¡Sólo se merecen una tormenta social!

Textos del semanario Lutte Ouvrière - 16 de diciembre de 2024
16 de diciembre de 2024

El pasado fin de semana, un ciclón arrasó el archipiélago de Mayotte, la provincia más pobre de Francia, ubicada a 8.000 km de París. Los barrios de chabolas y las casas de chapa en donde vivía un tercio de la población han sido devastados. Se temen miles de muertos, pues muchas personas sin documentación no quisieron acudir a los refugios propuestos por la prefectura, ¡por miedo a ser expulsados! Y es verdad que el gobierno francés, a falta de luchar contra la miseria, lleva a cabo una verdadera guerra contra los pobres venidos de las islas vecinas de las Comoras.

A pesar de la ayuda de emergencia, la población está sumida en una tragedia. Todos los problemas diarios van a ser multiplicados por diez: la miseria, las penurias, las epidemias. Las autoridades se preocupan por lo que denominan “pillaje”. ¡Que traigan víveres y agua, material con que quitar escombros y reconstruir!

“La mala suerte se ensaña con Mayotte”, escriben algunos periodistas. Sin embargo, el desastre no lo ha causado sólo la violencia del ciclón amplificada por el cambio climático. Ha sido el producto de la miseria y el subdesarrollo, la falta de inversión en infraestructuras por parte del Estado. La isla ya faltaba de todo: agua potable, luz, escuelas, recursos sanitarios, vivienda decente. Este año, hasta ha sido golpeada por el cólera.

Mayotte fue apartada de las Comoras por el imperialismo francés para mantener una base en el Océano Índico. Todos los gobiernos sucesivos, sea cual sea su color político, se vanaglorian de la herencia colonial no sin mantener la isla en un subdesarrollo indignante.

No es de sorprender esa manera de tratar a Mayotte y a los pobres entre los pobres. Todo el sistema capitalista está hecho así: saquea, explota y acumula fortunas en los bolsillos de unos pocos, mientras le dan igual quienes lo mantienen. Lo mismo para el pueblo trabajador aquí.

Es cierto que las condiciones laborales y de vida de Mayotte no se pueden comparar con las que tenemos aquí. Pero sí hay una cosa similar, y es que impera el beneficio, la ley de los capitalistas que tienen la vida de los trabajadores entre sus manos.

Los trabajadores de aquí no se enfrentan a un ciclón devastador sino a una ola de despidos y cierres de empresas – que también será devastadora. Eso condenará al desempleo y la pobreza a centenas de miles de trabajadores. Para ciudades y comercios, es la muerte a fuego lento.

Mientras tanto, los medios nos machacan el circo gubernamental, cuando todos vemos que no tiene sentido y que los políticos se burlan de nosotros.

Hoy día, los dirigentes hacen como que se preocupan por Mayotte, pero su único problema es tranquilizar los mercados financieros. ¡La realidad es que les da igual el futuro de las clases pobres tanto las de Mayotte como las de aquí!

Los cientos de miles de puestos de trabajo eliminados no son siquiera un tema para los políticos que llevan seis meses dándonos la misma comedia. Ninguno merece que nos interesemos por su circo, tampoco Bayrou (el nuevo primer ministro francés).

Para las clases populares, nada bueno vendrá desde arriba, sobre todo en un momento de crisis del capitalismo. Pero depende de los trabajadores, y de todos aquellos indignados por la injusticia de la sociedad, luchar por cambiar su suerte. A los trabajadores y a los oprimidos, nada nos salió gratis nunca. Todo lo obtenido lo hemos arrancado gracias a nuestras luchas.

Después de Barnier, Bayrou busca una mayoría en el parlamento para darnos largas. ¡Pero los trabajadores somos la mayoría! La mayoría útil e indispensable para que la sociedad funcione. Somos una mayoría capaz de hacerse temer por la minoría patronal y hacer que recule, lo demostraron las grandes huelgas de 1936 y 1968, puesto que de nosotros dependen sus ganancias.

En los momentos de lucha como aquéllos, la agenda política ya no la controlan los payasos del parlamento o del gobierno, sino los trabajadores.

En momentos así, se puede contrarrestar la codicia de la patronal y obligar a los accionistas a restar a sus ganancias lo necesario para mejorar las condiciones laborales y de vida de toda la población. Sólo en la lucha por derribar el sistema capitalista completamente loco podremos hacer avanzar el interés general, en todas partes, aquí, en Mayotte, en el mundo.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 16 de diciembre de 2024