Pijos unidos

Εκτύπωση
Junio de 2020

Bajo la bandera roja y gualda, los vecinos del barrio de Salamanca en Madrid y de otros barrios ricos de España salen a protestar a la calle, cuchara de plata y cacerola en mano, por la libertad y por la dimisión del gobierno actual de Pedro Sánchez. Al que acusan de social-comunista-bolivariano, asesino de ancianos, traidor a la patria y algunas cosas más.

Lo que empezó por un despliegue de banderas en los balcones de los barrios pudientes del país, va ya por manifestaciones “espontáneas” en la calle sin cumplir los mínimos requisitos de seguridad que dictan las normas frente a la pandemia del COVID 19. Alardeando de patriotismo estos “insurgentes” campan a sus anchas por las calles de la ciudad, mientras las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado permanecen impasibles ante esta ilegalidad. Los políticos de la derecha y la ultraderecha alientan estas algarabías, mostrando un claro cinismo en sus declaraciones a los medios.

Aunque resulte una paradoja, estas manifestaciones les están haciendo un gran favor al gobierno, pues le sirve de cortina de humo al verdadero problema que tiene. Que no es otro que el de afrontar la crisis económica que se avecina y el drama social que ya han empezado a vivir miles de familias en España. Con una tasa actual del 15% de desempleo que se estima sobrepasará el 20% en este año, cerca de 4 millones de trabajadores en paro con tendencia a ir subiendo, 3,5 millones de trabajadores en ERTE, más de 1 millón de autónomos en cese de actividad por coronavirus, el producto interior bruto en caída libre y una economía basada principalmente en el sector servicio, las expectativas de una recuperación rápida de la economía son, cuanto menos, poco halagüeñas. De momento las medidas de ayuda que se han tomado, son a todas luces, insuficientes.

Como ya pasó en la anterior crisis del 2008, la medicina que se está aplicando a la sociedad en general no es la adecuada. Y es que para curarnos de una vez de este virus llamado capitalismo, no es suficiente con endeudar más las arcas del estado, sino expropiar a los capitalistas y acabar con la santa propiedad privada de los medios de producción. Solo de esta forma, acabaremos con aquello de… “Los pijos unidos jamás serán vencidos”.