La ausencia de dos diputados del PSOE, Eduardo Tamayo y Mª Teresa Sáez, en la primera comparecencia de la Asamblea de la Comunidad de Madrid impidió que la izquierda tuviera la mayoría y dio la presidencia de la Asamblea al PP. La sorpresa no tuvo límites y Eduardo Simancas, el que estaba destinado a ser presidente de la Comunidad no salía de su asombro por lo ocurrido. Tras las sesiones de investidura, la única salida es la repetición de las elecciones en la Comunidad de Madrid. El escándalo no se hizo esperar y para las filas del PP ha sido como agua de mayo que le ha permitido argumentar lo inconsistente e inestable del proyecto socialista de Zapatero. A menos de un año para las elecciones generales, este escándalo le va a dar el aire suficiente para respirar y señalar a los socialistas como un partido corrupto. En el debate sobre el Estado de la Nación, realizado hace unos días, Aznar ha utilizado los hechos como si de un martillo pilón se tratara para atacar a Zapatero. El descrédito para los socialistas tras los sucesos de Madrid pone de manifiesto lo acontecido en las últimas elecciones en las que la subida de la izquierda fue leve.
Tanto para Eduardo Tamayo como para Mª Teresa Sáez el motivo de su ausencia era dar un escarmiento, avisar a Siamancas para que contara con ellos, ante el giro a la izquierda que tomaban los pactos con IU. Ellos estaban en desacuerdo con el pacto con los "radicales" de IU, la "extrema izquierda" que iban a llevar al desgobierno a Madrid. Era un aviso también por el no cumplimiento de los pactos realizados en el congreso de la Federación madrileña del PSOE. Y desde un principio declararon que votarían en la investidura a Simancas, éste se negó a ser presidente con sus votos, al final la abstención "de los traidores" provocará la repetición de las elecciones.
Para los socialistas, el PP y sus empresarios son los que están detrás de la actitud de estos diputados, para ocultar sus corruptelas. Enseguida de la deserción de los diputados tránsfugas, los socialistas dieron una explicación de lo sucedido. Tamayo y Sáez eran los peones de una trama de especulación inmobiliaria que ligada al PP, intentaba impidir la elección de Simancas como presidente. Simancas, Zapatero y los líderes del PSOE quieren demostrar que aunque con corruptos en sus filas van a limpiar de indeseables su partido. No les queda más remedio que presentarse como paladines contra la corrupción y especulación, expulsando a esta basura. Pero por mucho que quieran ahora presentarse como paladines de la honradez, el escándalo pone de manifiesto la estructura y funcionamiento del partido alejado de los intereses de la clase trabajadora y horadado por camarillas, clanes y grupos de presión alrededor de barones, que funcionan por cargos y arribismo, y que tienen en las poltronas de los ayuntamientos, diputaciones, parlamentos regionales y nacionales, así como los cargos del partido, su razón de ser.
Estos clanes y camarillas se mantiene gracias al reparto de poder en las listas y cargos que pactan. Precisamente en estos días han salido informaciones en la prensa de cómo Zapatero se apoyó en estos clanes, que ahora le han salido respondones, para salir por nueve votos de diferencia contra José Bono en el último congreso del PSOE. El mismo hecho de que sea ahora y no antes la denuncia de corrupción de estos tránsfugas pone de manifiesto que se pactó con su grupo, Renovadores por la Base, el reparto de poder en las listas electorales. Este funcionamiento de pactos entre los distintos clanes por el reparto del botín, no es sólo del PSOE. La derecha funcionan de la misma manera, y hasta en IU sus luchas y pactos entre las distintas corrientes tienen por objetivo las distintas cuotas en puestos electorales o poltronas en su caso.
Para IU era evidente que la trama desentrañada estaba destinada a impedir que los turbios negocios salieran a la luz, habida cuenta de que la izquierda, e IU en particular iban a realizar una política honesta contra la especulación inmobiliaria. Las maniobras del PP con los dos diputados le proporcionaban además la posibilidad de gobernar otra vez la comunidad de Madrid. De ahí la acusación de los socialistas. A partir de aquí, las denuncias judiciales no se han hecho esperar y empezaron las querellas entre los dirigentes del PSOE contra esta trama y viceversa. El centro de la trama serían unos empresarios constructores del PP, el secretario del PP de Madrid Ricardo Romero de Tejada, los diputados del PSOE y una empresa del negocio especulativo "Euroholdin Corporación Financiera", con intereses en los municipios de Madrid.
En el PP ha venido el escándalo como anillo al dedo. Expresan que lo ocurrido en Madrid no es más que la salida a la luz de las luchas intestinas entre los socialistas, entre sus clanes y camarillas que se muerden unos a otros como tiburones con la corrupción de fondo. Para el PP, estos hechos son un arma contra la izquierda. "Cada vez que se acercan los socialistas al poder aparece la corrupción" ha dicho Aznar, que se frota las manos con el desprestigio popular que esto supone para los socialistas. Naturalmente esta situación beneficia al PP de una manera clara. Políticamente le permite presentarse como partido estable y serio para su electorado y tener carnaza política para atacar a Zapatero, y a la izquierda. Le permite también la posibilidad de tener otra vez la Comunidad de Madrid electoralmente. Y mantener su red de influencias con la patronal, ocultando los negocios sucios y de obras públicas e inmobiliarios. Actualmente hay en nueve municipios de la Comunidad de Madrid querellas por la Fiscalía, por turbios asuntos inmobiliarios y de recalificaciones de suelo. De todas estas querellas ocho son implicación del PP y una con el PSOE.
La corrupción es el capitalismo
Este incidente ha destapado la realidad de una trama de corrupción inmobiliaria por la cual empresarios de la construcción y políticos ganaban millones con la especulación de la vivienda. Desde hace algunos años, y al calor de la subida de precios de la vivienda en toda España, se están produciendo el desarrollo especulativo y corrupto de tramas inmobiliarias y de la construcción. Es la llamada "burbuja" inmobiliaria que ha puesto por las nubes los precios de la vivienda y del suelo urbanizable. Esta corrupción de intereses en la provincia de Madrid ha beneficiado a las grandes empresas y consorcios inmobiliarios con pingües beneficios. Esta trama de corrupción que ha estallado en Madrid no es algo propio de la capital, sino que está extendido en toda España. Y lo peor es que no es una cuestión moral de mafiosos perversos, es un problema del propio sistema económico, del capitalismo.
Más allá de las manipulaciones e intereses del PP, y del chasco del PSOE, estos hechos muestran el funcionamiento del capitalismo en todo el país y en todas las ciudades. Es el robo de las grandes empresas de la construcción del dinero público a través de las obras públicas y de la vivienda. Tenemos que comprar una vivienda con los precios desorbitados que imponen la patronal del sector, en connivencia con concejales de uno u otro signo. El gobierno potencia con los tipos de interese bajos el endeudamiento hipotecario de los trabajadores con los bancos. Los concejales recalifican terrenos y permiten la especulación, y al final, negocio redondo a costa de los asalariados.
La dinámica de la actividad económica en España se está basando fundamentalmente en el boom de la construcción que tira de la economía. Actualmente el presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España denunciaba a través del periódico "El País" que se construye anualmente en España "tantas viviendas como Francia y Alemania juntas". Y para dar una idea comparativa de precios de la vivienda explicaba: "que si en Francia en 2002, el precio medio de la vivienda nueva era de 140.488 euros, en España era de 173.781; en París (Ille de France), de 186.773, y en la comunidad de Madrid de 186.773". Como es evidente apreciar, el negocio está permitiendo el enriquecimiento del capital a costa del endeudamineto de la sociedad. Ejemplos hay en todas las ciudades. Citar por ejemplo las ciudades de la costa donde la patronal paga TV locales, financia partidos "independientes" o a los tradicionales para sus construcciones. En las ciudades del interior el crecimiento urbano se hace a costa de terreno rústico que se recalifica y desaparecen los términos municipales en un caos arquitectónico. Por ejemplo en Sevilla, toda la cornisa del Aljarafe ha sido recalificado y pueblos como Tomares han perdido casi su término municipal entre cientos de viviendas. Todo ello trae los consiguientes problemas de tráfico, aglomeraciones, insalubridad, etc.
La burbuja inmobiliaria: un negocio a costa de los trabajadores
La subida de precios en España en el sector de la construcción ha sido tremenda y provocada por estos políticos que ahora se rasgan las vestiduras. Según datos del INE desde 1998 la vivienda ha subido un 88%. Cuando esta subida se produce sin corresponder al valor real de la vivienda se dice que se inflan los precios formando lo que se llama una "burbuja". Esta subida de precios se ha producido por varios factores. En primer lugar el paso al Euro ha provocado la salida a la luz de dinero negro que ha invertido en "ladrillo". La caída y poca rentabilidad de la bolsa ha desviado también el dinero hacia las inversiones seguras de la construcción. Pero lo más determinante que al amparo de la bajada de los tipos de interés bancarios, política llevada a cabo por los bancos centrales de los EEUU, UE o Japón, se ha abaratado los créditos, y en especial, los créditos hipotecarios. En un país como España donde el 85% de la vivienda es propiedad la posibilidad de obtener un crédito barato alza hacia arriba los precios de la vivienda. En esta subida, impuesta por los propios capitalistas, los negocios son redondos. La especulación, la compra y venta inmobiliaria se convierte en un negocio a costa de la gente, que debe de hipotecarse hasta las cejas para tener derecho a una vivienda. Si a esto le añadimos las recalificaciones de terreno en las ciudades y las obras públicas proporcionadas por los Ayuntamientos, el escenario es completo.
Independientemente de las corruptelas que hay entre los políticos y las patronales, es el propio funcionamiento del sistema económico basado en los negocios privados y la obtención de beneficios, el que provoca y determina que las políticas municipales estén en manos de estos intereses inmobiliarios. Los Ayuntamientos se financian, al obtener más impuestos, con estas recalificaciones que provocan subidas de precios añadidas. El maridaje entre capital y políticos se hace una característica del sistema, que sólo se podrá resolver si se impide con el control público y la expropiación, de la fuente de esta corrupción: los beneficios empresariales.
Desde el Banco de España se avisa de la sobrevaloración del precio de la vivienda, del excesivo endeudamiento de las familias españolas y en la necesidad de frenar el crédito. Avisan de la posibilidad de caída de los precios inmobiliarios que traería consecuencias nefastas para toda la actividad económica. El subgobernador del Banco de España declaró que se debían moderar los créditos por la morosidad que trae consigo y el exgobernador, Luis Angel Rojo, declaró que esperaba que "el aterrizaje - de los precios - no sea violento". En el ámbito internacional el periódico "The Economist" dio la voz de alarma sobre España indicando que la explosión de la burbuja inmobiliaria traería consigo una caída de precios de un 30%. El endeudamiento en el año 2002 fue un 35% del PIB y el endeudamiento de las familias españolas supone el 82'9% de su renta.
Adaptarse al capitalismo es el problema
Las consecuencias de este desenfreno del capital es el que determina que la política municipal, sea de izquierdas o sea de derecha, sea percibida por sectores de la población popular sin diferencias. Y de hecho, cambian las caras pero la política es la misma. El propio Simancas en su discurso de investidura, con el apoyo de IU, aportó una serie de medidas contra la especulación. Pero estas medidas se refieren a cambios legislativos para una mayor "transparencia"; la promoción de viviendas de protección, que en sí misma no es más que subvencionar a los constructores para que el precio sea más bajo; o la obligación de vender los terrenos o construir en un año. Pero estas medidas no tocan en realidad la causa de toda esta corrupción que son los beneficios de las constructoras y de los bancos que prestan dinero.
Estas maniobras y la política de la izquierda explican también el descrédito electoral. Cambian las caras, unas veces la derecha, otra la izquierda, pero la política es la misma: ganar dinero a costa de las necesidades y del trabajo de los ciudadanos. Para que estas tramas desaparezcan es necesario que se tomen medidas contra los beneficios de las empresas. Y para ello, entre otras medidas, habría que abrir todas las cuentas públicamente de las empresas y de las propias instituciones, para ver dónde va el dinero y dejar de subvencionar a las empresas para dedicar éste a las verdaderas necesidades sociales.
Sevilla junio de 2003