Deuda: ¡los trabajadores no tenemos por qué pagar ni un céntimo!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 7 de octubre de 2024
7 de octubre de 2024

Como buen servidor de la burguesía, Barnier tiene como misión restaurar las cuentas públicas a expensas de las clases populares imponiendo uno de los peores programas de austeridad.

Desde su nombramiento, va repitiendo que con una deuda pública de más de 3,1 billones (millones de millones) de euros, el país está en una situación financiera “catastrófica” e “insoportable”. Sin embargo, para los multimillonarios tipo Bernard Arnault, la familia Hermès o la familia Bettencourt, ¡todo bien, gracias por ellos!

Arnault acumuló cada minuto cuatro veces el salario mínimo en concepto de dividendos del año 2023 de su empresa LVMH. La fortuna de la familia Hermès subió 17 miles de millones. La dueña de L’Oréal, la multimillonaria Françoise Bettencourt-Meyers, casi parece una pobrecita con tan sólo 7.000 millones más este año.

Mientras la deuda pública ha subido 1 billón desde 2017, las 500 personas más ricas han más que duplicado su fortuna, subiendo de 450.000 millones a 1,2 billones. ¡No es casualidad! Las arcas públicas se han vaciado porque Macron redujo los impuestos a los más ricos y facilita a los industriales y financieros montones de ayudas y subvenciones.

Las multinacionales y la gran burguesía chupan del erario público, y no es de ayer. La gran burguesía siempre ha considerado el dinero público como suyo. Nada más pedir exención de cotizaciones, la consigue; ¡nada más exigir dinero para inversiones o investigación, lo tiene!

El grupo Accor junto con LVMH ha encargado un buque de gran lujo a los astilleros del Atlántico, y sólo porque dicha nave lleva tres velas, el proyecto ha recibido una ayuda pública de 31 millones en nombre de la reducción de emisiones de CO2.

La giga fábrica de baterías ACC que se ha instalado en el Norte de Francia con la alianza de Stellantis, Mercedes y TotalEnergies, recibe 1.300 millones de euros en ayudas públicas, mientras que los beneficios acumulados de las tres multinacionales se montan a más de 50.000 millones.

La competitividad, el empleo, el “producir francés”, la reducción de emisiones de gases… cualquier pretexto vale para verter miles de millones de euros sobre esos grupos que ya son riquísimos. ¡Quienes necesitaban de aquel dinero eran más bien los hospitales, la educación, los transportes!

Derecha, izquierda y extrema derecha denuncian la política de Macron que ha disparado la deuda pública, pero cuando ellas dirigen una región, una provincia o una ciudad, no dudan en ponerse al servicio de quienes se apodan inversores y ofrecerles pasta. Y poco les importa endeudarse, en beneficio de los financieros claro está, puesto que son ellos los primeros en lucrarse con la deuda pública, con los 50.000 millones de euros que cobran cada año en concepto de intereses.

Por todo lo dicho, más bien que de una deuda, habría que hablar de pillaje de las arcas públicas por un puñado de privilegiados, con la complicidad de los políticos de todo signo. Pues ¡que paguen ellos!

Ahora el gobierno hace ademán de hacer pagar a los más ricos mediante un impuesto excepcional a los hogares que ingresen más de 500.000 euros al año y a los mayores grupos capitalistas. ¿O sea que quienes han cavado un agujero de un billón de euros en ocho años participarían con 20.000 millones, y el 98% restante de la deuda la pagarían los pensionistas, los enfermos y los desempleados?

Pues ¡no!, la gran patronal es responsable del déficit estatal al cien por cien, y ella es quien debe pagar la cuenta, hasta el último céntimo. Es preciso rechazar cualquier retroceso más, ya sea la congelación de las pensiones, la subida de la luz, los recortes en seguridad social y en servicios públicos.

Dos millones de pensionistas viven bajo el umbral de la pobreza. Cuenta cada euro gastado, se ven obligados a retrasar o reducir la calefacción, los gastos de salud. Millones de jóvenes y no tan jóvenes están sin un seguro de salud y no van al médico. La falta de personal en los hospitales es dramática. ¿Y nos piden aceptar que mañana sea aún peor, cuando las clínicas privadas, los laboratorios y demás tiburones capitalistas se están haciendo de oro con nuestra salud?

¿Cuántos servicios cerrados y sustituidos por contestadores vocales si el gobierno recorta en las plantillas públicas? ¿Cuántos edificios públicos, infraestructura ferroviaria, quedarán abandonados?

El dinero está ahí, hay que ir a buscarlo en las cajas fuertes de la gran burguesía. No lo conseguiremos mediante rifirrafes en la Asamblea Nacional. Sólo los trabajadores podemos hacer descarrilar la política de pillaje por parte de la burguesía, recobrando la consciencia de nuestros intereses y nuestra fuerza colectiva.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 7 de octubre de 2024