Michelin, Auchan... ¡una rabia que debe transformarse en lucha de todos los trabajadores!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 11 de noviembre de 2024
11 de noviembre de 2024

«Michelin nos ha desgastado durante 50 años y en cinco minutos nos despide», «Michelin asesino», «Mentirosos»... Los trabajadores de las fábricas de Cholet y Vannes, cuyo cierre ha anunciado el grupo, recibieron con rabia a los representantes del gobierno.

Tienen toda la razón, y es de esperar que esta cólera se extienda y desemboque en una movilización general. Al fin y al cabo, decenas de miles de trabajadores están siendo atacados en lo más importante de todo: su empleo y su medio de vida.

Con los proveedores de automóviles MA France, Valeo y Dumarey, el fabricante de calefacción Saunier Duval, el fabricante de productos químicos Vencorex, las multinacionales Airbus, Michelin y Stellantis, así como Sanofi, Casino y Auchan, cada semana llega su ración de despidos masivos y cierres de empresas. A ello hay que añadir la quiebra de centenares de pequeñas empresas, artesanos enfrentados a una caída del poder adquisitivo de sus clientes, y proveedores y subcontratistas estrangulados por sus grandes comitentes.

Esto es inaceptable y no podemos resignarnos. Las grandes empresas y sus defensores justifican esta matanza por la crisis. Pero, ¿dónde está la crisis para Michelin, que registra beneficios anuales de dos mil millones? ¿Dónde está la crisis para Sanofi, Airbus y Valeo, que aumentan sus ventas y los dividendos pagados a sus accionistas?

Se nos dice que la competencia china estaria teniendo un efecto aplastante en toda la industria. Pero la competencia, tanto nacional como internacional, no es nada nuevo; de hecho, es la base de la jungla capitalista. Y todos los grandes grupos juegan en ella para llevarse el mejor trozo del pastel.

Son buitres. Siempre quieren más, como todos los grupos capitalistas. Sí, libran una guerra feroz entre ellos, pero lo hacen con la piel de los trabajadores del mundo, que no son, a sus ojos, más que medios de producción, peones que pueden comprar, vender o desechar. «Esclavos asalariados», como decía Marx.

Y, en efecto, estos grupos capitalistas se comportan como amos del mundo, disponiendo de los seres humanos como lo hacen de la naturaleza. Pueden privar a miles de trabajadores de su medio de vida y convertir regiones enteras en desiertos industriales. Si pueden ganar unos cuantos millones más, no les importa contaminar o alterar el clima. Y les sigue interesando que los gobiernos se hagan la guerra y nos sumerjan en un mundo de barbarie.

Frente a estos capitalistas, reyes de la era moderna, los políticos dan pena. Desde el RN (extrema derecha de Le Pen) hasta el NFP (Nuevo Frente Popular), pasando por Macron y el primer ministro Barnier, se pasan el tiempo diciéndonos que «hay que reindustrializar el país».

Pero hoy, ¡ninguno de ellos defiende la prohibición del cierre de centros industriales y de la supresión de puestos de trabajo! Ninguno pide que Michelin garantice los empleos y los salarios en Cholet y Vannes. ¡Ni uno solo que exija que se reparta el trabajo entre todos los empleados de Airbus, Sanofi, Valeo, Auchan...!

La familia Mulliez (Auchan, Décathlon, Leroy Merlin, Kiabi, Saint-Maclou, Norauto...) posee más de 50.000 millones de euros. No le costaría nada mantener los salarios de los 2.400 empleados de los que pretende deshacerse en comparación con este colosal activo.

Es necesario requisar los beneficios presentes y pasados de todos estos grupos para ofrecer las garantías exigidas por los asalariados. Pero ni un solo político se atreve a decir esto. Porque ni uno solo de ellos está dispuesto a enfrentarse a las grandes familias burguesas dominantes.

Su afán por denunciar a los chinos, la competencia extranjera, las normas o la mala política de la Unión Europea no es más que un paripé. Es sólo una distracción para ocultar su servilismo a los dirigentes de todos estos grupos que organizan los despidos.

Lo que el gobierno nunca hará, los trabajadores deben imponerlo mediante la lucha, no hay más remedio. Para los miles de trabajadores amenazados por el desempleo, la lucha comienza hoy.

Hace años que no hay una lucha masiva y victoriosa que enfrente a la clase obrera con las grandes empresas. Pero los trabajadores no han perdido ni un ápice de la fuerza que les da su superioridad numérica. Sobre todo, los beneficios y las fortunas de los capitalistas dependen de ellos, y eso les da los medios para imponer una relación de fuerzas favorable contra todos esos parásitos.

Así pues, siempre que se unan y se organicen, ¡los trabajadores tienen fuerza para luchar por sus intereses y hacerse respetar!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 11 de noviembre de 2024