En agosto la inflación en España suponía un 10,8 de subida y esto supone una pérdida en el poder adquisitivo en los salarios de más de 100 euros por cada 1000. Estos 100 euros que dejamos de percibir se van a los bolsillos de las grandes empresas. Es una realidad que los trabajadores no debemos aceptar: la subida de precios es un ataque a las condiciones de vida de los asalariados y clases populares que están pagando de su sueldo los beneficios de las grandes empresas y bancos. Lo que perdemos en los salarios los trabajadores, lo ganan aquellos que venden más caro: el monopolio eléctrico, las petroleras y en general las grandes multinacionales, en España agrupadas en el Ibex 35, que se están forrando a costa de la clase trabajadora. Esencialmente, la subida de precios es un trasvase global de los salarios de la clase obrera hacia los beneficios de la gran patronal y burguesía.
Tras años en los que la inflación se mantuvo por debajo del 2%, ha vuelto a los países occidentales. Mes tras mes, los precios suben. En un principio los medios, economistas oficiales y defensores del capitalismo explicaban el fenómeno por las medidas contra la epidemia Covid. El cierre de la economía mundial, los confinamientos etc., habían producido cuellos de botella en las cadenas de valor y suministro, que originaba una falta de oferta de mercancías que junto a la falta de demanda de esos productos por los confinamientos, había producido incluso la bajada generalizada de los precios, lo que se llama deflación. Todo lo cual se resolvería en la medida de que volviera a la normalidad los procesos productivos y el comercio.
Pero llegó 2021 y el final de las medidas pandémicas y los precios no pararon de subir. Ahora la culpa de la subida de precios la tendrían los precios de las materias primas, la energía y la guerra de Ucrania con Putin cerrando el grifo del gas.
El IPC se disparó en julio por los precios de los alimentos y la electricidad. La tasa de los precios sin la energía y alimentos –la inflación subyacente- alcanzó el 6,1%, la más alta desde enero de 1993. El periódico “Cinco Días” titulaba, “La inflación se come 110.000 millones de euros en salarios y ahorro en 12 meses”.
El subidón eléctrico es de locura. La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) explicaba que la factura media de un hogar con la tarifa PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor) en agosto de este año se eleva a 130,99 euros, convirtiéndose en la segunda más cara de la historia. Y es necesario denunciar que la electricidad lleva subiendo desde 2003 hasta 2018 casi un 100% de 43,47 euros a 80,73 euros en 2018. Esta misma organización de consumidores ha señalado que la cesta de la compra anual en todo el Estado será este año, 830 euros más cara que en 2021. Eso supone un encarecimiento medio de los productos del 15,2 %.
¿Por qué suben los precios? ¿Qué soluciones para la clase trabajadora?
La causa de la inflación está implícita en el modo de producir capitalista. La primera razón es la falta de planificación racional de la economía. Los capitalistas invierten si hay beneficio, si se gana dinero, no se produce para satisfacer necesidades de la sociedad. Esto supone que hay momentos donde existe falta de mercancías en el mercado y los precios suben, o que se especule con alimentos o materias primas lo cual hace subir los precios, puesto que los capitalistas acaparan o imponen precios para obtener beneficios. En momentos de crisis económica provocada por el propio sistema al producir por encima de las necesidades de una sociedad, la subida de precios o la bajada es un efecto de estas crisis.
Los gobiernos y sus bancos centrales no pueden controlar la inflación, que es endógena al sistema capitalista. Ni la manipulación de los tipos de interés del dinero, ni los topes a los precios, ni las bajadas de impuestos han hecho bajarlos, ni tan siquiera los cheques al transporte o las bonificaciones a la gasolina. Los precios actuales de la electricidad y la energía es la demostración palpable de ello. Bajando los impuestos o subvencionando productos solo conseguirán que el Estado recaude menos dinero, y que los más ricos se beneficien al igual que los más pobres. Y si el Estado recauda menos dinero, ¿cómo se van a pagar los servicios públicos? Iremos así, con estas medidas, directos al deterioro de los servicios públicos y con ello a la privatización de la sanidad y la educación como ya lo estamos sufriendo.
Por otra parte las medidas de pacto con las grandes superficies que abanderan los ministros de Unidas Podemos en el gobierno Yolanda Díaz y Alberto Garzón, son sólo medidas cosméticas de cara a la galería. Reducir los precios de una cesta de la compra de 30 artículos de la gran superficie Carrefour solo será un parche al problema, además traerá consecuencias contra el pequeño comercio. Es una medida propia de la derecha francesa de Macrón o de la populista Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.
En un periodo de subida de precios, la única solución es imponer el poder adquisitivo de los trabajadores y esto significa obligar a la burguesía a aumentar los salarios a costa de sus beneficios. El fondo del problema es, nada más y nada menos, que los y las trabajadoras amenacen la dominación de la clase capitalista sobre la economía. Si los trabajadores consiguen controlar los salarios que la burguesía tiene que pagarles, esto ya es una parte del control de los trabajadores sobre las empresas. Y esto debe llevar a la clase trabajadora a la conciencia de que puede y debe tomar el control de la economía.
Por ello indexar los salarios al IPC, aumentar automáticamente los salarios según el IPC, es decir la idea de una escala salarial móvil revalorizándose automáticamente, hay que defenderla como reivindicación fundamental. Pero sólo puede adquirir su verdadero significado en situaciones en las que la clase trabajadora se moviliza en torno a ella. Será un paso más en la conciencia de clase que permita avanzar hacia la expropiación de los medios de producción a manos de la clase trabajadora.
En definitiva: el problema de la inflación no se resolverá totalmente sin acabar con el sistema capitalista, que es su causa.