Las vacaciones han terminado, aunque muchos no han podido disfrutarlas por motivos económicos o de salud. Pero aun así, para los trabajadores, el paréntesis se cierra. Y lo hacen con incertidumbres importantes y mucha ansiedad.
Los temores ante la pandemia por Covid-19 continúan, algo que en marzo ni siquiera habíamos pensado, incrementado por la vuelta al cole; temor por la vuelta al trabajo de muchos, por los que tienen que tomar transporte público, temor por la fragilidad de nuestros mayores…
Pero más allá de la crisis sanitaria, está la crisis económica; y los trabajadores están preocupados lógicamente. También lo están los empresarios, qué duda cabe. Pero su preocupación es otra, muy distinta: estos se preocupan de sus inversiones, de su dinero, de su rentabilidad y de cómo hacer para incrementar sus fortunas. Mientras el trabajador teme por su puesto de trabajo, por su salario y condiciones laborales. El día y la noche, intereses que nunca serán los mismos.
Ahora el gobierno y los agentes sociales están negociando un nuevo acuerdo para que la próxima semana se firme una ampliación de los ERTE, la regulación del teletrabajo y las bajas laborales por la covid19. Pero esto solo será un pequeño parche pues los ERTE son dinero público. El verdadero problema está en que la gran patronal, el capital no paga nada y sus beneficios aumentan a costa de nuestras condiciones de trabajo. Con pandemia o sin ella es el capitalismo.
El trabajador estará mejor o arrancará mejorías a la patronal, cuánto más unido y fuerte sea y, al mismo tiempo, vaya tomando conciencia de que más tarde o más temprano debe derribar el capitalismo e instaurar una sociedad más fraterna y colectiva, dirigida por ellos mismos, pues son los que hacen funcionar la sociedad. ¡Y hay que reaccionar en este sentido!