Uno de los efectos de la pandemia, que está frenando brutalmente la economía mundial, es el colapso del precio del petróleo, que ha caído a 25 dólares por barril. Esta caída es el resultado no sólo de la crisis actual, sino de la guerra entre los principales países productores, Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita, que se niegan a regular su producción.
Para los países cuyos ingresos dependen en gran medida del petróleo, como Argelia, Nigeria, México o Iraq, este colapso será dramático. Recortará el presupuesto de esos Estados en un momento en que deberían estar movilizando recursos para hacer frente al coronavirus y subvencionando las necesidades básicas.
La guerra contra el virus esconde otra, que enfrenta a las grandes compañías petroleras entre sí para captar una mayor cuota de mercado.