Detrás del circo político y del llamado diálogo social, continúa la lucha de clases

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 16 de septiembre de 2024
16 de septiembre de 2024

La Fiesta de l'Humanité* de este fin de semana reunió a los líderes del Nuevo Frente Popular. Todo giraba en torno a su decepción por haber sido defraudados por Macron, y a su estrategia electoral para garantizar la futura victoria de la unión de la izquierda. Si es que sigue unida.

Los cierres de fábricas, los despidos y la feroz guerra social emprendida por las grandes empresas contra los trabajadores pasaron a un segundo plano. Incluso durante el debate organizado entre la Secretaria General de la CGT, Sophie Binet, y el jefe del Medef (sindicato de la gran patronal), Patrick Martin.

Ha bastado que Patrick Martin dijera que estaba «a favor de los aumentos salariales» y que «el modelo social de distribución ha dado buenos resultados» para que el periódico del Partido Comunista, L'Humanité, escribiera: «Contra todo pronóstico, Patrick Martin no ha dejado de prometer su apoyo a las grandes ideas de la central sindical».

Pero, ¿qué promesas? El portavoz de la gran patronal se declara favorable a una subida salarial, pero quiere que se pague con cotizaciones más bajas. Es decir, de los propios trabajadores, que verían así reducidas sus prestaciones y derechos cuando enfermen, se queden en paro o se jubilen. Y si alaba el «modelo social de reparto», es para explicar que los trabajadores tendrán que hacer más sacrificios si quieren conservarlo.

Contrariamente a lo que afirma L'Humanité, las grandes empresas no hacen concesiones. Están a la ofensiva, atacando brutalmente el empleo y las condiciones de trabajo para asegurar sus dividendos y amasar fortunas exorbitantes.

El multimillonario fabricante de equipos Valeo ha decidido ceder tres centros, lo que dejará a 1.000 empleados en la calle. Tras pasar por las manos de varios sinvergüenzas y enriquecer a generaciones de accionistas, 450 trabajadores de Vencorex se quedarán sin empleo al declararse insolvente esta empresa química de Grenoble. Es la misma historia para los 5.000 empleados de Milee, empresa especializada en la distribución de folletos.

¿Están todos estos despedidos dispuestos a hacer concesiones? Por supuesto que no. En cuanto al llamado «modelo de distribución social», ¡hablemos de él! Cuando Bernard Arnault, el patrón de LVMH, cobra un salario mínimo cada 15 segundos, las costureras que fabrican los bolsos de lujo de Louis Vuitton como subcontratistas ganan 1.500 o 1.600 euros al mes. Para que los accionistas de Stellantis puedan embolsarse 18 millones de euros al día, los trabajadores tienen que levantarse a las 4 de la mañana y afanarse en las cadenas de producción por sueldos de entre 1.500 y 1.800 euros.

Detrás de las palabras «distribución» y «modelo social» se esconde la lucha de clases. Una lucha de clases cada vez más dura para los trabajadores. Adopta la forma de ritmos de trabajo cada vez más demenciales y cargas de trabajo cada vez más intensas. Pero también se libra a través del saqueo de las arcas del Estado por parte de esos mismos grandes empresarios, que hacen caja con los miles de millones en subvenciones que necesitarían los hospitales y la educación.

El resultado de esta lucha de clases no es la «distribución» de la riqueza, sino su concentración en manos de una minoría de ultrarricos. En Francia, en 2017, las 500 personas más ricas poseían el equivalente al 20% del PIB, es decir, el 20% de la riqueza producida en un año. Hoy en día, ¡esa cifra es del 45%!

Así que estos multimillonarios tienen espacio de sobra para palacios, yates y otros artículos de lujo. Pero, sobre todo, su capital les da el poder de dominar toda la economía, desde los bancos y las compañías de seguros hasta las grandes empresas industriales y comerciales. Son ellos quienes imponen la ley del beneficio y la competencia mortífera a los trabajadores y al conjunto de la sociedad.

Y son los que dictan las políticas de los gobiernos, sean de derechas o de izquierdas. Así que no necesitamos conocer los nombres de los próximos ministros de Michel Barnier para saber que nos asestarán nuevos golpes.

Sugerir, como hacen los dirigentes del NFP o de la CGT, que el Medef y los políticos a su servicio podrían seguir una política distinta de esta implacable guerra social es un engaño. Trabajadores y capitalistas no tienen intereses comunes. ¡Son sus beneficios o nuestros empleos y salarios!

El gran capital impone la ley del más rico y poderoso. Seguirá haciéndolo hasta que se enfrente a un movimiento de masas de trabajadores que le haga temer por su capital y su poder sobre las empresas.

Nuestros propios dirigentes, pilares de este orden bárbaro, están entre los belicistas. ¡Es contra ellos y su dominación que debemos prepararnos a hacer la guerra!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 16 de septiembre de 2024

* Fiesta del diario L´Humanité (Humanidad), históricamente ligada al PCF