“Es de locos” dijo Macron indignándose, el pasado lunes, al hablar de la serie de golpes de Estado en África ante los embajadores reunidos en el Elíseo. Sin embargo, en esta historia, ¿quiénes son los “locos”? ¿Son quienes rechazan la presencia francesa en Malí, Burkina Faso y Níger, o quienes al igual de Macron están dispuestos a lanzar otra nueva guerra, que sumirá Sáhel aún más en el caos?
Macron hace de matamoros contra la junta nigerina y se niega a llamar de vuelta a su embajador. No se traga que Francia se vea empujada hacia la salida. ¡Al escucharlo, parece que el ejército francés ha salvado el Sáhel del yihadismo! Pero la población bien sabe cuál es el balance real de la operación Barkhane, lanzada hace diez años: las bandas armadas siguen multiplicándose, robando y sembrando el terror en una zona cada día más extensa.
¿Qué les aportó la larga presencia francesa a esos países, que están entre los más pobres del planeta? ¿Carreteras? ¿Dispensarios? ¿Escuelas? Ni siquiera eso. Cuando Francia necesitó carreteras para trasladar riquezas mineras o agrícolas, las construyó, y nada más.
Las reservas de uranio de Níger permiten que las centrales nucleares francesas produzcan electricidad ¡mientras la mayoría de la población nigerina no tiene luz! Gabón hizo la fortuna de Elf-Aquitaine y Total, las empresas que han explotado el petróleo. El grupo francés Eramet hoy día sigue explotando manganeso, sin que a la población le beneficie.
La misma clase de dominación tiene lugar en Costa de Marfil, Guinea, Malí, Congo, Senegal… puesto que el pillaje no forma parte de un pasado colonial ya remoto, sino que se trata del presente, un presente lleno de dictaduras infames respaldadas por Francia. Lo cual hace insoportables las lecciones de democracia dirigidas a África.
En Gabón, donde acaba de producirse una revolución de palacio, la dinastía Bongo se ha mantenido 54 años en el poder, con el respaldo de todos los presidentes de la Vª República, desde De Gaulle hasta Macron. Con la complicidad de ellos, la familia Bongo ha acumulado en Francia una fortuna de más de 85 millones de euros, con 33 propiedades en la región parisina y otras 11 en la Costa Azul. La dinastía Bongo es una de las subcontratas bien pagadas del imperialismo francés.
La posición tampoco parece mala, a la cabeza de Chad, donde Mahamat Deby ha sucedido a su padre, a través de un golpe de Estado respaldado por Macron sin demora. Lo mismo en la República del Congo, en la que Sassou-Nguesso lleva reinando 41 años… Mientras servían los intereses de los capitalistas franceses, los presidentes de por vida y los oficiales con manos cubiertas de sangre siempre han sido los grandes amigos de la República francesa.
¡Con lo cual, para los obreros y campesinos africanos, sobran los motivos por rechazar el imperialismo francés!
En esta lucha, es necesario que puedan contar con el apoyo de los trabajadores de aquí, entre los cuales una amplia fracción procede de África y mantiene numerosas relaciones con el continente.
La misma burguesía que desvalija a África nos explota aquí y marca la política antiobrera de Macron. Por el interés exclusivo de la gran patronal, el gobierno fomenta guerras en África y se compromete con los Estados Unidos contra Rusia en la guerra de Ucrania. Luchar contra nuestro propio imperialismo, contra las guerras y los estragos que causa y prepara, esto forma parte de la lucha de todos los trabajadores.
No es de sorprender que los golpistas, aunque procedan del mismo personal de las dictaduras, reciban los aplausos de la población. En Francia, muchos trabajadores sueñan con echar a Macron utilizando a cualquier político; pues allí, numerosos malienses, nigerinos o gaboneses se alegran al ver cómo se echa a hombres corruptos hasta la médula. Y por mucho que sepa el pueblo que los golpistas no valen mejor que los a quienes sustituyen.
Tampoco es de sorprender que haya gente que crea que la tutela rusa, la china o la estadounidense podría ser más ventajosa para el pueblo. Mientras los trabajadores no confíen en ellos mismos, se conformarán con el mal menor, buscarán un salvador entre los muchos demagogos.
Puede que hoy día seamos pocos los que tenemos conciencia de ello, pero la verdad es que los trabajadores son la única fuerza capaz de derrocar el orden global putrefacto, poner fin a la explotación y la dominación de los países ricos sobre los pobres, y acabar con la rivalidad imperialista que hoy día se expone a los ojos de todo el mundo llevándonos al caos bélico general.
Editorial de los boletines de empresas del 4 de septiembre de 2023