La decisión del fabricante de vehículos Nissan de cerrar esta planta ha puesto en la calle a unos 3.500 trabajadores directos y a otros 25.000 indirectos.
Los/as trabajadores/as han estado en huelga indefinida desde Octubre, cuando la empresa anunció un ERE para un 40% de la plantilla (1.680 trabajadores). Han llevado a cabo movilizaciones, (interrumpidas por la pandemia del Covid’19), con meses de incertidumbre sobre su futuro laboral y un largo camino de lucha por defender los puestos de trabajo y las condiciones laborales.
El argumento de la patronal de Nissan no es novedad, aprovecha el parón productivo del sector del automóvil y trata de aumentar las ganancias a costa de eliminar puestos de trabajo y precarizar las condiciones laborales de los nuevos contratos de trabajo. Esta estrategia es llevada a cabo para salvar los 300 millones de euros de beneficios obtenidos en los últimos cinco años.
La dirección de Nissan en Japón ha elegido salvar sus beneficios y sacrificar los empleos. Ahora viene los lamentos del gobierno central y el catalán por no haber podido dar una solución al problema. ¿Pero que han hecho, aparte de proponer inyecciones de capital y hacerse fotos junto a los trabajadores de la planta? Nada de nada.
Se podía haber forzado a la fábrica a cambiar su producción, a fabricar lo necesario para cubrir la falta de material médico, por ejemplo. A invertir los beneficios obtenidos durante años para mantener el empleo. Controlar su contabilidad… No se ha hecho porque han preferido salvar los privilegios y el dinero de la multinacional.
Los trabajadores tenemos que pararle los pies a la patronal. ¡La lucha es el único camino!