Si no teníamos bastante con los recortes en educación que se han llevado a cabo con el gobierno del Partido Socialista, ahora, con la llegada del PP a los sillones del Parlamento andaluz, los problemas se agravan.
Instalada en numerosas comunidades, la derecha no solo ha continuado en la línea de recortes, ha profundizado en las carencias que se padecen acelerando el proceso.
Un claro ejemplo se evidencia con la financiación, donde unos 51 millones de euros más se han destinado a la educación concertada, mientras tanto, la falta de apoyo a la educación pública ha provocado que muchos colegios recorten sus líneas de educación, que en Andalucía ha supuesto 411 clases menos, llevando con ello la eliminación de puestos de profesorado. Hay que recordar que el curso anterior el PSOE se encargó de eliminar 387 clases.
Ante esta situación, de falta de plazas públicas, las familias se ven forzadas a acudir a los centros concertados o privados. De nuevo se quiere sostener un modelo de enseñanza a costa de los bolsillos de las clases trabajadoras.
El recién instalado trío de derechas compuesto por PP, Ciudadanos y Vox, ha realizado cambios en el currículo de primaria, dando preferencia a la religión y a la educación física, lo que nos recuerda la época escolar franquista y reduciendo el peso en lengua, matemáticas y francés.
Los cambios en las materias de estudio no son una novedad, las reformas educativas han puesto siempre este asunto en el punto de mira, contribuyendo con ello no solo a moldear cómo se estudia o qué se estudia. Con ello se han favorecido a determinadas empresas del mundo editorial y educativo en general, que les son afines.
La educación nos da las bases sobre cómo funciona el mundo y nos muestra las causas de las relaciones sociales, permitiendonos analizar la realidad y tomar decisiones que permitan avanzar y mejorar a la sociedad en su conjunto. Pero la educación ha estado siempre en manos de los que deciden qué se enseña y cómo se imparte esa enseñanza.
La educación que recibimos está en función de intereses ajenos a la sociedad en general. La prueba la tenemos en la limitación e imposición de recursos educativos, a la par que en lo econonómico, que padecemos las clases trabajadoras frente a los que se pueden permitir estudiar dónde quieran y lo que quieran.
Es necesario más que nunca una educación libre, laica y con el objetivo de cambiar el mundo, eliminado la opresión y la explotación humanas. ¡Ello será posible derrocando el capitalismo!