Trump, el verdadero rostro del capitalismo y del imperialismo

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 20 de enero de 2025
20 de enero de 2025

Es la hora del regreso triunfal de Trump a la Casa Blanca, y es la hora del gran espectáculo, porque tiene que estar a la altura de su personaje: un hombre fuerte, rico, poderoso y descarado como él está obligado a dar un golpe de efecto.

Al parecer, un centenar de decretos están listos para ser firmados: aranceles, amnistía para sus partidarios que asaltaron el Capitolio en enero de 2021, deportación masiva de inmigrantes indocumentados, desregulación medioambiental... Trump afirma estar cambiándolo todo a una velocidad de vértigo.

Y todos los comentaristas entonan la misma cantinela: nada volverá a ser como antes, con Trump reina el equilibrio de poderes y la ley del más fuerte. ¡Como si esto fuera algo nuevo! ¡Como si acabara de nacer el imperialismo estadounidense, que lleva más de un siglo moldeando el mundo! ¡Y como si el capitalismo no hubiera sido, desde su nacimiento, el reino de los milmillonarios!

Por supuesto, Trump va a gobernar con y para los milmillonarios. Pero Biden y todos los presidentes estadounidenses lo han hecho siempre, y es justo decir que lo han conseguido, ya que con 735 milmillonarios, Estados Unidos ostenta el récord mundial. La única diferencia es que Trump quiere que esto se vea y se sepa. Sobre todo, quiere el reconocimiento de esos mismos multimillonarios.

Y lo consiguió, porque en su toma de posesión, Trump creó una concentración sin precedentes de milmillonarios por metro cuadrado. En primera fila estaban los tres hombres más ricos del planeta: Elon Musk (Tesla, SpaceX y X), a quien Trump encomendó la tarea de recortar el gasto público; Mark Zuckerberg, el dueño de Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp) y Jeff Bezos, fundador de Amazon y de una empresa espacial, Blue Origin, rival de SpaceX.

Entre los dos suman un billón de dólares, mientras que el 60% de los estadounidenses no tiene ahorros y ¡800.000 viven en la calle! Pero su fortuna y su monopolio no se lo deben a Trump, sino a los trabajadores que explotan en Estados Unidos y en todo el mundo.

Al son de «Make America great again», Trump reivindica el ultrapatriotismo. Pero, una vez más, no hace sino continuar la política proteccionista iniciada por Biden. Sin fanfarrias, Biden reforzó el poder económico de Estados Unidos, que absorbe casi la mitad del capital financiero mundial y concentra la mayor parte de la inversión industrial del mundo.

En cuanto a la guerra comercial y la presión del imperialismo estadounidense sobre el mundo, en realidad no es nada nuevo. La primera potencia mundial nunca ha dejado de empujar a sus peones por todo el planeta y siempre ha impuesto su ley, también en Europa, que está en posición vasalla desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

¡Y que Trump no se haga pasar por una fuerza de paz! Fue el poder estadounidense el que impulsó la guerra entre Ucrania y Rusia y la ha estado alimentando durante casi tres años. También es la potencia que lleva más de 75 años encubriendo los crímenes del Estado de Israel y armándolo. Puede que ahora a Trump le interese obligar a Netanyahu y a Zelensky a firmar un alto el fuego, ¡pero eso no le convierte en pacifista!

Si hay un alto el fuego duradero en estas dos regiones, será la paz de los cementerios. Una paz que sólo consagrará un equilibrio de poder entre las grandes potencias y les permitirá continuar su saqueo y su opresión, lejos de las aspiraciones de los pueblos a vivir en libertad y en paz.

Lo nuevo con Trump es que ya ni siquiera quiere pretender poner límites a la explotación de las personas y del planeta, como han hecho otros líderes antes que él, y como nuestros líderes querrían seguir haciendo.

Con él, ¡se acabó la regulación que no regula nada! ¡No más reglamentos que nunca son respetados por los capitalistas! ¡Viva la ley de la selva, la caza de inmigrantes ilegales para dividir a los trabajadores, los ataques a los derechos de las mujeres y las minorías, las mentiras y la manipulación de los más poderosos a través de las redes sociales!

Más que una novedad, Trump es un recordatorio de que el capitalismo progresista con rostro humano no existe. En el fondo, sólo existe la ley del más rico, que beneficia a los mayores depredadores.

Pero recordemos también que estos reyes de la jungla capitalista no son nada sin los trabajadores. Y depende de nosotros, de nuestra revuelta y de nuestra organización salir de esta jungla y fundar una sociedad verdaderamente humana.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 20 de enero de 2025