El Día Internacional del Trabajo este 1º de mayo, tendrá lugar en un contexto extraordinario. En la mayoría de los países no podremos manifestarnos de la manera habitual a causa del Covid 19; sin embargo, es necesario celebrarlo. Desde que los dirigentes de la Internacional de los Trabajadores proclamaron el 1º de mayo en 1889 como día de lucha para los proletarios de todos los países, ha sido una fecha importante; con o sin permiso público, siempre ha sido una oportunidad para expresar los intereses de clase. También es una oportunidad para afirmar la comunidad de intereses de los trabajadores a nivel internacional. Porque es en todo el planeta que las patronales defienden sus privilegios y atacan. En todas partes, los capitalistas y los poderes a su servicio intentan imponer un nivel de vida más bajo y precario. Dondequiera que existan, los servicios públicos que son útiles a la población pagan el precio de su codicia.
El Primero de Mayo es una oportunidad para difundir, por todos los medios, por pequeños grupos o por miles de personas conectadas, visualmente, oralmente, en las ventanas de casa o en la web que ante el desastre de la gestión capitalista del planeta, la alternativa pertenece a la clase obrera, que es numerosa, inventiva, generosa, y que representa una inmensa fuerza colectiva.
El coronavirus ha dejado al descubierto que el capitalismo es un gigante que tienen los pies de barro; ha mostrado que la humanidad no puede seguir gestionada por la cuenta de resultados de los accionistas y por el beneficio económico, que los recortes en sanidad efectivamente matan y que han sido precisamente los trabajadores sanitarios quiénes –esta vez y no son los únicos- nos están sacando del atolladero. Ha mostrado también que es un sinsentido haber gastado tan solo en distintos tipos de mascarillas al menos 544 millones de euros, porque el mercado ha colapsado y que los gobiernos se muestran incapaces de poner las fábricas a producir simples mascarillas, aunque un gesto tan simple hubiese salvado muchas vidas.
Sí, el coronavirus ha demostrado que los imprescindibles para el funcionamiento de la sociedad son los trabajadores. Esta pandemia ha demostrado la vulnerabilidad en la que se encuentra la humanidad y ha demostrado que solo la clase trabajadora y el trabajo colectivo, la acción común, puede protegernos.
Sin embargo desde que el capitalismo se instauró a nivel mundial, hay un interés muy poderoso para que esta realidad no sea visible, para despojarnos de la conciencia de clase, que es la fuerza de la clase trabajadora, su motor. Pudiera parecer por lo que se transmite en numerosos medios que la clase obrera, los trabajadores, ya no existen, que son clases medias. El Covid 19 ha demostrado que la sociedad ha seguido funcionando, sus servicios esenciales, gracias precisamente a los trabajadores de carne y hueso, desde los sanitarios a los barrenderos, pasando por el conductor de bus o metro, hasta las y los fruteros del barrio.
Muchos trabajadores han tomado conciencia hoy de que son necesarios para la supervivencia de la vida en sociedad; si los servicios públicos han funcionado en estos días de confinamiento casi generalizado no ha sido gracias a los grandes banqueros, accionistas de las grandes empresas y multinacionales: estos estaban confinados en sus grandes villas. Los trabajadores rusos de antes de 1917, no eran todos trabajadores conscientes; entre ellos, muchos analfabetos, muchos antisemitas, no todos eran trabajadores conscientes. Pero ello no impidió que en el transcurso de unos meses se convirtieran en la clase obrera más revolucionaria del mundo. En la historia sobran ejemplos de lo que los trabajadores son capaces de hacer si retoman su conciencia de clase y comprenden su lugar –imprescindible- en la sociedad.
La frase de Marx acerca de instaurar la dictadura del proletariado, de los trabajadores, y que tantos ríos de tinta han hecho correr sus detractores para convencernos de que es una aberración, solo significa que los trabajadores –es decir, la inmensa mayoría social- son los que deben dirigir la sociedad. Lejos de ser una aberración, los trabajadores han de sentir el orgullo de pertenecer a una clase que por simple aritmética es más democrática que el reducido puñado de ricos y capitalistas que hoy mueven los hilos del mundo, con su dictadura del dinero.
Comprender y transmitir estas ideas hoy es urgente, a la vista está. Es por ello que es necesario organizarse y militar para que estas ideas de cambio social arraiguen de nuevo. Pues bien, nuestra lucha debe ser restaurar el orgullo de pertenecer a la clase obrera, a la clase trabajadora; una clase obrera que no explota a nadie, qué hace funcionar la sociedad a través de su trabajo, que siempre ha luchado contra la explotación y que por esta y por muchas otras razones, sobre todo por su lugar en la producción, es el motor y el futuro de la humanidad. Sociólogos, periodistas, y demás, pueden enterrar si quieren todas las mañanas a la clase obrera, que esto no la hará desaparecer: de pronto aparece un virus –esta vez- y destapa la realidad: ¡si los trabajadores se paran, se para el mundo!
El futuro de la humanidad depende del despertar de la conciencia de los trabajadores; nada está dicho a este respecto ni se puede determinar en qué momento saltará la chispa. Pero lo que está claro es que la humanidad se merece otra forma de funcionamiento. Para Voz Obrera, el futuro de la humanidad pasa por una sociedad comunista, dónde estén socializados los medios de producción y haya un control efectivo y planificado en manos de los trabajadores. Por ello en este 1º de Mayo queremos recordar que la clase obrera ya nació luchando, que desde sus inicios ha tratado de mejorar su suerte y, por ende, la de los demás.
Es necesario que los trabajadores vuelvan a retomar su papel histórico y de vanguardia, que tantas veces han tomado a lo largo de la historia, porque nada nos han regalado, las conquistas de las que hoy disfrutamos han sido a costa de luchas sobre luchas. Por ello reivindicamos nuestro orgullo de pertenecer a una clase, la de los trabajadores, la única clase que para su supervivencia no necesita de la explotación de otras clases sociales.
Por eso en este 1º de Mayo vaya nuestro saludo a los trabajadores sanitarios y a aquellos otros que han conseguido que la población haya podido resistir en casa. Mostramos nuestro orgullo a la labor que han realizado y decimos con ellos que no queremos héroes, ni queremos trabajadores precarios, sino una sociedad desembarazada del beneficio privado y dónde los recursos y la producción la decidan los propios trabajadores con criterios claros de planificación según las necesidades reales del momento.
¡Por ello mostremos nuestro orgullo de pertenecer a clase trabajadora! ¡viva el 1º de mayo, viva la lucha de la clase obrera!