Macron proclama que nos da la palabra: ¡los trabajadores deben aceptarla!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 10 de junion de 2024
10 de junion de 2024

Tras el éxito de la Asamblea Nacional, Macron ha decidido disolver la Asamblea Nacional. ¿Qué hay detrás de esta decisión sorpresa y del anuncio de elecciones legislativas dentro de tres semanas? ¿Se trata de una mala maniobra política o de un intento de salir al paso de una inestabilidad política que se habría convertido en embarazosa para la gran burguesía? Casi nadie puede decirlo.

Sea como sea, Macron nos devuelve la palabra, así que ¡utilicémosla para poner de relieve nuestras preocupaciones como trabajadoras y trabajadores! Eso es lo que harán los candidatos de Lutte ouvrière, que estarán bien presentes en estas elecciones legislativas.

La primera de nuestras reivindicaciones tiene que ver con nuestro poder adquisitivo. Cae en picado a medida que suben los precios. Cae en picado cuando uno enferma o se queda inválido, cuando le despiden y le obligan a aceptar un trabajo peor pagado, o cuando se jubila.

Estos reveses son repugnantes comparados con la fortuna de 200.000 millones de euros de un Bernard Arnault, los 18 millones de euros que cobran cada día los accionistas de Stellantis y los 100.000 euros diarios que gana su Director General, Tavares. No hay razón para que quienes trabajan y hacen funcionar la sociedad vean cómo se deteriora su vida mientras los parásitos y especuladores se atiborran.

Exigir un salario, una pensión de invalidez o una pensión de jubilación que aumenten al mismo tiempo que todos los precios, es decir, la indexación, es un mínimo. Exigir la anulación de los retrocesos impuestos a la jubilación o al desempleo es un mínimo.

Vivir sin miedo significa también negarse a que nos empujen hacia una tercera guerra mundial. ¿De qué sirve el derecho a jubilarse a los 62 años si se muere a los 30 en una nueva guerra? ¿De qué sirve un salario indexado a la inflación si nos encontramos bajo las bombas? Debemos negarnos a marchar a guerras decididas por políticos, estados mayores y generales que han demostrado que no tienen nada que ver con los trabajadores.

Al mismo tiempo que estas reivindicaciones, expresemos nuestra oposición a todos esos políticos que pueden prometernos maravillas pero que son todos lacayos de la gran burguesía. Están los que ya hemos probado y que nos han traicionado. Y están los otros, los Le Pen y Bardella que se enorgullecen de no haber decepcionado nunca.

Pero si no lo han hecho es porque aún no han estado en condiciones de hacerlo. Porque, como Macron, Le Pen y Bardella apoyan el orden burgués, el poder patronal y la propiedad privada capitalista. El hecho de que Macron abra ahora la puerta de Matignon a Bardella, y que éste se declare dispuesto a cohabitar con Macron, demuestra que ambos son perfectamente compatibles.

Ambos son enemigos de los trabajadores. Sin estar en el poder, al atacar a los trabajadores inmigrantes, el RN ya está poniendo a los trabajadores y los pobres unos contra otros. Divide y debilita a la clase obrera frente al gran capital, mientras éste acumula fortunas mediante la explotación y el saqueo del mundo.

Le Pen y Bardella fingen oponerse a las políticas belicistas de Macron, pero avivan las llamas del nacionalismo, el patriotismo y el militarismo. Como hicieron en su día sus antepasados ultraderechistas, harán que la gente marche al paso, incluso hacia guerras asesinas. Los trabajadores que apoyan a la RN se equivocan gravemente.

Pero si la RN encarna para muchos trabajadores la capacidad de cambiar sus vidas, se lo debemos a las renuncias de los partidos de izquierda. Hubo un tiempo en que encarnaban el deseo de cambio. Lo traicionaron porque abandonaron la perspectiva revolucionaria y acabaron imponiendo las mismas políticas antiobreras que la derecha cuando llegaron al poder. Hoy, esa misma izquierda, dividida o unida, sigue engañando a los trabajadores con promesas electorales tan irrisorias como falsas.

Sean cuales sean los giros de la vida política, estas enésimas elecciones no cambiarán en nada la evolución desigual, caótica y destructiva de la sociedad. No cambiará nada en su evolución nacionalista y guerrera. Todo esto es parte integrante del capitalismo, de su carrera por el beneficio y de su guerra económica.

La única fuente de esperanza es la reacción de los trabajadores. Por eso necesitamos mujeres y hombres que redescubran su sentido de la fuerza y el camino de la lucha colectiva. Necesitamos mujeres y hombres que sean conscientes de que su lucha por unas mejores condiciones sólo tendrá éxito si se derroca a la clase capitalista.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 10 de junio de 2024