Sigue la lacra de la explotación infantil en EE.UU. y medio mundo

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Noviembre de 2021

El Senado de Wisconsin ha aprobado un proyecto de ley que permite a niños de secundaria, de 14 y 15 años, trabajar hasta las once de la noche según qué días. Esta aberración no es nueva; de hecho, este nuevo proyecto solo viene a ampliar lo existente puesto que ya se permitía trabajar a niños entre las 7 a.m. y las 9 p.m. desde el 1 de junio hasta el Día del Trabajo, y entre las 7 a.m. y las 7 p.m. durante el resto del año. Se “respetan” con esta ley las limitaciones al trabajo infantil existentes, lo cual servirá para descargar algunas conciencias: tres horas de trabajo en un día escolar, ocho horas en días no escolares y seis días de trabajo a la semana.

«Es una gran oportunidad para que estos jóvenes obtengan algo de experiencia laboral… Se trata de dar oportunidades… Son horas muy controladas», declaró Felzkowski, senadora estatal. ¡Puro cinismo! Lo que hay detrás es la escasez de mano de obra debido a las malas condiciones de trabajo. La solución no es abrir aún más la mano al trabajo infantil, sino mejorar las condiciones laborales y pagar más. Esto, hasta Biden lo reconoció públicamente. ¡No hay que ser un revolucionario para reconocerlo!

¿Qué niños tras la escuela, irán a trabajar? ¿Los niños negros, los latinos, los…? ¡ Los más pobres, sin duda! Parece mentira, pero no lo es, que el país más rico del planeta tenga que recurrir a los viejos métodos del capitalismo para subsistir en tiempos dónde el capital no se reproduce a la velocidad que los capitalistas desean.

A inicios del siglo XX los niños representaban el 20% de la fuerza laboral estadounidense.

Y si esto ocurre en EEUU, no es difícil imaginar qué ocurre en otros países menos desarrollados o sencillamente pobres. De hecho, más de 160 millones de niños y niñas se ven obligados a trabajar en todo el mundo para sobrevivir. La pandemia amenaza con ampliar esa cifra otros nueve millones más, hasta finales de 2022. Así lo dice el último informe de UNICEF y la OIT.

Durante la revolución industrial en el siglo XIX la introducción de nuevas máquinas redujo la fuerza física necesaria para ciertas tareas y ello facilitó el ingreso de niños y mujeres a la industria; aprovechándose de las necesidades –como siempre- el capitalista aprovechó la coyuntura para pagarles menos. Carlos Marx en “El Capital” denunció cómo los capitalistas acudían a todo tipo de engaños y trucos con tal de evadir las reglamentaciones legales- bastante laxas- que regían sobre el trabajo infantil, para sacar mayor beneficio. Tenían entre 10 y 15 años, pero realizaban muchas de las tareas más duras y peligrosas a lo largo de toda la geografía del país: desde trabajar en las minas de carbón de Pensilvania hasta manipular la maquinaria de las hilanderías en el sur del país, pasando por las fábricas de vidrio de Nueva Jersey.

Esta breve reseña histórica basta para recordar que las crisis del capitalismo son cíclicas y permanentes, y los tormentos y consecuencias desastrosas que conlleva el mismo, lo son también: el paro, el trabajo infantil, los despidos, los problemas habitacionales, y muchos otros.

Así, en la actualidad, de los aproximadamente 352 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años que trabajan en el mundo, uno de cada doce lo hace en situaciones de explotación, enfrentándose a las peores formas de trabajo infantil, que van desde trabajos peligrosos, a trabajos forzados, pasando por la explotación sexual comercial o para realizar actividades ilegales. El 97% de ellos pertenecen a países en desarrollo, aunque como hemos visto, también se da en otros países y en el mismo EEUU.

¡Hay que cambiar el sistema! ¡Abajo la explotación infantil y cualquier otra opresión de una persona contra otra!