“Peste negra”, “sedicioso”: ¡bajo el pretexto de que una minoría de matones de extrema derecha estaba presente en los Campos Elíseos, así es como Castaner y Darmanin describieron a los manifestantes este sábado!
A lo largo de la semana, muchos trabajadores, pensionistas y desempleados se han encontrado en las concentraciones y barricadas de los chalecos amarillos en todo el país.
Desde el joven empleado de una quesería industrial obligado a gastar para ir a trabajar 400 euros en combustible de un salario de 1.700 euros, hasta los 900 euros pagados por el auxiliar, pasando por el pensionista cuya pensión no alcanza los 1.000 euros mensuales y la pareja de desempleados cuya familia no termina el mes sin los comedores populares, todos dicen lo mismo: ya no pueden contentarse simplemente con sobrevivir. ¡Han decidido luchar y tienen razón!
¿Y qué les dice Macron? Después de dar una charla a los manifestantes, habló de las medidas de acompañamiento y de la creación de un Consejo Superior del Clima. “Nos hablan del fin del mundo cuando les hablamos de fin de mes”, decía un manifestante el sábado, resumiendo la brecha entre los discursos del gobierno y las demandas de los manifestantes.
Si queremos que cambie nuestra suerte como empleados, trabajadores, cuidadores o trabajadores ferroviarios, debemos apresurarnos a infringir la ley luchando en nuestros lugares de trabajo por nuestros salarios. ¡Porque si los precios suben, los salarios se mantienen en niveles demasiado bajos!
Se están acumulando aumentos de dos dígitos, no sólo para la gasolina, sino también para el gas, las mutuas y los alimentos. ¿Qué salario, pensión, subsidios y mínimos sociales han aumentado en la misma proporción? Ni siquiera las primas de transporte ni las dietas de viaje pagadas por las empresas siguen el ejemplo.
Detener este deterioro de nuestro nivel de vida significa luchar no sólo contra el gobierno, sino también contra la clase capitalista.
Hoy, todo el mundo condena a Carlos Ghosn, el presidente del grupo Renault y Nissan-Mitsubishi en Japón, por haber defraudado al fisco japonés por un importe equivalente a 38 millones de euros. Sin embargo, los representantes de la clase capitalista estaban encantados con este “ experto en costes “ cuando decidió sobre los miles de despidos, la congelación salarial, el aumento del ritmo que permitió a los accionistas del grupo repartirse 5.000 millones de euros tan sólo en el año 2017. A los ojos de los capitalistas, era entonces un “capitán de la industria” que merecía sus 16 millones de euros de remuneración, mientras que para los trabajadores había sido durante mucho tiempo un enemigo jurado. La política antiobrera del gobierno está dictada por esta clase capitalista.
Hoy, Macron se retracta de sus palabras bajo la presión del movimiento. ¡Si los trabajadores se pusieran en su propio terreno, el equilibrio de fuerzas se multiplicaría!
En las barricadas de carretera y en las concentraciones de chalecos amarillos, los manifestantes hablan de mayo del 68 para decir lo que esperan de su movimiento. Pero lo que le dio a Mayo del 68 toda su fuerza, que permitió el aumento del 35% en el salario mínimo y el aumento general de los salarios, fue la huelga general que hicieron millones de trabajadores. Es este equilibrio de fuerzas, impuesto por la clase obrera que se mantiene unida contra los grandes patrones, lo que ha hecho posible hacer retroceder a la clase capitalista y al gobierno, en beneficio de todo el mundo del trabajo.
No hay otra forma de que los trabajadores defiendan su nivel de vida. Para el mundo del trabajo, no basta con oponerse al gobierno y a sus impuestos. No es casualidad que éste sea un terreno en el que la extrema derecha se siente como si estuviera desempeñando el papel de un manifestante cercano al pueblo: ¡no se dirige a la clase capitalista!
Los trabajadores pueden actuar donde está su fuerza, donde pueden ser temidos, en la fuente de los beneficios de los capitalistas: en las empresas. Es su trabajo el que mantiene a toda la sociedad en funcionamiento, es su trabajo el que está en la raíz de las inmensas fortunas acumuladas en los bolsillos de una minoría de los muy ricos.
El próximo sábado 1 de diciembre, incluso la CGT se une a la manifestación anual contra el desempleo y la precariedad, por los aumentos necesarios en el mundo del trabajo. Debemos estar allí y hacer que se escuchen nuestras demandas.
Para nuestra supervivencia, ¡aumento general de los salarios, las pensiones y los mínimos sociales, que deben seguir la evolución de los precios!