“Nuestro país ha sido asaltado, robado, violado y despellejado por naciones cercanas y lejanas, amigas y enemigas.” Por estas palabras Trump declaró la guerra comercial al mundo entero al anunciar otra nueva subida brutal y masiva de los aranceles estadounidenses.
“Nuestro país será totalmente diferente. Será fantástico para los trabajadores y para todos”, añadió. Por ahora, ¡los trabajadores van a enfrentarse a una fantástica subida de precios! Los coches producidos fuera de Estados Unidos costarán entre 6.000 y 10.000 dólares más, por ejemplo. Y lo mismo pasa con muchas mercancías porque no se puede sustituir todas las importaciones por producción local.
Puede que a la inflación se le sume una crisis financiera, porque desde el anuncio de Trump todas las bolsas caen en picado, lo cual puede convertirse en una catástrofe para los trabajadores estadounidenses cuya pensión depende de las cotizaciones en bolsa.
La economía de Estados Unidos viene tan entremezclada con la economía global que muchas empresas de ese país van a sufrir por los aranceles, por ejemplo, Nike, Apple, Dell, que producen en Asia, e incluso Ford y General Motors, que tienen fábricas y muchas subcontratas en México y Canadá.
Hay expertos económicos que nos explican que Trump abre “la era de disparates económicos”. Pues sería fácil si sólo se tratase de Trump y su megalomanía, porque él no es eterno ni está para siempre en la Casa Blanca; pero el problema es más profundo. Viene del propio sistema capitalista, que está en un callejón sin salida y ve cómo saltan todas sus contradicciones.
Por mucho que los capitalistas estadounidenses sean los más ricos del planeta, y tengan acumulados capitales en niveles inauditos, se topan con los límites del mercado solvente.
Los miles de millones acumulados en capital en manos de la gran burguesía deben encontrar una salida, una inversión que sea la más beneficiosa posible. Para ello, la burguesía debe expandir su dominio, explotar, dominar y saquear al mundo entero. Tiene que neutralizar o eliminar a sus competidores, para asegurar su salida al mercado y su abastecimiento en materias primas, energía, tierras raras.
Para todos los capitalistas del planeta, eso es una necesidad, y cada uno puede contar con el apoyo de su Estado nacional y sus dirigentes para ayudarlo. Cuando Trump habla de anexionarse Canadá y Groenlandia, no son palabras vacías, porque están en juego minerales, hidrocarburos y rutas comerciales en el Ártico.
Cuanto más envejece el capitalismo, más se saturan los mercados, más se pisan los talones unos a otros los capitalistas del planeta, y más agresivos, cínicos y desesperados se vuelven los dirigentes de la burguesía para satisfacer su afán de dominación. Trump personifica esa evolución, y su política sigue una lógica, que es la del imperialismo estadounidense.
Al subir los aranceles, Trump acaba de sacar la porra y quiere doblar a sus competidores. Se producirán negociaciones, país por país, incluso empresa por empresa, para conseguir bajadas y exenciones, pero, aun así, ya se ha agravado la fiebre proteccionista de la cual nadie puede medir todas las consecuencias.
Lo cierto es que el proteccionismo no para la guerra comercial, más bien la amplifica. En los años 1930, la escalada de aranceles precedió el derrumbe del comercio global y sumió al mundo capitalista en la Gran Depresión, lo cual llevó a la Segunda Guerra Mundial.
Así que sí, hay motivos de preocupación. Aquí nos dicen que hay que contestar, que la Unión Europea va a tomar medidas proteccionistas a su vez contra Estados Unidos, tras las aprobadas contra China hace unos meses. Dado las divisiones de la Unión Europa, habrá que ver.
Como trabajadores, de esta escalada sólo podremos salir perdiendo. Si los dirigentes se pelean, no lo hacen para defender nuestros empleos sino para proteger las ganancias y los intereses de la burguesía, tal y como lo hacen Trump y sus amiguetes milmillonarios en Estados Unidos.
Los capitalistas se pelean por repartirse el pastel, y hasta preparan una guerra. Pero están unidos en la explotación porque viven a costa de los trabajadores del mundo entero. Pues bien, es basándose en la fuerza internacional de los trabajadores que se podrá arrancar la dirección de la sociedad de las manos capitalistas, e impedir que nos lleven a la catástrofe.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 7 de abril de 2025