Contra los despidos en Telefónica

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Julio 2003

Telefónica acaba de presentar un expediente de regulación de empleo con el que pretende eliminar 15.000 puestos en 5 años, mediante bajas incentivadas en su mayoría, y excepto los subsidios de desempleo que lo pagará la Seguridad Social, el coste será pagado por la empresa. Los despidos corresponden al sector de Telefónica fija. Es decir, en el sector de telefonía tradicional. En la actualidad Telefónica, cuenta con 40.659 empleados y serán los trabajadores comprendidos entre 51 y 54 años los afectados. La regulación durará hasta el 2008 en que habrá concluido. La complicidad del gobierno es evidente: ha subvencionado con 75 millones de euros a esta empresa que va a despedir a miles de trabajadores en unos años. Estos despidos se suman la los miles que las principales empresas de telecomunicaciones del mundo están realizando. Por ejemplo, Deutsche TeleKom de Alemania; tiene previsto despedir hasta el 2005, 55.000 trabajadores, France Telekom 13.000 y así en adelante. Las catorce empresas más importantes del mundo están echando a la calle a miles de sus empleados por los mismos motivos que Telefónica.

Estos despidos "incentivados" los justifican argumentando el escaso crecimiento del mercado y la competencia "desigual" de otras empresas del sector. Hace cuatro años, Telefónica abrió un expediente de regulación de empleo por el cual despidió a 11.000 trabajadores y se comprometió a no hacer más recortes de empleo si el gobierno aceptaba la regulación. Para más escarnio, esa regulación se hizo a cargo del erario público. Como podemos ver la patronal se guía por los beneficios y no por reglas morales. Es el dinero quien le dicta su actuación y éste, en su lógica capitalista, es directamente proporcional a la explotación del trabajo y a los despidos. A estos despidos en ciernes hay que sumar los que se están derivando de empresas subcontratadas de filiales de Telefónica. Es el caso de Atento una empresa de "Telemárketing" filial de telefónica, empresa que atiende los servicios de información y atención con el cliente, que ha despedido a 4000 trabajadores.

En esta nueva tanda de despidos, Telefónica utiliza el eufemismo de "expediente de regulación de empleo" (ERE), a través de "bajas incentivadas", para esconde el despido y eliminación de parte de la plantilla. Esta nueva regulación llega después de la caída de la cotización de los valores tecnológicos en los cuales Telefónica había invertido miles de millones y obtenido también pingües beneficios. Pero como es propio en el funcionamiento del capitalismo, las inversiones se hacen en la bolsa de valores sobre los beneficios previstos, inflando una burbuja de precios que no corresponde a los valores reales, hasta que se satura el mercado y la burbuja estalla al no poder realizarse los beneficios. El estado actual de Telefónica con sus 15.000 despidos muestra la locura del sistema económico que echa a la calle a personas para contratar en precario sus servicios y no tiene empacho de decir los beneficios que obtendrá, a 600 millones ahorrados por año, unos 40.000 euros por trabajador y año.

La compañía ha justificado la necesidad de la regulación de empleo aduciendo que los cambios habidos con la liberalización de precios, ha provocado una competencia que implica un "riesgo cierto" de pérdidas "en un plazo no muy lejano". Telefónica tiene el chantaje de expresar que si no realiza el ajuste entrará en crisis. Buena culpa de la situación de la empresa la tiene según Telefónica esta la normativa de precios que es de las más "agresivas" de Europa. Mientras que echa a la calle, hasta el 2005 a 15.000 trabajadores está negociando con el gobierno la tarifa de precios telefónicos regulados e intenta que el nuevo sistema le favorezca aún más. El monopolio legal con el que contaban antes ya no existe; pero de hecho Telefónica es un monopolio que obtiene millones de beneficios. El año pasado los beneficios han sido 807,9 millones de euros. Este año en el primer trimestre ha obtenido un 348'91% más que el mismo periodo que el año pasado, es decir más de 543 millones de euros. Sus dirigentes tienen el cinismo de decir que si no despiden no van a seguir ganando dinero.

El gobierno apoya los y los sindicatos mayoritarios negocian

El ministro Piqué, ve normal el recorte; dice que la regulación es la misma que han practicado otros operadores europeos. Rato, más cínico aún si cabe, manifiesta que el problema es "un asunto privado". Por su parte, CCOO y UGT, mayoritarias en Telefónica, tan sólo han mostrado un tímido rechazo y están dispuestas a negociar. El problema está en la visión de la regulación que tienen los sindicatos y la falta de una expresión política que se oponga en todas las instituciones y foros, y que permitiera canalizar el descontento.

Por una parte, los sindicatos mayoritarios se escudan en el "posibilismo", es decir se negocia "lo posible" y no se presiona de una forma contundente, pues siempre se echa en cara a los trabajadores que no se movilizan. Lo cierto es que los despidos se centrarán en una franja de edad en la cual es goloso mantener los salarios y al final tener una jubilación digna. Al ser voluntaria, puede que muchos trabajadores se acojan. Se puede considerar dentro de la lógica humana, y con esto juega la empresa y así domestica a los sindicatos. Pero es necesario tener una visión de conjunto de toda la clase obrera. Si despide, obtendrá beneficios y para obtener más beneficios, precarizará el empleo. Resumiendo, que lo que antes hacían dos trabajadores ahora lo hará uno por la mitad del sueldo. Esto va a suponer que los trabajadores tendremos cada vez menos fuerza para frenar los ataques de la patronal y el gobierno. Y lo que es fundamental: se va a pagar a estos trabajadores con una reserva de capital que se ha ido acumulando durante años del salario de miles de compañeros. Esto significará que las posibles ventajas futuras de este colchón se van a dilapidar para beneficio de los grandes accionistas.

Para los trabajadores, los de telefónica y todos, es un problema de supervivencia. Lo que pretende la empresa es despedir al sector de trabajadores con más edad y más experiencia, para subcontratar los servicios y abaratar mano de obra que se precarizará aún más. Aún tenemos en la memoria los casos de Sintel o Cabitel, empresas que fueron cerradas o vendidas, y los trabajadores despedidos y en la calle. La propia empresa ha explicado que quiere reestructurar sus departamentos. Quiere que el peso de éstos lo lleve el departamento comercial y que sea el 50% de la empresa. Los trabajos relacionados con la red telefónica y las tareas de apoyo, es decir el trabajo más obrero disminuirá.

Evidentemente lo que pretende es que estos trabajos sean subcontratados, lo cual precarizará aún más el mercado laboral, y ya no tendrá problemas laborales directos puesto que los trabajadores pertenecerán a otra empresa que realizará el trabajo por un menor coste. Y no nos debe extrañar esta política pues lo lleva haciendo desde hace años. Por ejemplo las reparaciones y el cableado lo llevan empresas subcontratadas. Lo que hace Telefónica y el gobierno muestra la perversidad y la locura de un sistema económico que despide para ganar más dinero. Romper este círculo vicioso del capitalismo es la única manera de resolver los despidos y el paro. Por eso la clase obrera tiene que exigir medidas de urgencia contra estos ladrones.

Tenemos que oponernos a estos despidos y comenzar la lucha. La rabia de los trabajadores puede transformar la situación y frenar los despidos. El ejemplo de Sintel o Cabitel no lo debemos olvidar. Esta rabia que se muestra en las luchas hay que extenderla, generalizarla y darle la expresión política que impida los desmanes de estos ladrones. Por eso no podemos consentir que las empresas con beneficios que despiden se vayan de rositas. Hay que prohibir los despidos bajo pena de expropiación y abrir públicamente la contabilidad de estas empresas y de este modo retirar los millones de euros que se lleva la empresa para utilizarlos en creación y mantenimiento de empleo.

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