el año 2023”, mientras Eurostat, el organismo estadístico de la Unión Europea (UE), dice que la tercera parte de los que salen son menores. La UE ha acogido a más de 4,5 millones de ucranianos (uno de cada nueve) que han venido huyendo de la guerra.

  2. A finales de septiembre, un programa de la emisora ucraniana de la BBC insistía en el creciente número de jóvenes de 17 años que salen del país (a partir de los 18 años y hasta los 60, la ley y el ejército prohíben a los varones salir del país), y algunos dicen que, para ellos, es “una cuestión de vida o muerte”.

  3. Esto mismo decía el Wall Street Journal del pasado 17 de septiembre, cuando evaluaba el número de heridos y muertos de esta guerra, con un total (provisional) de un millón de soldados ucranianos y rusos, o sea: respectivamente, 80.000 muertos y 400.000 heridos del lado ucraniano, y 200.000 muertos y 400.000 heridos del lado ruso.

  4. Así pues, en el oeste de lo que antes fue un solo país, la Unión Soviética, se desarrolla ante nuestros ojos una guerra fratricida entre dos pueblos que tenían lazos culturales, históricos, familiares y lingüísticos, sin mencionar los daños materiales sin comparación. Y esta guerra no se hace, como dice Putin, para proteger a los rusos que viven fuera de Rusia, ni tampoco, como dice Zelensky y sus padrinos de la OTAN, para permitir que Ucrania elija su futuro (porque ellos deciden por ella), sino porque el imperialismo lleva desde la caída de la URSS en 1991 con su avance en las antiguas repúblicas soviéticas, entre las cuales Ucrania, con el objetivo de echar fuera a Rusia.

  5. Sobra decir que las ucranianas que se manifiestan por que vuelvan su marido, su hijo o su hermano que llevan en el frente desde 2022, tienen pocas probabilidades de conseguirlo: lo que está en juego va mucho más allá de la cuestión de los hombres movilizados.

  6. Cuando los medios y las autoridades mencionan la desmovilización de aquellos soldados, siempre añaden, como la Ukraïnska Pravda que es el mayor medio digital del país: “pues para sustituirlo harían falta hombres por movilizar”.

  7. Ya no estamos en la época de los muchos voluntarios para combatir. La mayoría de los hombres en edad de movilización buscan eludir las redadas en las calles, que conllevan el envío a un centro de agrupación militar. A veces sucede que los transeúntes impidan captarlos. Cerca de la mitad de la población está a favor de negociaciones de paz con Rusia, según sondeos ucranianos.

  8. Mientras el ejército ruso sigue avanzando (ya ocupa el 19% del territorio), según el poder ucraniano, la responsabilidad de las dificultades de reclutamiento del ejército, así como de sus fracasos recae en “quienes se escaquean”, “los malos patriotas” ...

  9. Zelensky emplea una vieja receta demagógica cuando busca chivos expiatorios entre los dirigentes y clases poseedoras que el pueblo odia. De vez en cuando echa a un ministro, destituye a generales, ordena la detención de un oligarca, acusándolos a todos de corrupción. Pero en el tema que más indignación suscita, el de los beneficios de guerra y los aprovechados, no se puede cuestionar el poder como tal, el que Zelensky representa, ni tampoco denunciar a los ricos que el Estado proteger directamente y han tenido siempre los recursos como para eludir los peligros de la guerra; los más ricos, instalándose en el extranjero con todo lujo, miembros de lo que irónicamente se llama “el batallón de Mónaco”.

  10. En Rusia también el poder se plantea cómo alimentar el frente con carne de cañón, pero bajo otra forma. Aunque el Kremlin haga todos sus esfuerzos por que el pueblo olvide todo lo que le cuesta la guerra, en realidad el conflicto pesa cada día más en todos los aspectos de la vida social.

  11. Primero están los enrolamientos permanentes que restan hombres a la población civil con el objetivo de tener soldados para aguantar en los territorios conquistados, y ganar más terreno, lo cual daría fuerza al Kremlin en la perspectiva de las negociaciones que los imperialistas quieren que Kiev acepte... sin dejar de facilitarle ayuda militar y financiera suficiente como para seguir con la escalada bélica.

  12. A este respecto, el Kremlin se mueve con cautela porque las reacciones a su movilización “parcial” de 300.000 hombres en septiembre de 2022 lo han hecho más prudente. La movilización provocó entonces un choque entre la población, desencadenando la rabia de manifestantes de regiones pobres como Daguestán y Buriatia, así como la huida hacia el extranjero de un millón de hombres, entre ellos muchos jóvenes con formación, lo cual no deja de repercutir en la economía.

  13. Putin se enfrenta a un dilema. Necesita compensar la relativa debilidad del efectivo militar – el estado mayor no tenía reservas que oponer a la ofensiva ucrania contra Kursk – sin arriesgarse a atizar el descontento popular, ni tampoco agravar la penuria de mano de obra en muchos sectores económicos.

  14. Así pues, Putin navega entre imperativos contradictorios. Dice que rechaza la movilización general, pero, a mitad de septiembre, por tercera vez desde 2022, firmó un decreto que ordenaba al ejército aumentar sus efectivos en 180.000 hombres. Al mismo tiempo, las autoridades dicen que no mandan a los reclutas a Ucrania (no siempre cumplen) y otorgan exenciones a los trabajadores de los sectores “en tensión”, especialmente en el sector militar industrial. Por esas exenciones y por los salarios más elevados, más de medio millón de trabajadores se han sumado a las industrias de defensa desde 2022.

  15. El complejo militar industrial no sólo aspira recursos humanos. Como prioridad del gobierno, los gastos militares ya son el 30% del presupuesto del Estado. Con la subida del 70% del presupuesto militar en 2024, y lo que se prevé para el año que viene, el 40% del gasto total del Estado se destinará a la guerra en 2025.

  16. El régimen saca pecho del crecimiento económico (4%), que se alimenta de la necesidad de sustituir los productos y equipos embargados por Occidente. Algunos ya son fabricados en Rusia. El país logra sortear parte de las sanciones occidentales comprando mediante terceros países como Turquía, India o China, lo que ya no puede comprar directamente, y vendiendo del mismo modo su producción de hidrocarburos, el principal sector de las exportaciones rusas. Es así como el gasoducto ruso druzhba sigue alimentando Europa central mediante Ucrania; las autoridades de la UE y Kiev cobran impuestos de tránsito y fingen ver sólo gas húngaro, o sea, que al pasar la frontera de Ucrania se volvió húngaro.

  17. Con todo, el crecimiento económico, que sufre con la prioridad de la industria armamentística, no bastaría para financiar una escalada permanente del gasto militar que el imperialismo le impone a Rusia, deseando llegar al momento en el que ésta ya no pueda aguantar.

  18. Las potencias occidentales, que mantienen vivo al Estado ucraniano (hasta le pagan los sueldos de sus funcionarios), también lo controlan, porque un buen día el capital global le pasará factura. Es decir, el capital se reembolsará – ya ha empezado a hacerlo – chupando de las clases trabajadoras ucranianas. Hay mil maneras de hacerlo: con los impuestos, con el saqueo de los servicios públicos, con la venta de las joyas económicas del país a los grandes grupos occidentales (Kiev se vanagloria de que, desde el inicio de la guerra, empresas procedentes de más de cien países se hayan instalado en Ucrania). Y no olvidemos las decenas de miles de millones de las futuras obras de reconstrucción, un buen pastel al rededor del que se agrupan los Estados capitalistas defendiendo la cuota de mercado de sus grupos.

  19. El Estado ruso está en una situación bien diferente, y financia con creación monetaria el auge del gasto público debido a la guerra.

  20. Primero están los gastos armamentísticos: compra de obuses a Corea del Norte, compra de drones a Irán… Luego vienen los gastos de personal, puesto que el régimen se vanagloria de mandar al frente sólo los voluntarios. En las regiones desfavorecidas, que suelen ser las repúblicas nacionales de la federación, así como entre las capas pobres de la población urbana, el monto de los contratos de reclutamiento (entre cinco y seis veces el salario medio), con las primas en caso de herida y sobre todo en caso de fallecimiento, puede parecer una oportunidad. Además, al nivel local, los gobernadores y alcaldes de grandes ciudades no dejan de pagar primas para que el reclutamiento “voluntario” sea más atractivo, y para demostrar al Kremlin que superan sus objetivos.

  21. Hasta la fecha, esto le ha permitido al régimen reducir el descontento fruto de la guerra entre amplias capas sociales, e incluso fortalecerse entre ellas, hasta cierto punto. Así pues, la pequeña burguesía urbana ya no tiene tanta preocupación por sus hijos que cursan estudios superiores, porque las autoridades permiten a los estudiantes eludir el reclutamiento (por un acuerdo tácito). En cuanto a la clase trabajadora, principal víctima de una inflación que roza el 10% y reduce su nivel de vida, es verdad que algunos trabajadores calificados han mejorado su salario entrando en las fábricas de armas o que tengan contratos con el ejército.

  22. Decenas de miles de protestantes, entre los cuales muchos estudiantes, se manifestaron en febrero y marzo de 2022 contra la guerra y contra Putin y han sufrido la represión. Muchos siguen en la cárcel. Otros están exiliados, por temor a ser detenidos.

  23. La oposición pro Occidente, que defiende lo que llama un “capitalismo honesto”, perdió a su principal portavoz, Alexéi Navalni, asesinado en prisión. En su funeral, en febrero de 2024, salieron los simpatizantes de esa oposición, aunque no pudieron manifestarse ante un enorme despliegue policial. Desde entonces, el régimen se ha esforzado por neutralizar a las figuras menores del movimiento, deteniéndolas o expulsándolas hacia el oeste. Sin embargo, el movimiento es sacudido por las últimas revelaciones sobre los métodos de pistolero de un tal Nevzlin, socio del ex magnate petrolero exiliado Mijaíl Jodorkovski, por liquidar los restos del equipo de Navalni en un ambiente de rivalidad por la cabeza de una llamada oposición democrática.

  24. La única protesta abierta hoy en día es la de las esposas de soldados agrupadas en Put Domoy (camino de vuelta a casa). Al igual que sus hermanas ucranianas, siguen luchando con valor, aunque la policía intervenga sistemáticamente para impedir las manifestaciones y detenerlas.

  25. En cuanto a la clase trabajadora: según datos de los medios y redes sociales rusas, el número de conflictos sociales ha bajado en los últimos tiempos. Es de notar que el 40% de ellos se debe a salarios no pagados, una situación que se extiende junto con la crisis económica y no deja de hacer pensar en la que se produjo en la URSS a inicios de los años 1990. Es verdad que en el sector civil los trabajadores pueden sentirse menos protegidos que en el militar industrial, pero incluso en este último existe el miedo al despido, con todas las consecuencias. Los empresarios se aprovechan, imponen horario de hasta 16 horas consecutivas sin compensación completa, o te cambian el turno o te imponen que cubras dos puestos a la vez con tan sólo 20% de bonus.

  26. El régimen lucha también contra la falta de mano de obra (por los hombres que van a la guerra, y también por la huida de los trabajadores procedentes de Asia central que se van, hartos de una xenofobia institucional), y lo hace de otra manera a expensas de los trabajadores – en primer lugar, los más viejos. En 2025, va a subir un poco las pensiones, pero hay que saber que estaban bloqueadas desde hacía años con el objetivo de incitar a que los trabajadores sigan currando lo más posible en empleos que sin ellos hubieran quedado vacantes.

  27. Putin lleva desde finales de 1999 en el poder y fue reelegido presidente en marzo de 2024 por 76 millones de votantes de los 112 millones de inscritos. Se trata del mayor número de votos jamás logrado por él. Es verdad que había descartado a cualquier competidor que le hubiera restado votos, pero no quita que sigue teniendo partidarios entre las capas populares además de entre los aprovechados del régimen.

  28. A muchos trabajadores les gustaría convencerse de que la guerra actual no tiene nada que ver con ellos, que es un “conflicto de profesionales”, reclutas voluntarios, como dice el Kremlin. Sin embargo, los efectos de la guerra se manifiestan en todas partes. A pesar de la indexación de los salarios sobre la inflación oficial a final del año, el poder adquisitivo se derrite ante la subida real de los precios. En las empresas, siempre que se expresa el descontento, los jefes y la dirección hacen reproches tipo “Os quejáis mientras los hay que vierten su sangre por la patria.” Las presiones y el chantaje explican por qué hay tan pocas huelgas. No obstante, aunque no hayan desparecido los belicistas, muchos trabajadores son críticos. Cuando se anunció la entrada de tropas ucranianas en la región de Kursk (Rusia nunca había sido invadida desde 1941), hasta los chovinistas quedaron atónitos porque Putin ya no parecía ni siquiera capaz de impedirlo; pero no hubo colas en los centros de reclutamiento, ni una subida de fiebre patriótica en las empresas ni entre la población.

  29. Lo que la prensa occidental llama “desánimo” de los ucranianos frente a la guerra; la no adhesión pasiva de amplias capas del pueblo ruso hacia la “operación especial” de Putin a pesar de una propaganda omnipresente – todo ello podría formar un terreno social favorable al surgimiento de una evolución nueva, una alternativa a la guerra fratricida de la que nadie ve el final. Para que esto pueda concretarse, falta a los pueblos ruso y ucraniano lo mismo que a los demás, es decir que a su clase obrera le falta la herramienta de su emancipación, el instrumento de la derrota de sus opresores y explotadores: un partido comunista, revolucionario e internacionalista, que sepa implantarse en la clase obrera.

IV. ESTADOS UNIDOS

  1. Unos ricos cada vez más ricos, y una clase obrera empobrecida

La burguesía de Estados Unidos sigue enriqueciéndose sin apenas trabas, explotando al proletariado estadounidense y al resto del mundo. El índice bursátil S&P 500 ha duplicado desde 2020, y fue multiplicado por ocho desde 2009. La explotación agravada de los trabajadores, los contratos muy beneficiosos con el Estado, especialmente en la defensa, la especulación y saqueo a los países pobres, generan beneficios. En 1982 eran 13 los milmillonarios en dólares en EE.UU.; hoy día serían unos 801, y su cuota de la riqueza total no para de crecer. Un magnate como Elon Musk ya poseía 25 mil millones de dólares en marzo de 2020, y su fortuna ha sido multiplicada por diez desde entonces. Es verdad que las empresas estadounidenses tienen acceso a un inmenso mercado interior de 330 millones de habitantes. Estados Unidos apoya su crecimiento con ayudas económicas masivas, como la Ley de Reducción de la Inflación (2022), financiada a su vez por la deuda. Cuando el gobierno francés teme que su déficit del 6% le valga un ataque en regla de los mercados, en Estados Unidos eso no se considera un problema. El peso de la deuda federal, 35.700.000 millones de dólares, preocupa a los comentaristas. Pero la posición de fuerza del país le permite endeudarse con tipos bajos, acumulando activos de alto rendimiento. El dólar sigue siendo la principal moneda de cambio y de reserva en el mundo capitalista, con lo cual EE.UU. goza de un privilegio exorbitante que reduce el coste de las empresas y bancos estadounidenses. Si el “declive del imperio americano” se anuncia con frecuencia, en realidad Estados Unidos mantiene su posición dominante en la economía global, apoyada en la primacía militar.

Al mismo tiempo, a lado del enriquecimiento desenfrenado de la clase capitalista y, en menor medida, de parte de la pequeña burguesía, la inflación más elevada que en Europa viene reduciendo el nivel de vida de las clases populares. Millones de trabajadores han tenido que buscarse un segundo o incluso un tercer empleo para subsistir y quedarse en su vivienda. La estadística oficial señala un bajo nivel de desempleo (4%), pero en realidad menos del 63% de los adultos tienen un trabajo declarado (en Francia son el 73%), mientras parte de la población ha quedado fuera del mercado laboral. En el corazón de la primera potencia global, el número de personas sin hogar se dispara, en Los Ángeles serían más de 75.000 y casi no viven más allá de los 50 años. La esperanza de vida de la población lleva años retrocediendo, Estados Unidos se sitúa en el 35 rango mundial, o sea después de Cuba y Chile. El número de muertos por sobredosis ha subido de 20.000 en el año 2000 a 108.000 en 2022 (en Francia, 638), y las clases populares son las primeras víctimas de esta hecatombe.

  1. Hay huelgas, pero políticamente el proletariado está ausente

El otoño de 2023 vio una amplia huelga dirigida por el sindicato automovilístico UAW, por el nuevo convenio. La burocracia sindical había decidido presionar a los “tres grandes” constructores automóviles a la vez: General Motors, Ford y Stellantis, pero con una huelga solo en determinadas fábricas. Al cabo de un mes y medio, 40.000 obreros en huelga, de los 145.000 miembros de UAW en el sector, habían ganado más de lo que los patrones proponían antes del movimiento: una subida de sueldo del 25%, llegando a casi el 30% con una prima de carestía de la vida, en los cuatro años y medio de duración del nuevo convenio. Stellantis aceptó además reanudar la producción en la fábrica Belvedere, en Illinois, una decisión que UAW presentó como una victoria suya. Un año después, parece que el grupo capitalista se está echando para atrás.

Se han producido huelgas en otros sectores, siempre con ocasión de las negociaciones del nuevo convenio y siempre las controlan los aparatos sindicales. 45.000 estibadores en los puertos de la costa este y del golfo de México han hecho tres días de huelga: el sindicato, que lanzó la huelga por 77% de subida de sueldo en los seis próximos años (duración del convenio), la detuvo cuando los patrones ofrecieron 62%. Apenas han utilizado la fuerza huelguística. También queda bajo control sindical la dirección de la huelga parcial de 33.000 trabajadores de Boeing, iniciada después de un voto casi unánime en contra de la opinión de los dirigentes sindicales.

En esas huelgas, la cuestión de las subidas de sueldos ocupa un lugar central, a causa de la pérdida de poder adquisitivo que viene de la mano de una inflación reciente mucho mayor que en Francia. En el año 2023 se dio un repunte de la actividad huelguística en Estados Unidos, con 16,6 millones de días parados en movimientos que abarcasen al menos a 1.000 trabajadores. Sin embargo, si lo comparamos con el periodo 1947-1981, el dato corresponde a una pequeña actividad huelguística, pues desde hace cuatro décadas, hay pocas huelgas y pocos huelguistas. En los primeros ocho meses del año 2024, la estadística ha vuelto a señalar el bajo nivel habitual en el movimiento obrero estadounidense desde los años 1980.

Por su duración y el número de huelguistas (a escala de la gran industria de ese país) así como por las subidas de sueldos conseguidas, las huelgas estadounidenses de las que se habla en Francia dan cierta idea de cuán potente puede ser el proletariado de un gran país industrial. Ese proletariado no se ha lanzado a una serie de huelgas masivas y contagiosas, aunque los trabajadores estén presentes cuando los sindicatos los llaman a la acción. Aun así, los capitalistas desconfían y tienden a alargar la duración de los convenios, hasta seis años en determinados sectores. Así que, en la lógica de los sindicatos, cuya actividad más visible es negociar con la patronal en cada renovación de contrato colectivo, las posibles huelgas escasean.

Hay que decir también que el desarrollo de la consciencia de clase se ve permanentemente obstaculizado por los aparatos sindicales. La mayor parte de ellos actúan como agentes electorales del Partido Demócrata y lo financian. En este año electoral, el presidente de UAW Shawn Fain, ha utilizado su fama de dirigente combativo para alabar a Joe Biden, “el presidente más favorable a los sindicatos de nuestra época”, según dijo. La presidenta de la central AFL-CIO, Liz Shuler, declaró a su vez: “Biden cree en los sindicatos, y nosotros creemos en él.” Con la llegada de Kamala Harris no se ha cambiado de tono; aunque ella nunca fuera a los piquetes a buscar votos, Shawn Fain declaró que ella “es una combatiente de la clase obrera”, reconociendo al mismo tiempo que parte de los trabajadores miembros de UAW (en una serie de fábricas y oficinas, la membresía es obligatoria) se disponían a votar a Trump. El multimillonario ha llevado la demagogia hasta invitar al presidente del sindicato de Teamsters (camioneros) a dar un discurso en la convención republicana que lo nombró candidato. Al final, el sindicato de Teamsters no asumió el apoyo a Trump, pero lo principal es que no respaldó a los demócratas, lo cual señala seguramente que su base está dividida en cuanto al voto. Cuando Trump dice que con una política más proteccionista aún que la de Biden él podrá “tomar los empleos y las fábricas de los demás países” para traerlos de vuelta a Estados Unidos, busca la atención de los trabajadores que durante décadas han oído repetir por parte de los dirigentes sindicales que los responsables del desempleo son los trabajadores de otros países.

A falta de un partido que afirme los intereses de clase del proletariado estadounidense, éste, en las elecciones, no actúa políticamente como clase. Se abstiene o vota, parte a los demócratas, parte a los republicanos, porque ha absorbido una gran cantidad de ideas burguesas difundidas por ambos partidos. Al nivel de un país-continente, los esfuerzos de los pequeños grupos de militantes obreros que procuran ofrecer a los trabajadores una alternativa electoral allí donde tengan la fuerza de hacerlo no pueden cambiar esta situación.

  1. Guerras en Ucrania y Oriente Medio, ruido de sables en China

El inquebrantable apoyo político, financiero y militar a Israel, o sea el Estado que lleva un año matando a los gazatíes, prosigue la colonización de Cisjordania y ahora extiende la guerra en Líbano, demuestra lo que el imperialismo estadounidense está dispuesto a hacer cuando se trata de defender sus intereses superiores. En Ucrania, utiliza a los ucranianos para seguir con su guerra contra Rusia, cuya frontera occidental está ahora enteramente marcada por países de la OTAN, desde Finlandia y los países bálticos en el norte, hasta Rumanía y Turquía en el sur.

Pero es China que los líderes estadounidenses ven ahora como la principal amenaza a su dominación. Llevan años acusándola de preparativos bélicos y los medios europeos se hacen eco de ello. En los últimos meses, la reivindicación de la soberanía china sobre Taiwán ha sido denunciada por comentaristas y políticos como la de un “imperialismo”, comparable al de Putin en Ucrania. La realidad es que Estados Unidos (el 4% de la población global) gasta por su defensa 900.000 millones de dólares, o sea el 39% del total global, mientras China (el 18% de la humanidad) gasta menos de 300.000 millones de dólares, o sea el 13% del total. Estados Unidos cuenta con 750 bases militares fuera de su territorio, en 80 países, cuando China sólo tiene una, en Yibuti. Los EE.UU. tienen 21 portaviones, China sólo tiene dos. Sobre todo, mientras que ningún navío chino se acerca a las costas de California, los Estados Unidos han rodeado a China con una serie de bases militares, desde Taiwán hasta Tailandia pasando por el Japón, Corea del Sur, Filipinas, Australia, etc. En la región indo-pacífico, tienen a 400.000 efectivos militares, 2.500 aviones y 200 buques de guerra. China no ha librado ni una sola guerra en 45 años, mientras que Estados Unidos ha librado docenas. En Oriente Medio, las operaciones militares estadounidenses desde 2001 habrían causado al menos 940.000 muertes. Por lo que, al contrario de las mentiras de la propaganda occidental no es China sino Estados Unidos quien amenaza a los pueblos, y podemos añadirle los segundones franceses y británicos.

  1. Las elecciones presidenciales

De cara a las elecciones de 5 de noviembre, los medios occidentales han elegido a su candidata, a la que antes criticaban por triste y autoritaria, y ahora le descubren todas las virtudes. Vicepresidenta de Biden durante cuatro años, Harris hace una campaña decididamente conservadora, se dirige en particular a los republicanos no satisfechos con Trump. La que fuera procuradora representa la defensa de la ley y del orden. Ha prometido seguir con la ayuda militar a Ucrania, por lo que les gusta a los dirigentes europeos, y por supuesto con la ayuda a Israel, a pesar de las esperanzas irrealistas de quienes se esperaban una política menos solidaria con la masacre a los palestinos. Está totalmente alineada con la guerra comercial contra China desde 2016 y quiere elevar los aranceles. Con el objeto de no ofender a ninguna parte de la burguesía estadounidense, ha enterrado sus previas declaraciones contra el gas de lutita. El eje de separación política con su rival republicano gira en torno al derecho al aborto, que ella defiende, mientras que Trump nombró jueces reaccionarios a la Corte Suprema, contribuyendo a ponerlo en tela de juicio. Así y con todo, Trump comete declaraciones racistas contra los migrantes a quienes llama “chusma”, “animales”, “criminales sanguinarios”, con “genes malos” y hasta ha prometido matarlos. El apoyo que recibe demuestra que existen prejuicios y divisiones profundas entre la clase obrera estadounidense. Sin embargo, con un lenguaje algo diferente, Harris defiende la política de restricciones migratorias que la administración viene años desarrollando. Ella dice que quiere más seguridad en la frontera con México y asume la construcción del muro. Bernie Sanders y la izquierda del Partido Demócrata, quienes eran presentados como la quinta esencia del radicalismo, la apoyan, y se alinean totalmente con el establishment demócrata.

 

APENDICE

Cuando Mao tomó el poder en China, al derribar a Chiang Kai-shek, Trotski ya había muerto ocho años atrás asesinado por Stalin, así que no ha podido dejarnos el análisis de la naturaleza de clase del Estado chino, tampoco el del Estado yugoslavo de Tito ni el de las democracias populares. Sin embargo, para analizar la naturaleza del Estado chino nos inspiramos en los textos escritos por Trotski mucho antes de que Mao llegase al poder. Se trata de dos textos dedicados por él, desde muy lejos, al movimiento maoísta incipiente.

Los artículos se titulan respectivamente “¿Qué está ocurriendo en China?” (10 de noviembre de 1929) y “La guerra campesina en China y el proletariado” (22 de septiembre de 1932) y fueron escritos en Prinkipo, donde estaba refugiado Trotski expulsado por Stalin. Proponemos a continuación unos fragmentos del segundo texto.

La guerra campesina en China y el proletariado (carta a los bolcheviques-leninistas chinos)

Boletín de la Oposición (bolcheviques-leninistas)

En esta carta quiero plantear un solo problema que, por lo menos desde lejos, me parece el más importante y espinoso. Una vez más debo recordarles que la información de la que dispongo es totalmente insuficiente, casual y dispersa. Por supuesto, aceptaré gustoso cualquier ampliación o rectificación.

El movimiento campesino creó su propio ejército, conquistó grandes extensiones territoriales e impuso sus propias instituciones. En el caso de que siga avanzando – lo que, por supuesto, todos nosotros deseamos apasionadamente –, el movimiento se ligará con los centros urbanos e industriales y por este mismo hecho se encontrará frente a frente con la clase obrera. ¿Cómo será este encuentro? ¿Estamos seguros de que será pacífico y amistoso?

A primera vista la pregunta puede parecer superflua. El movimiento campesino es encabezado por comunistas o por simpatizantes. ¿No es evidente de por sí que, en el caso de juntarse, los obreros y los campesinos se nuclearían unánimemente bajo las banderas comunistas?

Desgraciadamente el problema no es tan simple. Permítanme referirme a la experiencia de Rusia. Durante la Guerra Civil, en diversas partes del país el campesinado creó sus propios destacamentos guerrilleros, que a veces se convirtieron en verdaderos ejércitos. Algunos de estos destacamentos se consideraban bolcheviques y a menudo estaban dirigidos por obreros. Otros eran apartidarios y frecuentemente estaban dirigidos por ex oficiales campesinos sin graduación. También había un ejército "anarquista" comandado por Majno.

Mientras las guerrillas operaron en la retaguardia de las Guardias Blancas, sirvieron a la causa de la revolución. Algunas se distinguieron por un heroísmo y una fortaleza excepcionales. Pero dentro de las ciudades estos destacamentos a menudo entraron en conflicto con los obreros y con las organizaciones partidarias locales. Y cuando se encontraban los guerrilleros y el Ejército Rojo regular, también surgían problemas que en algunos casos asumieron un carácter extremadamente penoso y agudo.

La dura experiencia de la Guerra Civil nos demostró la necesidad de desarmar a los destacamentos campesinos inmediatamente después de que el Ejército Rojo ocupara las provincias que ya se habían liberado de las Guardias Blancas. En estos casos, los mejores elementos, los de más conciencia de clase y más disciplinados se incorporaban a las filas del Ejército Rojo. Pero una considerable proporción de los guerrilleros quería mantenerse como fuerza independiente, y muchas veces entraron en un conflicto armado directo con el poder soviético. Es lo que sucedió con el ejército anarquista de Majno, de espíritu totalmente kulak. Pero ése no fue el único ejemplo; muchos destacamentos campesinos que lucharon espléndidamente contra la restauración de los terratenientes se transformaron después del triunfo, en instrumentos de la contrarrevolución.

Más allá de cuál haya sido su origen en cada caso aislado – provocación consciente de los guardias blancos, falta de tacto de los comunistas, o una desgracia combinación de circunstancias –, los conflictos entre los campesinos armados y los obreros tenían una sola y única raíz social: la diferencia en la situación y educación de clase de unos y otros. El obrero encara los problemas desde el punto de vista socialista; la posición del campesino es pequeñoburguesa. El obrero quiere socializar la propiedad que se le arrancó a los explotadores, el campesino pretende repartirla. El obrero desea convertir los palacios y los parques en lugares de uso común; el campesino, ya que no puede repartirlos, tiende a incendiar los palacios y destruir los parques. El obrero brega por resolver los problemas a escala nacional y de acuerdo a un plan, el campesino encara todos los problemas a escala local y adopta una actitud hostil hacia la planificación centralizada, etcétera.

Por supuesto, un campesino también puede elevarse a la perspectiva socialista. Bajo un régimen proletario, masas campesinas cada vez más amplias se reeducan en el espíritu socialista. Pero esto exige tiempo, años, tal vez décadas. Hay que tener muy claro que en las etapas iniciales de la revolución las contradicciones entre el socialismo proletario y el individualismo campesino adquieren a menudo un carácter extremadamente agudo.

Pero, después de todo, ¿acaso no están los comunistas a la cabeza de las fuerzas rojas de China? ¿Acaso esto no excluye de por sí la posibilidad de que haya choques entre los destacamentos campesinos y las organizaciones obreras? No, no lo excluye. El hecho de que los individuos que dirigen los ejércitos actuales sean comunistas no cambia en lo más mínimo el carácter social de estos ejércitos, aún cuando sus dirigentes comunistas sean definidamente proletarios. ¿Y cómo andan las cosas en China al respecto?

Entre los dirigentes comunistas de los destacamentos rojos hay indudablemente muchos intelectuales y semiintelectuales desclasados que no pasaron por la escuela de la lucha proletaria. Durante dos o tres años viven como comandantes y comisarios guerrilleros; libran batallas, conquistan territorios, etcétera. Absorben el espíritu del ambiente que los rodea. Mientras tanto, la mayoría de los comunistas de base de los destacamentos rojos está indudablemente constituida por campesinos que con toda honestidad y sinceridad se consideran comunistas pero que en realidad siguen siendo revolucionarios pobres o pequeños propietarios revolucionarios. El que juzga de acuerdo a las denominaciones y rótulos y no a los hechos sociales está perdido en política. Y más aún cuando se trata de una política que se aplica con las armas en la mano.

El verdadero partido comunista es la organización de la vanguardia proletaria. Pero no debemos olvidar que la clase obrera china estuvo sometida durante los últimos cuatro años a una situación opresiva y ambigua y que apenas ahora evidencia síntomas de reanimamiento. Una cosa es que un partido comunista, firmemente apoyado sobre el proletariado urbano, se esfuerce por dirigir, por intermedio de los obreros, una guerra campesina; pero otra cosa muy diferente es que unos cuantos miles o incluso decenas de miles de revolucionarios, que realmente son o solo se llaman comunistas, asuman la dirección de una guerra campesina sin contar con una seria base de apoyo en el proletariado. Esta es precisamente la situación en China, que favorecerá el incremento del peligro de choques entre los obreros y los campesinos armados. De cualquier modo, podemos estar seguros de que no van a escasear los provocadores burgueses.

En Rusia, en la época de la Guerra Civil, el proletariado estaba ya en el poder en la mayor parte del país, la dirección de la lucha la llevaba un partido fuerte y templado y todo el aparato de mando centralizado del Ejército Rojo estaba en manos de los trabajadores. A pesar de todo, los destacamentos campesinos, incomparablemente más débiles que el Ejército Rojo, frecuentemente entraban en conflicto con éste cuando se acercaba triunfante a las guerrillas campesinas.

La situación en China es totalmente diferente y mucho más desfavorable a los obreros. En la mayor parte de las regiones importantes de China el poder lo tienen los militaristas burgueses; en las demás regiones, los dirigentes de los campesinos armados. En ningún lado ha surgido, hasta ahora, un poder proletario. Los sindicatos son débiles. La influencia del partido entre los trabajadores es insignificante. Los destacamentos campesinos, entusiasmados por los triunfos logrados, se cobijan bajo el ala de la Comintern. Se llaman a sí mismos "Ejército Rojo", es decir se identifican con las fuerzas armadas de los soviets. En consecuencia, parece como si el campesinado revolucionario chino, a través de su estrato dirigente, se hubiera apropiado de antemano del capital político y moral que por derecho le pertenece a los obreros chinos. ¿No es posible una situación que determine que en un momento dado se dirija este capital directamente contra los obreros?

Naturalmente, el campesino pobre – que en China constituye una inmensa mayoría –, en la medida en que piensa políticamente – lo que sucede con una pequeña minoría – desea sincera y apasionadamente la alianza y la amistad con los obreros. Pero el campesinado, aun cuando está armado, es incapaz de aplicar una política independiente.

En los momentos decisivos, el campesinado, que normalmente ocupa una posición intermedia, indefinida y vacilante, puede seguir al proletariado o a la burguesía. No encuentra fácilmente el camino que lo lleva hacia el proletariado; y sólo lo hace después de una serie de errores y derrotas. El puente entre el campesinado y la burguesía lo constituye la pequeña burguesía urbana, generalmente los intelectuales, que por lo común levantan las banderas del socialismo y hasta del comunismo.

El estrato dirigente del "Ejército Rojo" chino indudablemente ha adquirido el hábito de impartir órdenes. La ausencia de un fuerte partido revolucionario y de organizaciones proletarias de masas hace virtualmente imposible el control sobre ese sector dirigente. Los comandantes y comisarios aparecen como amos absolutos de la situación y es muy posible que al ocupar las ciudades desprecien a los trabajadores. Las exigencias de éstos a menudo les parecerán inoportunas o poco aconsejables.

Tampoco hay que olvidar "bagatelas" tales como que dentro de las ciudades, los cuarteles y oficinas del ejército triunfante no se instalan en las chozas proletarias sino en los mejores edificios, en las casas y departamentos de la burguesía; todo esto favorece la tendencia de la capa superior del ejército campesino a sentirse parte de las clases "cultas" y "educadas", no del proletariado.

Por lo tanto, en China no están eliminados los motivos de conflicto entre el ejército, campesino por su composición y pequeñoburgués por su dirección, y los obreros. Por el contrario, las circunstancias incrementan en gran medida la posibilidad e incluso la inevitabilidad de tales conflictos; además, las oportunidades del proletariado son desde el comienzo mucho menos favorables que lo que lo eran en Rusia.

Desde el aspecto teórico y político el peligro se hace mucho mayor dado que la burocracia stalinista oculta la contradictoria situación con su consigna de "dictadura democrática" de los obreros y los campesinos. ¿Es posible concebir una trampa de apariencia más atractiva y más pérfida en su esencia? Los epígonos no construyen sus razonamientos basándose en los conceptos sociales sino en las frases estereotipadas; el formalismo es el rasgo fundamental de la burocracia.

Los narodnikis acusaban a los marxistas rusos de "ignorar" al campesinado, de no trabajar en las aldeas, etcétera. A esto los marxistas replicaban: "Levantaremos y organizaremos a los obreros avanzados y por su intermedio levantaremos a los campesinos." En general, ésa es la única línea concebible para el partido proletario.

Los stalinistas chinos actuaron de otra manera. Durante la revolución de 1925-1927 subordinaron directa e inmediatamente los intereses de los obreros y los campesinos a los de la burguesía nacional. Durante la contrarrevolución pasaron del proletariado al campesinado, es decir, asumieron el rol que en nuestro país cumplieron los eseristas cuando todavía eran un partido revolucionario. Si estos últimos años el Partido Comunista Chino hubiera concentrado sus esfuerzos en las ciudades, las industrias, los ferrocarriles; si hubiera apoyado los sindicatos, los clubes y círculos propagandísticos; si, sin alejarse de los obreros, les hubiera enseñado a comprender lo que está ocurriendo en las aldeas, hoy la relación de fuerzas sería mucho más favorable para el proletariado.

El partido realmente se separó de su clase. Por lo tanto, en última instancia puede perjudicar también al campesinado. Porque si el proletariado continúa marginado, sin organización, sin dirección, el campesinado, aun cuando obtenga un triunfo total, llegará inevitablemente a un callejón sin salida.

En la vieja China cada revolución campesina victoriosa culminó con la creación de una nueva dinastía y, en consecuencia, de un nuevo grupo de grandes propietarios; el movimiento estaba atrapado en un círculo vicioso. En las condiciones actuales la guerra campesina aislada, sin el liderazgo directo de la vanguardia proletaria, sólo podrá traspasarle el poder a alguna nueva camarilla burguesa, a tal o cual Kuomintang "de izquierda", a un "tercer partido", etcétera, que en la práctica se diferenciará muy poco del Kuomintang de Chiang Kai-shek. Y esto significará a su vez una nueva masacre de los trabajadores con las armas de la "dictadura democrática".

¿Qué conclusiones se siguen de todo esto? La primera es que hay que enfrentar resuelta y abiertamente los hechos tal como son. El movimiento campesino es un poderoso factor revolucionario en la medida en que está directamente dirigido contra los grandes terratenientes, militaristas, señores feudales y usureros. Pero en el propio movimiento campesino hay tendencias propietarias y reaccionarias muy poderosas, y en una determinada etapa puede volverse hostil a los obreros y sustentar esa hostilidad con las armas. El que olvida este carácter dual del campesinado no es marxista. Hay que enseñarles a los obreros avanzados a diferenciar los rótulos y banderas "comunistas" de los procesos sociales reales.

Es preciso seguir atentamente las actividades de los "ejércitos rojos" y explicar detalladamente a los obreros el curso, significado y perspectivas de la guerra campesina y, a la vez, ligar las exigencias y tareas inmediatas del proletariado con las consignas de liberación del campesinado.

En base a nuestras propias observaciones, informes y otros documentos, debemos estudiar incansablemente los procesos reales de los ejércitos campesinos y el régimen que implantan en las regiones ocupadas por ellos; tenemos que descubrir en lo hechos concretos las tendencias de clase contradictorias y señalarles claramente a los obreros qué tendencias apoyamos y a cuáles nos oponemos.

Hay que seguir con especial cuidado las relaciones entre los ejércitos rojos y los trabajadores locales, sin pasar por alto ni el menor malentendido que se suscite entre ellos. Dentro de los límites de las ciudades y las regiones aisladas, los conflictos, aun cuando sean muy agudos, pueden parecer insignificantes episodios locales. Pero con el desarrollo de los acontecimientos, los conflictos pueden extenderse a escala nacional y llevar la revolución a una catástrofe, es decir, a una nueva masacre de los obreros por los campesinos, espoleados éstos por la burguesía. La historia de las revoluciones está llena de ejemplos de ese tipo.

Cuanto más claramente comprendan los obreros avanzados la dialéctica viva de las relaciones de clase entre el proletariado, el campesinado y la burguesía, con mayor confianza buscarán la unidad con los sectores campesinos que están más cerca de ellos y con mayor efectividad neutralizarán a los provocadores contrarrevolucionarios que están tanto en los ejércitos campesinos como en las ciudades.

Hay que construir las células sindicales y partidarias, educar a los obreros avanzados, unificar a la vanguardia proletaria y llevarla a la lucha.

Debemos dirigirnos a todos los militantes del Partido Comunista oficial de manera explicativa y desafiante. Es muy probable que los comunistas de base, confundidos por la fracción stalinista, no nos entiendan enseguida. Los burócratas proclamarán nuestra "subestimación" del campesinado, tal vez incluso nuestra "hostilidad" hacia el campesinado. (Chernov [4] siempre acusó a Lenin de hostilidad hacia el campesinado.) Naturalmente, esos clamores no confundirán a los bolcheviques leninistas. Cuando antes de abril de 1927 previnimos contra el golpe de estado de Chiang Kai-shek, los stalinistas nos acusaron de hostilidad hacia la revolución nacional china. Los hechos demostraron quién tenia razón. Los hechos también lo demostrarán esta vez.

En esta etapa la Oposición de Izquierda puede ser demasiado débil para orientar los acontecimientos de acuerdo a los intereses del proletariado. Pero ya somos lo suficientemente fuertes como para señalarles a los obreros el camino correcto y, en el proceso de la lucha de clases, demostrarles lo acertado de nuestra perspectiva política. Esta es la única vía posible para un partido revolucionario que intente ganarse la confianza de los trabajadores, crecer, fortalecerse y ocupar el lugar que le corresponde a la cabeza de las masas populares.

 

Posdata, 26 de setiembre de 1932:

Para expresar mis ideas más claramente, permítanme esbozar la siguiente variante, teóricamente bastante posible.

Supongamos que en un futuro próximo la Oposición de Izquierda china realiza un trabajo amplio y fructífero en el proletariado industrial y logra una influencia preponderante sobre éste. Mientras tanto, el partido oficial continúa concentrando todas sus fuerzas en los "ejércitos rojos" y en las regiones campesinas. Llega un momento en que las tropas campesinas ocupan los centros industriales y se enfrentan cara a cara con los obreros. En esa situación, ¿cómo actuarían los stalinistas chinos?

No es difícil prever que opondrán hostilmente el ejército campesino a los "trotskistas contrarrevolucionarios". En otras palabras, incitarán a los campesinos armados contra los obreros avanzados. Es lo que hicieron los eseristas y los mencheviques rusos en 1917; cuando perdieron a los obreros se dedicaron fundamentalmente a conseguir apoyo entre los soldados, azuzando al cuartel contra la fábrica, al campesino armado contra el proletario bolchevique. Kerenski, Seretelli y Dan, si bien no acusaban directamente de contrarrevolucionarios a los bolcheviques, los calificaban de "colaboradores inconscientes" o "agentes involuntarios" de la contrarrevolución. Los stalinistas son menos selectivos en la aplicación de la terminología política. Pero la tendencia es la misma: incitar maliciosamente a los elementos campesinos y generalmente a los pequeñoburgueses contra la vanguardia de la clase obrera. [...]

A la vez que mantiene su independencia política, la vanguardia proletaria debe estar siempre dispuesta a garantizar la acción conjunta con la democracia revolucionaria. Mientras nos negamos a identificar los destacamentos campesinos armados con el Ejército Rojo como fuerza armada del proletariado y enfrentamos la realidad de que la bandera comunista oculta el contenido pequeñoburgués del movimiento campesino, por otra parte tenemos una perspectiva absolutamente clara de la tremenda importancia democrático-revolucionaria de la guerra campesina. Enseñamos a los obreros a comprender esta importancia y estamos dispuestos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para lograr la necesaria alianza militar con las organizaciones campesinas.

En consecuencia, nuestra tarea no consiste solamente en evitar que la democracia pequeñoburguesa, que se apoya en el campesinado armado, asuma el comando político-militar del proletariado sino también en preparar y garantizar la dirección proletaria del movimiento campesino, especialmente de sus "ejércitos rojos".

Cuanto más claramente entiendan los bolcheviques leninistas chinos los acontecimientos políticos y las tareas que ellos plantean, más se extenderá su influencia en el proletariado. Cuanto mayor sea la persistencia con que apliquen la política del frente único respecto al partido oficial y al movimiento campesino liderado por él, más seguras serán sus posibilidades, no sólo de evitar que la revolución caiga en un conflicto terriblemente peligroso entre el proletariado y el campesinado, y de garantizar la necesaria acción conjunta entre las dos clases revolucionarias, sino también de transformar su frente único en el peldaño histórico hacia la dictadura del proletariado.

Prinkipo, el 26 de septiembre de 1932

Esta carta ilustra hasta qué punto Trotsky era un dirigente internacional. Lo que, hace falta decirlo, no han sido nunca los que se decían sus sucesores y que se peleaban para poder usar la etiqueta de la IV Internacional para su aparato, o mejor dicho, los aparatos sucesivos, a lo largo de las escisiones causadas por su incompetencia y su pretenciosidad.

No es el lugar aquí para retomar la historia de sus aparatos cada vez más pequeños y cuya actividad esencial era criticar el aparato de al lado en su legitimidad a considerarse como IV Internacional. Hoy sigue existiendo una, que es la antigua corriente llamado Secretariado Unificado de la IV Internacional.

Aunque toda esta historia del movimiento trotskista ilustra el hecho de que no basta con llamarse IV Internacional para serlo. Hace falta su competencia política, y principalmente la competencia de razonar en función de los intereses de clase del proletariado. No es el caso de los distintos aparatos existentes, o que han existido, que solo comparten incompetencia y pretenciosidad. Han sustituido a la lealtad política al “campo obrero” el más nimio seguimiento de una multitud de organizaciones nacionalistas (las ultimas son el Hamás y el Hezbolá).

Trotsky tenia esta capacidad de guiar políticamente el movimiento trotskista, a distancia no solamente geográficamente pero también en el tiempo, como lo muestra el texto.

Pues la cuestión de la naturaleza de clase del Estado chino no era solamente una cuestión histórica, sino la plasmación de la política de la organización que se reivindica de ella. Pretender que la guerra campesina puede generar un Estado obrero sin participación del proletariado, expresa de la manera más clara que las organización que defendían esta posición habían abandonado el terreno de clase del proletariado por completo. No es el caso de Lutte Ouvrière.

Otra expresión de esta incompetencia unida a la pretenciosidad es el hecho de que, incluso ahora, mientras que el partido llamado comunista chino ya no esconde, incluso enarbola, sus objetivos nacionales capitalistas, los representantes de la llamada IV Internacional oficial no han visto útil explicar como el Estado chino ha pasado del estatuto de Estado obrero más o menos deformado o desfigurado al de Estado capitalista puro y duro.