Unas mil personas han sido detenidas desde el 18 de abril en campus universitarios. ¿Su “delito”? Protestaban contra la matanza israelí de la población de Gaza.
Por supuesto, los administradores universitarios y los políticos pretenden lo contrario. Dicen que las protestas interfieren en la vida universitaria. De hecho, en los casos en que se cancelaron preventivamente las clases o se cerraron los dormitorios, lo hicieron los administradores de la universidad, no los estudiantes.
La policía pretende hacernos creer que los manifestantes “alteran el orden público” o “interfieren en las detenciones”, esos cargos comodín que la policía utiliza DESPUÉS de detener a alguien. Pero, según todos los observadores legales, no hubo “disturbios” hasta que la policía intervino “interfiriendo” en las manifestaciones.
Parte de los medios de comunicación y muchos políticos pretenden que los manifestan-tes gritaban consignas antisemitas, pidiendo “¡muerte a los judíos!”. Obviamente, en cualquier momento en que la gente se reúne en masa, puedes encontrar a alguien que diga algo. Pero eso no significa que las personas que organizaron las protestas estuvieran llamando a eliminar al pueblo judío.
En algunas escuelas, los manifestantes sí denunciaron el sionismo, y esta denuncia a menudo procedía de organizaciones de estudiantes judíos. ¿Por qué? Porque el sionismo trabajaba para establecer un Estado judío ocupando la tierra habitada por el pueblo palestino. Un Estado religioso, en el que los derechos en adelante estuvieran reservados sólo al pueblo judío. Tal exigencia sólo podía significar violencia para todos los pueblos de la región. Y eso es exactamente lo que se produjo en la zona que se convirtió en Israel.
Las manifestaciones se oponían a la política asesina del gobierno israelí en Gaza. Eso no significa que la protesta fuera antisemita.Algunos de los manifestantes ignoraron las políticas de Hamás, y eso es estúpido. Por-que Hamás ataca a civiles, tanto israelíes como palestinos. Pero si hay algo “criminal” en estas protestas en los campus universitarios es la timidez de las demandas que plantean.
Piden la desinversión, es decir, quieren que su propia universidad cancele todas las in-versiones en empresas que invierten en Israel. Algunos piden que sus universidades dejen de invertir fondos universitarios en las empresas que producen armamento y armas. Algunos incluso piden que Estados Unidos deje de apoyar a Israel. Y es cierto: si Estados Unidos detuviera todos los envíos de armas, dinero y ayuda de inteligencia, la guerra de Israel contra Gaza se derrumbaría rápidamente.
Pero, ¿qué hay detrás del apoyo estadounidense? Israel ha actuado como un “policía” para el imperialismo estadounidense, ayudándole a mantener el control sobre Oriente Medio, rico en petróleo.
Pero, por supuesto, los políticos y las empresas armamentísticas, así como los rectores de las universitadades no culpan a los estudiantes porque no ven esta parte de la realidad. Los estudiantes son atacados porque sacan a la luz lo que está ocurriendo en Gaza. Casi 35.000 personas han muerto, la mayoría mujeres y niños; 77.000 personas han resultado heridas; hospitales, derribados; sistemas de agua y alcantarillado, cortados; y 2/3 de los palestinos, convertidos en refugiados en su propio país.
Los medios de comunicación finalmente difunden la idea de que estas universidades son las universidades de “élite”. Es la última pieza de propaganda, destinada a poner a los trabajadores en contra de este movimiento de los estudiantes.
Sí, se trata de universidades de élite, las que cuestan cantidades imposibles de dinero, las reservadas, salvo contadas excepciones, a los hijos de las clases pudientes. Muchos de los estudiantes que protestan son los que se preparan para dirigir esta sociedad el día de mañana. Su protesta, de hecho, les parece a los poderes fácticos una “traición”.
Los trabajadores deberían alegrarse de que algunos estudiantes utilicen su posición para señalar los males de esta sociedad, en lugar de descansar en sus privilegios.
No, los estudiantes no tienen el poder de cambiar la sociedad. Pero la clase obrera sí lo tiene. Su posición, productora de los bienes y servicios necesarios, le permite interferir no sólo en la vida universitaria, sino en el propio funcionamiento de la economía. Al hacerlo, la clase obrera encontrará la manera de deshacerse del capitalismo y, junto con él, de los males que causa, incluidas sus guerras.
Traducido de TheSpark.net