En la COP27, o sea, la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio climático, celebrada este año en Egipto, acaba de terminar y sus acuerdos son, como siempre, papel mojado. De poco calado y no vinculantes, pasan por pedir a los países que reduzcan el consumo de carbon sin hacer siquiera un llamamiento a eliminar progresivamente los combustibles fósiles, ni fija plazos para frenar el calentamiento climático.
El acuerdo incluye una “exhortación” a los Estados a aumentar el uso de energías renovables; también se ha conseguido la creación de un fondo, aun con las reticencias de las potencias más ricas, como Estados Unidos o Japón, para ayudar a los países más perjudicados por el cambio climático. Quién estará o no dentro de la categoría de “muy vulnerable” se deberá decidir en las próximas reuniones así como determinar la financiación. ¡Humo! Ni las compensaciones económicas acordadas en cumbres anteriores se han cumplido.
En esta COP27 se pretendía incluir también una referencia a la reducción del gas y del petróleo, pero ¡tampoco! Sería pedirle peras al olmo, pues a estas reuniones de alto nivel no solo van jefes de Estados, sino también políticos, equipos negociadores, activistas, prensa, organizaciones ecologistas… y ¡empresas! ¡Muchas de ellas con una importante contribución a la crisis climática y con evidentes intereses económicos! Este año se ha hablado de 630 grupos de presión decididos a trabajar a favor de los combustibles fósiles; la presión de los países petroleros y productores de gas ha pesado mucho. Porque la realidad es que, en el marco de la crisis energética mundial que estamos transitando, los planes de los 15 principales productores de combustibles fósiles del mundo son producir más del doble de petróleo, gas y carbón hasta 2030.
Entre estas empresas, las españolas no suelen faltar: la que más personas ha enviado a la cumbre es Iberdrola, una de las diez empresas que más gases de efecto invernadero expulsa a la atmósfera en España. Pero con una delegación o con otra, también están acreditas en la Cumbre: Acciona, BBVA, la CEOE, Inditex, Iberdrola, Naturgy, Endesa, o Banco Santander son algunas de las compañías acreditadas en la cumbre del clima que se celebra en Sharm El Sheikh, Egipto.
En la lista provisional que ha consultado y analizado Climática también figuran directivos de ArcelorMittal (de la filial en Canadá), Endesa, EDP, Repsol y Naturgy, cinco de las compañías que más gases de efecto invernadero expulsa a la atmósfera en España, según el Observatorio de la Sostenibilidad. Asimismo, es llamativo –y sintomático por la crisis energética que atraviesa el mundo– que esté la delegación de la Asociación Española del Gas (SEDIGAS), con su presidente, Joan Batalla, a la cabeza.
Por todo ello estas cumbres lo que manifiestan es la incapacidad del sistema capitalista para dar una salida a la crisis ecológica que ha generado. Las grandes corporaciones capitalistas y los gobiernos de las principales potencias contaminantes del planeta, los verdaderos actores de las cumbres, son impotentes para frenar la crisis climática, porque para hacerlo es necesario intervenir despóticamente en el terreno de la propiedad privada capitalista y establecer un plan democrático y racional de la economía que pueda restablecer un equilibrio entre la sociedad y la naturaleza.