En plena guerra que arrasa Ucrania desde febrero de 2022, el primer ministro Zelenski se reunió el pasado 27 de mayo con Sánchez y Felipe IV. El principal asunto tratado ha sido el cierre de un acuerdo para ayudar a Ucrania en gastos militares con 1.129 millones de euros.
El “Acuerdo de Cooperación en Materia de Seguridad” firmado por Sánchez y Zelenski, y con una duración de hasta 10 años, contempla que España aportará más de 1.000 millones de euros en concepto de apoyo militar.
La guerra es un negocio y Sánchez la utiliza para que a las grandes empresas en nuestro país no les falten contratos; un futuro próspero en beneficios a base de más destrucción y pérdida de vidas, mientras dure la guerra: Pero también con planes para la reconstrucción de ese país cuando ésta toque a su fin.
La propia ministra de defensa Margarita Robles defiende a ultranza el aumento de cada millón en gasto militar calificándolo de un “enorme esfuerzo” por parte de España y considera que el incremento del gasto militar: “Es invertir en paz, en puestos de trabajo, en un mundo mejor”.
Robles también justificó ese gasto porque la situación actual de la guerra de Ucrania y del resto de conflictos en el mundo hace necesario “reforzar” las capacidades de las Fuerzas Armadas españolas, sobre todo por la amenaza “total y absoluta” de una guerra a mayor escala. Tanto Robles como Sánchez están a favor de aumentar el arsenal de guerra en Ucrania y donde haga falta, posicionándose a favor de una escalada de la violencia donde no importan las vidas humanas sino los negocios capitalistas.
Otros países que vienen apoyando a Ucrania podrían seguir esta misma senda. Según la OTAN España tiene un presupuesto en Defensa más bajo que otras naciones y aún está lejos del 2% del PIB comprometido para 2029. El gobierno dedica solo el 1,24% del PIB a defensa, lo que la sitúa como el tercer país que menos gasta en este ámbito, superando únicamente a Bélgica y Luxemburgo. Sin embargo, desde 2018 la inversión en gastos militares ha aumentado un 62,4%, pasando de 10.283 millones de euros anuales a 16.474 millones. España pagará 22.000 millones por once programas de Defensa.
Este negocio auspiciado por Sánchez implica contratos millonarios para la industria de armamento en España, las beneficiarias de este acuerdo destinado a sostener la guerra serán empresas nacionales como TRC, Indra, Escribano, Uro, Expal o Instalaza. Sin olvidar a Santa Bárbara Sistemas o a la multinacional Airbus que espera cerrar este año un contrato con Defensa para 25 nuevos cazas Eurofighters. Algunas de estas empresas se crearon durante el periodo franquista, Santa Bárbara, Expal o Instalaza son ejemplo de ello.
Sacar beneficios de la reconstrucción de un país arrasado por la guerra es el segundo objetivo. Sánchez ya ha hecho los cálculos y prevé que una vez finalice el conflicto la pérdida de infraestructuras de todo tipo en Ucrania va a requerir de un plan de reconstrucción ambicioso: Según los datos más recientes y que presentó el diario “El País” en febrero de este año ya mostraban las consecuencias de esta guerra: miles de víctimas militares y civiles, casi seis millones de desplazados en Europa, el aumento del desempleo y la pobreza en el país con una actividad económica drásticamente reducida.
Una evaluación estimada por Naciones Unidas, indicaba que las mayores necesidades en materia de recuperación y reconstrucción se concentran en la vivienda (17% del total), seguida del transporte (15%), el comercio y la industria (14%), la agricultura (12%), la energía (10%), la protección social y los medios de subsistencia (9%) y la gestión de los riesgos de explosión (7%). La reconstrucción del país es más cara cada día que pasa. El Banco Mundial calculó que Kiev necesitaría 486.000 millones de dólares (unos 447.000 millones de euros) en la próxima década para rehacer infraestructuras, servicios públicos o viviendas.
Aquí de nuevo Sánchez ha salido a defender los intereses de las grandes constructoras, resaltando que “van a tener un papel relevante” para poner en pie la economía de Ucrania, aunque sin llegar a concretar cuales serían estas empresas. Sin lugar a dudas propondrá a algunas ya conocidas, a saber Sacyr, Ferrovial, Isolux, FCC, ACS o Acciona, muchas encabezan las cifras del IBEX35 y han tenido un papel preponderante durante el franquismo colaborando con el régimen, beneficiándose del trabajo forzado de los presos después de la Guerra Civil.
La burguesía posee la industria de la construcción y de los servicios o de la logística que según Sánchez permitirá la reconstrucción de las infraestructuras que han sido destruidas. ¿Todo ese gasto derivado de la reconstrucción de hospitales, escuelas, viviendas, etc. con la promesa de permitir la reactivación económica de Ucrania después de la guerra quién lo pagará? Saldrá de los bolsillos del propio pueblo ucraniano a base de recortes y precariedad. Un negocio redondo para la burguesía y sus empresas que participan de los conflictos bélicos en ambos sentidos, destruyendo primero para poder reconstruir luego con un Sánchez defensor de los intereses privados del gran capital y sus empresas. El papel de Sánchez en la guerra de Ucrania es ampliar los negocios de la burguesía, que puede utilizar en provecho propio los conflictos en los que España participa.
La factura de gastos la pagamos la clase trabajadora a un lado y otro del conflicto. Acabar con el capitalismo que promueve todas las guerras y condena a la población a más explotación y más miseria es hoy día más necesario que nunca.