- El despido es un arma de la patronal para dominar el mundo del trabajo.
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La prohibición de los despidos, es la eliminación total del derecho unilateral del patrón a poner fin a la relación laboral.
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Una de las luchas del movimiento obrero desde su nacimiento ha sido prohibir el despido y la debemos recuperar
El anuncio del gobierno de encarecer los despidos objetivos por causa de la crisis sanitaria del Covid 19 ha llenado de titulares los medios. Éstos han interpretado, a veces sin matizar, que el gobierno prohibía los despidos por causa de la pandemia. Cuando en realidad sólo ha sido prohibir el despido objetivo, un despido barato, pero en absoluto los ha prohibido. El decreto no ha cambiado nada de lo fundamental. Es decir la patronal puede despedir como siempre, simplemente que ahora por causa de la crisis sanitaria podrá hacerlo de manera improcedente, es decir les costará más caro: 33 días por año trabajado.
La derecha ha instrumentalizado el anuncio como si la prohibición fuera total y real. Ha aprovechado la situación para atacar al gobierno acusándolo de realizar medidas "bolivarianas", de ir contra el empleo, de atacar a los empresarios etc. La patronal, desde la CEOE a Foment del Treball, ha cargado las tintas sobre el tema, llorando lágrimas de cocodrilo, ante un ataque a la libertad de empresa, e inconstitucional, que va a crear más paro, una hecatombe mayor que el virus.
Sin embargo esta reacción desaforada de la derecha y la gran patronal no es sólo una reacción desmedida a una medida muy limitada, que por supuesto no impide los despidos. Esta reacción obedece a una relación de fuerzas entre la burguesía y la clase trabajadora, porque en España por primera vez se va a limitar muy tímidamente el despido, que recordemos es libre y en la práctica casi gratuito.
Ellos huelen el miedo de clase a que una herramienta fundamental en la dictadura de la patronal, el despido, quede en evidencia y posibilite que la clase trabajadora exija de verdad prohibir los despidos.
El despido es un arma de la patronal para dominar el mundo del trabajo
En derecho de trabajo, el despido es la ruptura de la relación laboral que hace unilateralmente el patrón. Podrá ser “justificado” o “injustificado”, pagará más o menos – desde la reforma laboral y con los contratos precarios nada-. Sólo en caso de que sea “nulo”, porque va en contra de los derechos laborales o constitucionales, el empresario tiene que readmitir al trabajador, pero puede después despedirlo simplemente por cualquiera de las causas: disciplinarias, objetivas (causas económicas, técnicas, organizativas o de producción) o ERE. El despido “es la decisión del empresario de poner fin a la relación laboral que mantiene con el trabajador.”
Pero no es una cuestión jurídica, esta es la expresión de la dominación del poder del dinero, del capital, la propiedad privada de la patronal sobre la clase obrera, porque así mantiene a raya al personal laboral.
La clase trabajadora se distingue de las demás clases porque vive de un salario y del empleo. El miedo de cualquier persona es quedarse sin empleo, quedarse en paro. Este miedo lo manejan las empresas porque tienen en su mano una herramienta de su dictadura: el poder de despedir. Así el salario no es más que lo que permite vivir a los trabajadores. Todo lo que se produzca más allá de la masa salarial y que se venda en el mercado supone el beneficio empresarial. En España la mitad del PIB. Ante el despido y el paro, a la clase trabajadora sólo le queda resignarse y decir “en mi hambre mando yo” o luchar.
La prohibición de los despidos, es la eliminación total del derecho unilateral del patrón a poner fin a la relación laboral
Por ello, una de las luchas del movimiento obrero desde su nacimiento ha sido prohibir el despido, porque así se limita el poder empresarial y de la burguesía. Si se prohiben los despidos significará que, ya el poder unilateral de la patronal para dejar sin trabajo a sus empleados deja de existir. En este sentido es una reivindicación fundamental para proteger el mundo del trabajo. Pero hay que saber que esta medida de protección no puede venir sola. Y para que sea efectiva debe de ir acompañada de un reparto del trabajo sin bajar los salarios, que permita a toda persona trabajar y ganarse el pan dignamente. Durante la II República en zonas de Andalucía, las organizaciones obreras repartían a los jornaleros entre las fincas. Así todo el mundo trabajaba y las plazas de los pueblos dejaron de ser testigos del poder clientelar de los capataces y caciques para escoger a “sus” trabajadores.
Porque podemos encontrarnos que la empresa diga que no tiene capital y entonces será necesario controlar e investigar las cuentas y balances y ver a donde se han llevado los beneficios, en qué paraísos fiscales, a quienes han corrompido y comprado, de donde salen las grandes fortunas como la de la Corona. Y esto conlleva controlar la producción, qué se produce y a quién se vende. Con estas medidas se solucionarían muchas de las carencias que esta crisis sanitaria ha descubierto, provocadas por la organización capitalista de la sociedad.