En EEUU e internacionalmente, muchas mujeres trabajadoras han decidido no ocultar por más tiempo que en el pasado fueron objeto de abusos sexuales. En la mayoría de los casos han sido agredidas y violadas en el entorno laboral, por algún jefe o compañero. Impulsadas por las primeras declaraciones públicas y gracias a la iniciativa en Twitter “Me too” (“Yo también”), han aumentado las declaraciones públicas y en medios como la prensa. Muchas mujeres han manifestado y denunciado a todos aquellos hombres que abusaron de ellas, aprovechando su jerarquía o posición. No solo ellas, incluso hombres, han declarado que fueron, de jóvenes, víctimas de abusos en el mundo del espectáculo.
Es similar a lo que ocurrió en la campaña contra los abusos sexuales por los curas de la Iglesia Católica. En ambos casos una vez vencidos los primeros rechazos y temores de las víctimas las denuncias se multiplicaron. El apoyo público ante las víctimas permitió que quienes habían padecido anónimamente durante años, pasaran a denunciar ya sin temor descubriendo a los autores de esos abusos y violaciones. Así las denuncias públicas han permitido a las mujeres trabajadoras de diferentes ámbitos poner ante la opinión pública a poderosos y “respetables” hombres por sus repulsivos, humillantes y a menudo delictivos comportamientos.
En el terreno donde la reputación pública del hombre se hace valer, las mujeres lo han aprovechado y han aireado sus voces, gracias también a la campaña “Me Too”. Como consecuencia del escarnio público, unos cuantos hombres se han visto obligados a dimitir, sobre todo en algunos medios de comunicación. De esta industria depende mucho el mundo del cine, periodismo y de los eventos deportivos. En cierta forma, ha habido una reacción desde las altas instancias, y cínicamente han preferido desprenderse de algunas de sus figuras públicas, antes que sus empresas se vean arrastradas también por las noticias diarias.
Pero para las masas de mujeres de trabajos ordinarios cuyos jefes no son figuras mediáticas y su reputación no se pondrá nunca en entredicho, ¿qué pueden hacer las mujeres? Los abusos sexuales ocurren en campos y granjas, en minas, en fábricas, en hoteles, en restaurantes y cárceles, en transporte, en oficinas, Si la verdad alguna vez saliera, sabríamos que las mujeres trabajadoras en la Casa Blanca, han sido víctimas también.
Cada día en su trabajo y con determinación, las mujeres han aprendido a ponerse en pie ante sus agresores sexuales y se han hecho oír. Y si la mujer es despedida o no, debe tener una red de apoyo y respeto organizada alrededor de ella. La reacción de los compañeros importa. Que se toleren o se callen los abusos hace fuertes a esos jefes abusones. Es una más de las patas de las estrategias de los jefes, divide y vencerás.
Las mujeres que han sido objeto de abusos en entornos laborales aislados, no siempre pueden defenderse denunciando a su agresor, muchas de ellas relatan frecuentes abusos sexuales.
Mientras los patronos han sido “amos” de los trabajadores, en toda la historia de la lucha de clases, las mujeres han seguido con sus ocupaciones se han mantenido calladas, salvo excepciones.
¿Cómo podemos llamar a esto una “sociedad moderna” , “civilizada” , cuando en cualquier nivel desde el más bajo de los jefes y en cualquier profesión pueden librarse de la cárcel o salirse con la suya demandando favores sexuales a las mujeres, a cambio de que mantengan el trabajo o una nueva promoción laboral?
Una mirada a la historia, los orígenes de la propiedad privada, será esclarecedora. En la Edad Media los jefes de esa sociedad, los Señores feudales exigían favores sexuales de las mujeres que trabajaban para ellos. Era “normal” esta apropiación sexual sobre las mujeres. Desde entonces las cosas no han cambiado mucho. La verdad es que hará falta una revolución para derribar completamente esta opresión profundamente enraizada. Esa revolución que comenzrá por derribar los derechos sobre la propiedad privada como orígen de todo dominio del hombre sobre si mismo y sobre las mujeres.
La lucha iniciada por las mujeres contra los abusos abre un camino y debería permitir romper con los roles tradicionales, que oprimen a la mujer en el contexto de la economía capitalista, donde el hombre ha mantenido su dominio sobre ellas.
Muchas veces en las revoluciones sociales, en las manifestaciones, en las huelgas, han alcanzado su punto más alto y conquistado posiciones cuando las mujeres decidieron tomar la iniciativa. Las mujeres en el contexto de lucha de clases demuestran que las luchas son la misma que para todos los obreros en general.
¡Unirse y organizarse para derribar este sistema capitalista que esclaviza por igual a mujeres que a hombres!